Oculta

UN DÍA MÁS 


CAPITULO CINCO 

 

 

Las gotas de sudor corren por toda mi frente y siento los músculos de mis piernas calentarse a cada movimiento, la música sigue sonando en mis odios por los audífonos y trato de lograr estabilizar mi respiración, la canción no ayudaba a calmar mi ritmo cardiaco, escuchar a todo volumen a “Calvin Harris con Thinking About you”, deteniéndome solo lo suficiente la cambien a una instrumental lenta de “Black & Yellow de Josh Vietti”, logre poco a poco desacelerar mi ritmo cardiaco. 

Veo mi reloj y dice que es momento de dejar el ejercicio por hoy, tomo un par respiraciones profundas y me seco la cara con mi toalla de mano, tengo la garganta seca, tomo unos cuantos tragos de agua para aligerar la carga cuando llega se siente refrescante, me inclino para tomar mi maletín, dirigirme a la salida del gimnasio y siento que alguien me observa con mucha atención ignoro por completo la sensacion, continuo y me cuelgo el bolso en el hombro siento una mano en mi hombro, aún sigo escuchando música aun cuando la letra de la canción sonando en mis oídos es tranquila mi cuerpo se tensa y reacciono de inmediato girándome violentamente lista para golpear al “imbécil que tiene su mano en mi hombro”, antes de que lance el puñetazo me detengo y veo esos ojos grises que tiene un brillo de diversión y una gran sonrisa en el rostro, en mis oídos sigue “Birdy con Skinny Love”, la letra no tiene ningún sentido para mí, pero me encanta la canción, lo veo mover los labios pero no escucho  lo que dice, me quito uno a uno los audífonos y su sonrisa se hace más grande. 

-¡Hola! – lo saludo dando un paso atrás haciendo que su brazo caiga de mi hombro, el contacto de su mano aun cuando es familiar o desde que regrese hace cinco meses a este lugar ha intentado ser un amigo, uno que parece ser buena persona solo qué para mí, las buenas personas no existen aun cuando se proclamen buenas  

-¡hola! – me contesta muy feliz sin notar que me he alejado o ya se ha acostumbrado de mi actitud tan tosca hacia él– Lucía, Me da gusto verte – musito 

-Gracias, igual – doy otro paso hacia atrás – nos vemos el lunes que llegues por mis hermanos  

-Lucia, sé que eres nueva en la ciudad, por eso pensé que tal vez… 

-Gracias Saúl – corto su dialogo cruzando mis brazos – pero lo mío no son las fiestas o convivencias como las quieran llamar, me tengo que ir – y me doy la vuelta, él me toma de la muñeca y me sujeta firme pero no me hace daño, no me giro para probar mi punto de “me voy” y el habla  

-Vamos que pierdes al ir – su vos es de súplica – no debes salir corriendo  

-No – le digo aun sin girarme – no lo hago, tengo cosas que hacer y no tengo tiempo que perder aparte de que no quiero hablar con personas extrañas –– feliz día – me giro y camino unos pasos y me intercepta al frente  

-No, te dejare ir a ninguna parte – en sus labios hay una ligera muestra de sonrisa no tan pronunciada – hasta que aceptes – ¿Qué demonios se cree este imbécil? 

-No, no es mi respuesta, no necesito amigos o lo que sea que pienses Saúl, eres agradable, me caes bien déjalo así eres un buen chico y yo una desconocida cada quien en su papel no los mescles, feliz día Saúl... 

Cuando se cerró la puerta del gimnasio tras de mi sentí un alivio indescriptible, pero cuando más caminaba hacía mi trabajo sentía un dolor en el corazón uno que tenía desde hace años, ha formado parte de mi vida, no tengo la intención de hacerlo crecer en mi interior, he encontrado el trabajo que quiero, haciendo lo que me gusta. Algún día entenderán porque la contradicción de en ocasiones lo odio y en otras lo adoro, ¡demonios! Digo al ver la hora “Sara me va a matar voy a llegar quince minutos tarde al ensayo de hoy”, mi trabajo queda a solo dos cuadras de donde estoy, crucé el maletín en mis hombros, me puse la capucha y comencé a correr a toda velocidad. 

Me detuve de un golpe respire y hale la puerta que estaba en el callejón y entre a pasos largos al salón, las chicas ya estaban en el escenario, me quite la sudadera antes de que me viera Sara, estaba de espaldas y no me había notado, camine sin hacer ruido, cuando estaba a punto de poner el pie en la primera grada hablo 

-Llegas tarde Lucí – su voz era gruesa y yo sabía que se encontraba furiosa conmigo 

-Lo lamento Sara se me presento un contratiempo – y subí al escenario tomando mi posición al frente de Silvia, Dana y Olivia, ahora sus ojos negros y llenos de mascara, pestañas postizas me miraban muy fijo 

-¿Qué clase de contratiempo? – demando muy seria, sus labios pintados de rojo formaban una dura línea.   

-Me he entretenido un poco más en el gimnasio  

-Bien ponte los zapatos altos Lucí, ¿sabes?, odio que vengas a los ensayos con zapatillas deportivas y vestida de esa forma – solo moví la cabeza en asentimiento pues no quería que me regañase duramente.  

Me quiete mis tenis y me puse los tacones rojos, los que correspondían para esta rutina, camine nuevamente a mi lugar y la música comenzó a sonar a mi señal, en la cabina de control estaba Edgar, iniciamos y sentía cada movimiento en mis músculos, la rutina no era desconocida ni complicada solo que no podía concentrarme del todo pues seguía lamentado mi decisión de regresar a la casa donde inicio todo mi tormento, mis cavilaciones exactamente hicieron que me perdiera, pero escuche gritar a Sara desde la barra del bar mi nombre y eso me trajo de vuelta  

-Lucía ¿Qué infiernos está pasando contigo niña! – en sus manos poseía una copa y la dejo en la barra para llegar a mí, me petrifique por completo, no por su presencia sino por el recuerdo que me a la casa que llevo habitando 5 meses en los cuales llevaba evitando, evitando ese momento desde  mi regreso a casa cosa que en un momento u otro debía de pasar, caminó con paso decidido y subió al escenario – son tus pasos, es tu coreografía, es la música que elegiste – a decir eso ya estaba frente a mí con ojos que echaban chispas -  junto con Edgar, me puedes explicar ¿Por qué - hace una pausa y toma aire - infiernos, no queda! – dando a esas últimas palabras la debida entonación, una pregunta y un grito que me regreso por completo a la realidad -  el último ensayo – le quería decir que lo sentía, que me iba a concentrar, pero lo estaba dudando, no paso mucho tiempo y escuchamos una voz  




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