7 de Enero, 2011.
La morena salía de su trabajo de medio tiempo en la cafetería de su hermana. Era de noche, más precisamente las alrededor de las diez, cuando ella se dirigía al auto en el que la esperaba su novio, como todas las noches.
La noche era muy fría en la ciudad de Nueva York, y una gruesa capa de nieve cubría todo. Pero, a pesar de ello, esas noches eran las que más le gustaban a ambos.
La esbelta muchacha corrió a través de la nieve, hasta él auto negro de su novio, quien la esperaba con una gran sonrisa en su rostro y ella también le sonreía ampliamente.
—Linda, ¿como te fue hoy? —preguntó él chico, una vez que ella ya estaba dentro del auto.
Dio un corto beso en sus labios.
—Bien. Mañana no vendré, tengo que terminar ese trabajo para la universidad —respondió ella.
—¿Necesitas comprar algo para terminarla? Más pintura, no lo sé —ella negó con la cabeza.
Se quedaron en silencio, observándose mutuamente. Sus miradas reflejaban todas sus emociones en ese momento, aunque no había muchas. Solo él amor que sentían el uno por el otro, eso y cansancio, mucho cansancio.
Sin previo aviso, él comenzó a hacerle cosquillas y ella reía sin contención, mientras suplicaba que parase; él se detuvo y suplantó las cosquillas con un beso tierno y suave, que iba subiendo de tono, volviéndose más salvaje y apasionado, y con un claro deseo por parte de ambos en estar juntos en su cama, amándose.
Pero, de pronto una luz blanca y muy fuerte apareció por detrás del auto. Ambos terminaron con el beso, dirigiendo sus miradas hacia esa cegadora luz, quedando estupefactos. Comenzó a oírse un claxon proveniente de la luz, y luego solo se escuchó el ensordecedor sonido del choque entre dos objetos, el auto en el que estaban ellos y un camión no muy grande; el camión se dio vuelta y el cristal estalló mientras el cuerpo de la chica salía expulsado por el mismo, quedando sobre la parte delantera del auto, y manchando de rojo toda la nieve sobre el carro.