MARATON 3/3
CAPITULO VEINTE Y DOS
Un traje gris a la medida es el que tenia puesto hoy de pie en el espejo de mi closet anudo mi corbata alrededor de mi cuello, terminado de esa forma con mi vestimenta para salir a las oficinas de la constructora en la que trabajo desde hace seis años un par de años después de iniciar la carrera.
-Señor puntual – habla Eduardo desde la puerta de mi habitación con una playera un saco, unos jeans terminando su conjunto con unos zapatos de vestir
- Tu deberías de aprender a vestir
- para eso faltan unos meses Alejandro ahora solo soy el aprendiz de papá
Eduardo siempre ha sido el menos formal de los dos y eso es desde su vestimenta hasta su irresponsabilidad por tomar en serio el trabajo, es uno de los dueños de esa constructora y parece que no le importa que los empleados lo tomen en serio, eso era inadmisible para mí y mi abuelo.
-Hoy inicias tus practicas en tu propia empresa, considero que debes tomarlo en serio
-Lo hago Alejandro – dijo dando pasos hacia la escaleras – de lo contrario llegaría hasta que papá llegara a la ofician o no me presentara
Bajamos las escaleras en silencio, directo a la cocina para preparar un café para ir a la empresa, nunca aprendí a cocinar y la ama de llaves solo viene a casa a limpiar, por lo que todos comemos fuera de casa o cuando papá se pone de cocinero en algunas cenas comemos algo casero.
En una casa de hombres no hay mucho en la alacena y refrigeradora para comer exceptuando cosas que no requieran cocción.
-¿Qué numero de asistente llevas en este mes? – dice Eduardo mascando una manzana justo cuando lanza las llaves en el aire para que sea yo el que conduzca, mi hermano es demasiado flojo para pelear el auto y conducirlo
-Julia, Ana, Mariela, Maira, Rubí – menciono el nombre de las que recuerdo – Elena que es la que esta ahora trabajando para mí
-Tengo compasión de esta última - ¿Cuánto tiempo lleva bajo tu regimiento militar?
-No es la milicia Eduardo – le hablo serio – si no son capaz de hacer las cosas bien y a tiempo no son de utilidad
-Vamos Alejandro que se hayan atrasado unos minutos en entregarte los planos porque a la pobre mujer se le han quedado en el auto no significa que la debes echar
- El cliente había llegado diez minutos antes de la hora fijada y ella lo hace esperar de pie, quince más, al momento que inicia la presentación los planos no están preparados – respondo a su pregunta – para mi es motivo suficiente para prescindir de su colaboración
-¿Cómo se llamaba ella?
- Ana – le digo cuando entramos en el auto – no espera creo que ella fue Maira – no recuerdo quien de ellas fue con certeza, tiene una sonrisa en los labios que me irrita desde que éramos pequeños – ninguna se quedo mas de dos días no pretendas que tenga sus nombres presentes
-Esperamos que Rubí tarde más que eso – al terminar de decir eso se rio - ¿Cuál a sido tu asistente que a durado más
-No estoy seguro de eso Rubí llego el viernes, tarde en contratarla una semana para decidir que era capaz de manejar el trabajo, no lo ha hecho mal.
***
Estaciono el auto en mi parqueo habitual, la constructora no es grande en edificio, pero ha llegado a tener grandes contratos en el país y un par en el exterior que ha hecho que ingresemos en el mercado internacional. Para papá es un orgullo le ha costado establecer la constructora Amalis, cruzo la puerta viendo que se encuentra Arturo el guardia de seguridad sentado en su puesto de registro que nos saluda amablemente como todas las mañanas.
Pasando la recepción donde se encuentra el escritorio de Damaris la secretaria general de la constructora, la oficina de papa se encuentra a mano derecha que es donde entra mi hermano despidiéndose no antes de saludar a Damaris que le regala una sonrisa.
-Señor – llama mi atención – Castillo
-Alejandro -Le digo a Damaris – mi padre es el señor yo aun no tengo canas
- lo lamento – dice ruborizándose un poco – esto es para usted – me extiende un folder manila que tomo con cuidad – lo ha traído mensajería, dijo que era urgente
-¿Rubí esta en su oficina? – Damaris se pone blanca como el papel – sucede algo
-Lo que tiene en sus manos es su carta de dimisión – la abro perplejo de lo que escucho, al retirarnos el viernes por la noche le he preguntado si ha estado cómoda, no menciono nada al respecto ahora que hago yo sin una asistente, suspiro
- Llama a recursos humanos nuevamente que anuncien una vacante de asistente para contratación inmediata – antes de que diga algo, que me haga enojar lo suficiente para gritar a quien sea me retiro a mi oficina, tendré que quedarme hasta tarde para mantener al día todos los proyectos que tenemos que aun con los tres trabajando nos hace falta unas manos extra.
***
Desde que entre a mi oficina no me he despegado del ordenador terminando unos planos que se deben de presentar en dos días a pesar de terminarlos, me falta el presupuesto, antes de que olvide que debo realizarlo me pongo de pie guardando los últimos cambios, me dirijo a la oficina de mi asistente que nos une una puerta en la pared que divide cada espacio, al abrir la puerta puedo escuchar música, nadie escucha música en este edificio y menos una tan estruendosa.
Sigo entrando y no tardo mucho en llegar a visualizar un reguero de hojas en todo el escritorio, también hay unos cuantos papeles en el suelo apilados en grupos que tiene posits de color con una letra muy estilizada, no visualizo a nadie, lo único que escucho es la música que ha cambiado a una lenta que en otra vida me guastaría, las cosas que me distraen nos bienvenidas en mi vida y la música me distrae me desconcentra.
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Editado: 05.07.2021