CAPITULO DIECINUEVE
Bajo del auto y asiento los dos pies en el suelo para moverme con libertad, veo correr a mis hermanos por el parqueo solo se detiene unos segundos al momento de abrir la puerta del restaurante, los gemelos se empujan por entrar, pero la primera en entrar es Daniela, siento una sonrisa en mi rostro es bueno verlos tan felices con una comida, no es un lugar muy caro pero el compartir con ellos es lo mejor del día, sin importar que sea un cumpleaños o un día normal.
Fui educada como hija única por ocho años con mamá y después de los acontecimientos también con mis abuelos, pero el tener a mis engendros hace que dude si es buena idea que yo viva con ellos, sin importar ¿Qué?, ¿Cómo? Ellos lo son todo para mí, veo que Loli esta caminando a mi par y le hago una señal con la cabeza para que corra y disfrute su infancia, niega con la cabeza y damos un par de pasos antes de que pronuncien palabra
Los gritos de Vicky, fueron porque no te encontró en ninguna parte donde te fue a buscar – no es una pregunta, es una completa afirmación no me sorprende que lo sepa pues los gritos de Vicky indudablemente se escucharon hasta el parquecito que esta a diez casas de la mía.
Si, ¿estabas despierta? O ¿los gritos de Vicky te despertaron? – estamos a unos cuantos pasos de entrar y ella se para frente a mi bloqueando mi camino, me detengo rápido y por unos mementos pierdo estabilidad, al parecer lo nota porque pone sus manos en mi cintura haciendo que recupere mi equilibrio - ¡gracias por no matarme! – le digo con un tono de susto, Vicky ha entrado espero y pueda con mis diablillos.
¿te gusta? - ¿Qué si me gusta que casi me tire?, esta loca ¡claro que no!
No – le digo en un casi grito - ¿como piensas que me gusta caer? - y en su rostro se dibuja una sonrisa seguida de una gran carcajada y yo apuesto un millón de dólares que tengo una cara de ¿Qué es gracioso?
¡cielos! Lucí, se que eres despistada, pero en estos temas, no eres lenta, eres lo que le sigue – bien, ¿Qué rayos me perdí de la conversación? - ¿te gusta? – ya ahí bien otra vez ¿Qué me gusta? –
Tu trabajo – siento que en mi cabeza hay un sonidito que hace “¡din, din, din…!”, no ¿me gusta?,
No, es una respuesta que tenga ahora – y veo que no esta convencida con ella – es difícil que comprendas el porque no es un no absoluto, los adultos complicamos las cosas, solo te aseguro que no me quedare trabajando en ese sitio para siempre ¡vamos! – le hago una señal pera que se gire lo hace de mala gana no quedo satisfecha con mi respuesta, pero es algo que no puede saber, aun cuando lo he deseado mucho tiempo “mi trabajo no me lo permite”.
Por dentro es grande con mesas de madera de cuatro, seis, ocho personas en cada mesa hay un centro de mesa natural, un salero y un pimentero, mis enanos están sentados cada uno tiene la carta alzada frente a su rostro por lo que no puedo ver su expresión me siento sintiendo la comodidad de no tener las muletas a mi lado, examino cada parte del edificio.
A la par de nuestra mesa esta la cocina y se puede ver que hay dos estufas industriales, un horno, una chimenea dos cocineros, con ladrillos pegados a la pared blanca una barra donde colocan los platos, un estante de vinos adosado a la pared junto a la puerta de la cocina, las copas están en una estructura aérea en la parte superior a la barra, es un lugar bonito. Puedo decir con gusto que es de mi agrado. Llega un mesero y se posiciona junto a mi par con una libreta en mano blanco una lapicera, su uniforme es una camisa blanca y chaleco negro un mandil a la cintura y nos pregunta por nuestra orden, nadie despega la vista del menú y tengo que hablar para que presten atención a lo que está sucediendo, al memento que lo logro los gemelos comienzan a hablar sin yo poder entender palabra alguna.
Demoramos mucho para ordenar, después de todo lo hemos logrado, fueron los minutos más largos que el pobre mesero ha tenido pues su expresión aun cuando intento no demostrarlo se veía impaciente y nervioso.
Platicamos de algunas cosas, del colegio, los gemelos siguen discutiendo sobre que pastel pedirán.
¡nunca me explicaste! – dice Vicky viéndome fijo en la mesa, estábamos hablando de la visita que tendrán los gemelos hoy por la tarde de su papá, no es solo para ellos pero solo serán 30 minutos pues no lo quiero cerca de mi o mis hermanos. Solo que dejare que llegue porque al final de todo es su papá y nunca deben saber la razón por la que yo fui de casa
Mmm ¿no lo hice?, ¿estás segura? – creo haberlo mencionado o ¿no? – debe ser porque no es importante – le digo sin mostrar ninguna emoción, pues no me va afectar en mi vida, jamás nunca su presencia me va a poner en forma indefensa.
¿Cómo?, ¿Cómo no puede afectarte? – pregunta algo indignada
Solo es una visita ellos estarán en la sala con su papá y tú y yo estaremos en la cocina vigilando que todo sea normal, no los puede sacar solo verlos y hablar.
¿mujer estas Loca? – me pregunta en casi grito/susurro, yo niego con la cabeza porque en ese instante aparece el mesero con nuestros platos de comida. No puedo hacer una fiesta para los enanos por mi corto presupuesto para hacerlo, pero llevarlos a comer a un pequeño lugar económico lo puedo hacer.
La comida fue tranquila hasta que por alguna razón que no entiendo levante la vista y sentado en una mesa veo al tonto de mi ex con dos personas junto a él que no conozco, pero al parecer no se ha dado cuenta de mi presencia, intento quitar la vista de donde se encuentra para no ser tan obvia que me altera su presencia.
Le hago una señal al mesero para que llegue con la sorpresa de mis hermanitos, veo que desaparece en la puerta de la cocina y hablamos unas pocas palabras con Vicky sobre mi nueva vestimenta y guarda ropa que me compro, le pido que me diga donde puso mi ropa porque la necesito para salir del trabajo por la madrugada es mi camuflaje, gracias a eso he podido pasar desapercibida al entrar y salir del club, pero es imposible que me lo diga por más que se lo pido, lo tendré que averiguar yo.
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Editado: 05.07.2021