And you say, "As long as I'm here
No one can hurt you
Don't wanna lie here
But you can learn to
If I could change
The way that you see yourself
You wouldn't wonder why you hear
They don't deserve you"
Everything I wanted; Billie Eilish.
Los días pasaban y con ellos las semanas.
Yendo contra todo en lo que creía, Loki se había forjado una nueva rutina.
Una donde, en su mayoría, el rostro de Thor y el de Peter adornaban la portada. Era casi que una falta de respeto a su solitaria y tranquila vida, pero no es como si le hubiesen dado mucha opción.
Parker había pedido hacer horas extras porque se acercaba el cumpleaños de su tía y quería regalarle algo bonito. Siendo tan insistente y pesado—Loki jamás admitirá que le ablandaba el corazón— no tuvo más opción que decirle que sí.
Y Thor... él simplemente había decidido instalarse en su vida y no irse de allí ni porque le quitara a patadas.
Y lo intentó. De verdad que lo intentó.
Diría que se sentía sofocado o cansado, pero sería una vil y cochina mentira.
En Thor había encontrado más de lo que alguna vez pudo imaginarse.
Sí, el hombre podía ser exasperante, pero, ¿quién no lo era en ocasiones? Loki estaba seguro de que entre la ingenua tenacidad de Thor, los parloteos sin pausa de Parker y su abundante mal humor, podrían conquistar al mundo por cansancio.
La gente se cansaría de reprocharles sus actitudes y les dejarían ser, cediendoles el mando del planeta con tal de que al fin se callaran.
No era lo ideal, pero Loki no dudaría en tomarlo.
Por otro lado, se había sorprendido al descubrir pequeñas cosas de Thor que le daban hartos motivos para seguir observándolo en silencio cuando el otro no se daba cuenta.
Como por ejemplo, la habilidad que las torpes manos del rubio podían llegar a tener si estaba concentrado o relajado. Se hacía unas trenzas maravillosas en su cabello rubio, de distintos grosores, con diferentes vueltas. A veces se hacía varias trenzas y las recogía; otras veces las adornaba con algunos aros plateados. Y más de una vez, para su maravillosa sorpresa, encontró aros que iban a juego con sus peinados. Les colgaban delicadas cadenas y tenían formas de alas, rosas y hasta animales a veces.
En una de esas semanas se dejó la barba bastante larga y también la decoró con bonitas trenzas bastante complejas de lograr.
Thor era más que bonito. Era maravilloso.
Las sudaderas desteñidas y los pantalones rotos poca importancia le daban ya. Loki creía firmemente que eso era lo que hacía que Thor sea quien era.
También había descubierto que, de verdad, el hombre parecía adorar la literatura. No tanto como él, pero la respetaba lo suficiente como para que lo aceptase tener charlas por videollamada hasta las dos de la mañana, debatiendo, explicando y recomendando libros que muy pocos conocían.
A veces, Thor se iba de viaje. Tenía películas que grabar, proyectos que requerían su atención y muchas sesiones de fotos.
Pero eso no hacia que de olvidarse de él. Muchas veces iniciaba videollamadas y le mostraba los paisajes de fondo, el lugar donde se hospedaba y le obligaba a saludar a su perro, que ladraba enloquecido cuando escuchaba su voz.
Y Loki no podía creerlo.
Cada día era más consciente de las calles, de las revistas, de los anuncios; Thor aparecía en ellos más seguido de lo que Loki podría haber imaginado.
Así mismo, más de una vez sorprendió a alguna que otra persona siguiéndole, anotando, con cámaras escondidas bajo el abrigo; seguramente querían saber que tipo de relación tenía con el famoso Thor, pero no se acercaban demasiado.
Y sobre eso, Loki de verdad había encontrado en Thor a un amigo. Uno muy diferente a él, pero un amigo al fin.
A veces se preguntaba si era solo él, pero en más de una ocasión, a la hora de partir cada uno para su lado, ambos tenían un atisbo de duda sobre cómo proceder.
Los apretones de mano ya no parecían ser suficiente, así que Thor comenzó con los abrazos. Al principio eran bastante naturales y cortos, pero con el pasar de las semanas, se hicieron más largos, mas cariñosos, casi eternos.
Y Loki no decía una palabra. No sé quejaba pero no daba un paso más.
No sabia que demonios hacer, ¿y si eran solo ideas suyas? No quería joder la única amistad que había tenido en su vida, tampoco estaba seguro de poder soportar el rechazo de un hombre como él.
—¿Cariño? ¿Sigues con nosotros?
Loki parpadeó, perdido en la nebulosa de sus pensamientos. Para cuando pudo enfocar la mirada, los ojos algo preocupados pero divertidos de su más concurrente clienta fue lo primero que vio.
—¿Disculpe?
Ella rió, seguramente por la mueca confundida que debía tener.
—Por un momento pensé que te habías ido a otro planeta.
No recordaba ni de que estaban hablando. Ella le había dicho algo de sus vacaciones, luego de que se veía distinto y luego de que la camisa que llevaba puesta le resaltaba su color de ojos y le lucía mejor.
Claro, ahí el problema. Thor le había traído esa camisa verde agua de Italia, diciéndole "la vi y supe que tenía que ser para ti".
Y, por supuesto, Loki se desconectó de la realidad y comenzó a pensar en él, olvidándose de que aún mantenía una conversación con su mujer favorita en el mundo.
No obstante, pese a su interrogante mirada, él negó con una sonrisa—Lo siento, no sé donde tengo la cabeza.