» Soy tuyo, ven y úsame, pero a cambio déjame poseerte «
En las primeras dos horas de clases no pude concentrarme bien, sentía que miraba a Ran en cada chico de mi salón. Sentía su mirada. Pero sabía que todo eso solo era producto de mi mente, el ahorita está en su clase.
Lo bueno de no tener clases juntos, aquí podía sentirme un poco aliviada, aunque solo fueran por poco tiempo. De igual manera seguíamos estando en el mismo radio de expansión, en las mismas instalaciones. Podría topármelo con solo dar un paso en falso. La clase termina y la profesora nos deja solos en el salón. Sin ánimos de querer compartir con mis compañeros de clase salgo a tomar un poco de aire puro.
Estaba vagando por los pasillos de la universidad, ahorita todos están en sus clases, no me salto la mía, solo tengo la hora libre. Y me agrada porque la mayoría de pasillos están solos, muy idóneos para poder tener una conversación con mi mente sin interrupciones.
Me detengo a medio pasillo para sentir la soledad del lugar que resultaba bastante acogedora como un abrazo de mamá. Pero el placer no me dura tanto como quisiera gracias a los pasos que se escuchan de un pasillo aledaño que conduce a este.
—¡Hey!, que tal Becca —me saluda Dai, un chico que va en mi curso.
Lo veo acercarse por todo el pasillo con las manos metidas en los bolsillos del pantalón y la camisa con la corbata mal puesta, me daba un tic nervioso de solo ver su falta de estética personal.
—Hola Dai —le sonrió con la mejor mueca de sonrisa que puedo poner a pesar de que no es alguien de mi entero agrado.
La verdad no solía hablar mucho con el, no éramos muy cercanos. Pero pensándolo bien nunca fui cercana a alguien en mi salón, les hablo y demás pero no pasa de ahí. Yo no estaba aquí para hacer amigos, los creía innecesarios y una pérdida de tiempo. Solo eran un extra, un plus en la vida que podía elegir tenerlos o simplemente no y no afectaría en nada mi entorno.
—¿Deseas algo? Es raro verte por estos pasillos. —Él jugaba fútbol, su lugar de reunión siempre eran los jardines, las canchas cosas del exterior, en resumen.
Nunca eran lugares cerrados y adentro de la universidad.
—Lose, no se me ofrece nada. Solo daba una vuelta tu misma lo dijiste: No vengo por aquí así que me pareció buena idea echar un vistazo.
—Oh ya. —el silencio entre los dos abunda, para mí es llevadero pero el parece rígido.
—¿Estas nerviosa por el examen de derecho?, el profesor está medio complicado no es así.
—No mucho, creo que sí estudio bien, podré pasarlo sin problema. —le respondí sin ánimos.
—Tienes una gran confianza, eso es bueno. Yo espero tener suerte y pasarlo con un seis al menos.
—No creo que sea cuestión de suerte, todo es de responsabilidad y disciplina. Un seis no está mal ¿Pero un diez no sería mejor?
La verdad de Dai es que si el aspiraba a ser abogado no le miraba mucho futuro. El era el típico rico que pasó solo porque pagaba a los maestros, en cambio casi todos nos esforzábamos el doble. Incluso Ran, el sí tenía habilidad para los negocios, y cabe resaltar que era muy bueno negociando.
—Creo que tienes razón, espero a mi me vaya muy bien como a ti. Suerte Becca, aunque no la necesites.
—Gracias espero a ti también te vaya bien. —Claro que le iría, cada billete que le daba a un maestro le aseguraba una nota más alta.
Puff, Que desperdicio de abogado. Nos quedamos unos muy incómodos minutos en silencio, estaba por decirle "nos vemos" pero su voz me interrumpe y su tacto repentino me incomoda.
—Tu pulsera es bastante linda —dijo Dai y sin aviso toma mi mano y fija sus ojos en ella.
—Oh si muchas gracias —digo incómoda, no me gusta el contacto físico y menos de este tipo.
Su pulgar empieza a acariciar el dorso de mi mano y es ahí cuando mis sentidos se alertan, pero no quiero ser brusca pero tampoco seré suave si intenta algo más. En medio del pensamiento para hacer que me suelte, una mano se planta en mi muñeca, haciendo que Dai suelte mi mano en el acto por la fuerza que el toque produce en los dos.
—R-Ran —Tartamudea Dai, y es que Ran no solo tiene el aspecto de alguien imponente, también lo es y todos los que estudian aquí lo saben.
Y los que no lo saben, con el tiempo lo terminan descubriendo de forma tortuosa y significativa. Con Ran puedes meterte una vez, pero una segunda ni siquiera te pasará por la mente hacerlo.
—Podrías no volver a tocar a mi novia —cuando sus palabras abandonan su boca, este me pone detrás de él— No creo que a ella se le haga cómodo eso.
Bien, debía darle esa ganancia a Ran, él siempre supo cómo descifrar los pensamientos a través de las expresiones. Y esta vez no era la excepción.
—Yo lo siento mucho, no lo sabía y claro, enserio perdón —al ver qué Ran no quita su cara sería y rígida, el chico decide salir casi corriendo de allí.
Los dos lo vemos caminar de prisa por el pasillo hasta doblar en una esquina y salir de nuestro campo de visión. No había reparado en la situación hasta que Ran se voltea a verme, no logré pronunciar ni una sílaba cuando me acorraló contra la pared. Solo un sonido involuntario deja mi boca cuando la pared me hace doler la espalda.
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Editado: 23.11.2024