—¿Te gusta el lugar, Mar? —preguntó Cameron.
—¿Gustarme? Cam, estamos en Nueva York, por supuesto que me gusta —respondió sonriendo de oreja a oreja.
Se encontraban en el hermoso Central Park, sentados en el césped desde hacía media hora, a pesar de que fuese de noche. Habían llegado a la ciudad hace aproximadamente una hora y la primera actividad fui ir allí.
Habían pasado ese tiempo hablando, riendo y, cada tanto, besándose. Pero el hecho de besar a Cameron hacia que recordara el beso de Connor. Una parte de ella sentía algo de culpa por aceptar aquel beso, pero la otra parte no sentía culpa, sino satisfacción ante el hecho de que Connor la besara.
Cameron se levantó del césped y le tendió la mano a Margot y ella también lo hizo.
No habían muchas personas, al menos en esa parte del parque, a pesar de que era una noche hermosa, el cielo estaba cubierto de estrellas y una gran luna que los iluminaba débilmente.
Comenzaron a caminar, Cameron había entrelazado su mano con la de Margot. Ella miró a Cameron, luego dirigió su mirada a sus manos y sólo se limitó a sonreír. En ese momento todo pensamiento referido a Connor había desaparecido y toda su atención estaba en ese pequeño gesto por parte de Cameron.
—No dijiste nada sobre mi cabello, ¿no te gustó el cambio? —dijo Margot tocando su cabello con la mano libre.
—Claro que me gustó, Mar. —respondió pero sin mirarla— ¿Por qué crees que te traje a Nueva York en lugar de ir a Madrid, como lo había planeado? No me respondas ahora.
Margot se quedó perpleja ante la pregunta. Iba a viajar a Madrid pero terminó en Nueva York. Ella también hizo en su mente la pregunta, pero se dió cuenta de que no importaba el lugar, lo que importaba era Cameron, lo que resultaba importante para Margot era estar con él.
—Quiero llevarte a un lugar. —Cameron miró a Margot sonriendo— Pero necesito saber si estás lista para ir allí.
—¿Dónde iremos? —Margot se detuvo.
—Sólo dime si lo estás o no.
—Lo estoy, estoy lista para ir contigo a no se donde —ella sonrió y él le devolvió la sonrisa.
Cameron volvió a tomar la mano de Margot y continuaron caminando pero ahora con un rumbo fijo. Pasaron por el puente Gapstow, Margot no resistió a tomarse varias fotos allí y luego continuaron caminando un poco más hasta llegar a un edificio que parecía un lugar agradable para vivir. Pero en lugar de entrar al edificio, Cameron la condujo por el pequeño callejón, al costado del mismo, hasta una puerta no muy grande y con un candado que, sorprendentemente, no tenía rastros de haber sido forzado pero la puerta estaba pintada con grafitis.
Cameron sacó una llave de su bolsillo y Margot esperaba expectante ver que se encontraba detrás de esa puerta, además de las ansias que sentía por entrar, a donde fuese que iba a hacerlo, y dejar de estar en ese callejón.
Margot no podía, aunque tampoco intentaba, sacar conclusiones sobre que habría allí. La única conclusión que vino a su mente fue que era otro lugar que tenía Cameron, como aquella bodega.
—Cierra tus ojos —pidió Cameron cuando estaba a punto de abrir la puerta.
Margot los cerró y Cameron colocó una de sus manos sobre los ojos de la chica para guiarla dentro del lugar. Cerró la puerta detrás de si y se alejó de Margot pidiendo que mantuviera sus ojos cerrados. Colocó música en una radio que había allí y sólo entonces pidió que Margot abriera sus ojos.
Ella observó el lugar, era amplio, las paredes estaban pintadas con formas extrañas en muchos colores, había un escritorio pegado a la pared y cubierto con frascos de pintura de muchos colores, papeles y pinceles de todos los tamaños; en un rincón de la habitación había varios lienzos en blanco y había algunos cuadros con alguna similitud a los que ella pintaba y que había visto en los apartamentos de Cameron; también había pequeñas esculturas en yeso pero algunas no estaban terminadas y otras parecían haber sido destruidas a propósito.
Sólo una vez que terminó de observar cada parte del lugar comenzó a sentir aquella sensación de que sabía dónde estaba, y al escuchar la música esa sensación aumentaba más.
Algunos vagos recuerdos pasaron por su mente, pero no eran muy claros, su memoria no la ayudaba en absoluto.
—¿Recuerdas éste lugar, Mar? —preguntó Cameron acercándose a ella, pero con algo de tristeza, Margot lo negó.
—Sé que estuve aquí antes, pero no recuerdo nada.
Caminó por la habitación hasta llegar a donde estaban lo cuadros y tomó uno. Ciertamente tenía alguna similitud con los demás cuadros pero también era tan diferente a los otros.
—Nunca permitiste que nadie hiciera una exposición con ellos —Cameron se colocó al lado de Margot y observó el cuadro—. Antes pasabas horas y horas aquí, había días en los que salías en la mañana temprano y cuando yo terminaba mis clases por la noche tenía que buscarte.