Intriga. Miedo. Rabia.
Son las tres palabras que describían como se sentía Margot en ese instante.
Connor la miraba. Su mirada mostraba preocupación. Mientras que la mirada de ella mostraba una mezcla de las tres cosas, pero sobretodo intriga.
Releyó el mensaje varias veces. Intentaba recordar si ese era el número de alguno de los tres ex-novios que tuvo: envió un mensaje a John y a Maia. A John le preguntó si ese no era el número de Max y él le respondió que no. Y a Maia le preguntó si no era el número de Evan, pero ella también respondió que no.
Margot guardó el celular en su bolso y notó que John y Dylan continuaban hablando. No les dio importancia. Ella colocó las manos sobre la mesa y se quedó mirando un punto fijo en la pared, mientras continuaba pensando en quien era el responsable de todos esos mensajes. Golpeaba levemente la mesa con la punta de sus dedos y se torturaba a sí misma, imaginando cientos de cosas que no recordaba de antes del accidente. No quería ni imaginar las cosas que podría haber hecho antes para que eso le estuviese sucediendo.
Connor colocó su mano sobre la de Margot, aprovechando que Dylan estaba jugando con su celular.
—¿Qué sucede, Margot? Te noto extraña y estas así desde que fui a buscarte a tu habitación —Connor habló casi susurrando.
—Es complicado. Luego te diré —respondió Margot.
Se arrepintió al instante de haberlo dicho. Tendría que inventar algo, lo que fuese. Margot no quería que nadie lo sepa, porque se pondría paranoico y le contaría a John y así se haría toda una cadena.
—No, quiero que me digas ahora —le exigió—. ¿Hice algo que te molestara? —Margot se quedó en silencio— ¿Fue por qué intente besarte?
—No —respondió al instante—, no es por eso.
Luego de que terminaron de comer Connor llevó a Margot y Dylan al cine, y luego él los dejó en la universidad.
Margot y Connor no hablaron en todo el tiempo que estuvieron juntos. Margot estaba al cien por ciento segura de que Connor creía que ella no le hablaba porque estaba enojada con él, pero en realidad continuaba pensando, y estaba paranoica, creía que esa persona los seguía, pero no podía saber de quien se trataba.
Connor los acompañó hasta la habitación de Margot; se despidió de Dylan, él niño entró rápidamente en la habitación porque iba a comenzar su programa favorito, y ambos se quedaron solos en el corredor-ignorando a las personas que pasaban por allí, estaban solos-. Continuaban en un silencio incómodo y sepulcral, e intercambiaban miradas rápidas.
—¿No quieres ir a la playa con nosotros? —preguntó Margot.
—No, tengo que ir a resolver algo ahora —le respondió de manera que a Margot le resultó extraña.
—¿Todo está bien, Connor? —volvió a preguntar con un cierto tono de preocupación.
—Sí, es solo un problema familiar. Por eso llamaba mi... —no logró terminar la frase porque su celular comenzó a sonar.
Él respondió y comenzó a alejarse ignorando completamente a Margot. Ella hizo caso omiso al comportamiento de Connor, tenía demasiadas cosas en que pensar mucho más importantes que él en esos momentos; pero, no podía negar para sí misma el hecho de que sintió algo extraño dentro de ella, como si estuviese enojada, cuando Connor respondió la llamada y su expresión cambió al decir el nombre de una mujer, Verónica. Y como lo había hecho con Cameron, se negaba a la posibilidad de que ella pudiese estar celosa a causa de Connor.
Margot entró en la habitación y observó que Dylan estaba acostado en su cama viendo televisión. Ella se sentó en la silla del escritorio, tomó su libreta, un lápiz y comenzó a dibujar líneas sobre el papel. Eran líneas sin sentido, que pronto comenzaron a formar unos dedos sobre los que se encontraba un pájaro, más precisamente el intento de formar un halcón; no era que no pudiese dibujarlo, simplemente es que no podía ver uno para saber cómo era, para poder observar hasta el más mínimo detalle que tuviese.
Así pasaron parte de la tarde, Dylan veía televisión y Margot dibujaba diferentes cosas, hasta que el ruido de la puerta los interrumpió en sus actividades. Margot cerró la libreta y la dejó sobre el escritorio junto al lápiz, y se dirigió hacia la puerta. Al abrirla no encontró, no vio a nadie en el corredor, salvo una caja como de madera de gran tamaño y de color verde, que tenía una nota sobre ella y decía: "Para Margot". Ella intentó levantar la caja, pero era muy pesada, así que la entró a la habitación empujándola con los pies. Una vez dentro cerró la puerta del lugar y se arrodilló frente a la caja y Dylan estaba junto a ella.
Margot abrió la caja vacilando, y se llevó una sorpresa al ver que tenía dentro de ella: había botes de pintura de todos los colores, pinceles de tamaños variados y lienzos pequeños, medianos y grandes, aproximadamente tres de cada uno.