Ocho Notas Para Enamorarte

Capítulo 3

Una vez en casa trate de ser lo más sigilosa posible para que Elena no se diera cuenta que habia llegado más temprano de lo normal. Marco estaba muy emocionado por contarme algo, pero acordamos que era mejor encontrarnos al dia siguiente para hablarlo con más tranquilidad pues ya habíamos pasado una noche de locos.

Me quite los zapatos para hacer el menor ruido posible, pero las ya gastadas escaleras de la casa hicieron su tan habitual ruido el cual llamo la atencion de mi querida Tia (nótese el sarcasmo) que se encontraba justo en la cocina.

- ¿Acaso eres tu alimaña? –Grito esta. – Mas te vale venir aquí y darme una explicación de el porque estás aquí a esta hora.

Sin más remedio me dirigí a la cocina, no tenía la energia para soportar otra pelea pues la que tuve recién con ese desagradable hombre me dejo agotada.

-Aquí estoy tia. –dije con fastidio.

- “Aquí estoy tia” –dijo tratando de imitar mi tono de voz. – Ya lo sé te tengo justo enfrente de mí. Ahora habla, ¿Qué haces aquí?

-Aquí vivo, es raro que no lo sepas puesto que siempre me llamas para hacer el desayuna, los quehaceres, la cena…. - dije con sarcasmo desatando el enojo de ella.

-No quiera hacerte la graciosa niña tonta, que si de mí dependiera desde hace mucho tiempo no estarías por aquí estorbando. –dijo soltando con amargura en su voz, definitivamente nuca podre estar bien y en paz con esta mujer. –Ahora dime porque estás aquí si se supone que tomarías horas extras.

Dude por un momento si contarle la verdad a Elena, si se lo decia muy posiblemente me gritaría y comenzaría una pelea llena de una sarta de insultos hacia mí, refiriéndose a lo poco eficiente que soy y lo poca cosa que represento. Al final decido contarle todo y mentalizarme a las palabras hirientes que soltara.

-Bueno… hoy tuve un problema con un cliente y Jhon me ha despedido.

Elena solo me miraba y yo esperaba que de su boca saliera todo el veneno que estaba deseoso de salir, pero lo unico que hizo fue soltar una carcajada. Nunca la habia visto reír tanto en todos estos años que he convivido con ella, incluso llegue a creer que ni siquiera podía reír, pero este me decia todo lo contrario.

-No encuentro la gracia en esto. –dije sin entender nada.

Su única reacción fue volver a su característica postura erguida tan característica de ella mientras se limpiaba algunas lágrimas causadas por su risa excesiva.

-Querida mía, tu eres el vivo ejemplo de que la manzana siempre cae cerca del árbol. Solo mírate, ni siquiera pudiste terminar la preparatoria, mucho menos la universidad y terminaste de camarera con un sueldo miserable, justo igual que tu madre. –dijo mirándome con superioridad. – Y ahora, vienes y me dices sin más que te han despedido, igual que tu madre. Definitivamente eres su hija, incluso has corrido con su misma suerte. –Su risa volvió a salir, pero esta vez mucho más fuerte y escandalosa que antes. Su cara reflejaba satisfacción ante las palabras que recién habia soltado en mi cara. Mi enojo era incontrolable, solo un poco más y mis uñas podrían perforar mi piel por la fuerza con la que mis puños estaban cerrados. No permitiría que nadie hablara asi de mi madre y Elena no sería la excepción.

-Por lo menos ella trato de buscar una salida. –dije colérica. –Ella siempre se esforzó tanto, que tomo la dura decisión de dejar a su única hija con la última persona en la que pensaría para que un dia pudiéramos ser felices juntas, sin sufrir ninguna preocupación relacionada con el dinero. No se refugió en el alcohol y alejo a todo el mundo para vivir en soledad. Y eso es algo digno de admirar.

La cara de Elena era inexpresiva, pero sus ojos reflejaban enojo puro. Amabas nos mirábamos directamente, sin perder ni por un segundo el mas minimo movimiento de la otra. De repente su boca se torció a un lado en una especie de sonrisa, la cual estaba llena de cinismo y malicia.

-Si tu madre, querida niña ingenua, te quisiera tanto como dices y luchara tanto por esa bella y fantasiosa vida juntas que tanto defiendes, no habría desaparecido asi sin más. –soltó sin más.

- ¿A qué te refieres?

-Me refiero a que tu madre se fue y te dejo aquí sola. Es que acaso no lo intuías ya, incluso para esto eres lenta ¡Por Dios!

Hace ya un tiempo que mamá no enviaba una carta, yo siempre lo justificaba con el hecho de que tal vez el trabajo en el campo habia aumentado y estaba muy cansada para escribir, pero el dinero que enviaba a Elena siempre era puntual…hasta hace poco que yo misma tuve darle gran parte de mi sueldo para compensarlo. Pero eso no daba por hecho que mamá se habia ido y me habia dejado sola.

-Es mentira, ella no haría eso.

-Bueno, tal vez a mí no me creas. - dijo buscando algo en uno de los cajones. -Pero a tu madre sí.

Me entrego un sobre abierto. Dentro se encontraba una hoja doblada en tres partes, la letra delataba que mamá la habia escrito.

-Léela y te darás cuenta que nunca conociste a tu madre realmente. –dijo mientras dejaba la cocina. –Oh y cuando termines puedes hacer lo que quieras, si decides irte o lanzarte del balcón da lo mismo para mí.

Y asi, quedándome completamente sola y con un silencio que dolía decidi leer el pedazo de papel que reposaba en mis manos.




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