CAPITULO TREINTA Y SEIS
Seis personas de pie una frente a la otra todos enfundando un arma apuntando a la cabeza del que tiene frete a sus ojos el primero que habla es el uniformado con dos medallas colgadas en su quepis que le otorgaba un rango de respeto y reconocimiento – estas jugando con fuego – le grito el escorpión – entregaste la mitad de nuestra mercancía – y se escucharon en toda la sala de la casa de aquel hombre que había jurado defender su país
-Yo no soy un traidor Escorpión
- Lo dice el hombre que juega la vuelta a su propio país
-Yo tengo más honor que tú o tu pu.. – las palabras murieron porque uno de los que acompañaban al escorpión disparo muy cerca de su pie
-De ella no hables – dijo el hombre que saco otra arma y dio dos pasos al frente - ¿Qué fue esa mierda de que llegaron militares a la guardería
-mis negocios son solo contigo – grita el hombre bajando el arma – mis tratos son con el escorpión no con la Matriarca, yo que putas ganaría con la perdida de tus mercancías – grita – infórmate mejor – les hace una señal a sus hombres para que bajen sus armas, nada contentos con las ordenes las acatan.
Los hombros del Escorpión se ponen tensos, al no tener una cabeza que entregar las cosas se pondrían mal, sus negocios son solo sustancias de un país a otro, el no se mete con las niñas, pero para su desgracia esa casa estaba bajo su cuidado.
Guarda sus dos armas – averigua – dice en un rugido dando dos pasos al frente para llegar a estar a su lado - ¿Quiénes eran los mal nacidos que entraron en ese lugar?, sus nombres, familia, donde viven cada detalle porque yo personalmente l os voy a matar uno a uno y a todos los que quieran
-Eso no se va a poder – le responde aquel hombre sin un alpiste de miedo – la información de los miembros del ejército no entra dentro de mi trabajo
-No te estoy preguntando si es o no tu trabajo – habla calmadamente que cualquiera pensaría que su voz son caricias, lo que todos saben en ese lugar que antes de cualquier muerte en las manos del escorpión esta la tranquilidad de su voz como anunciando la paz eterna que llevara el individuo frente a esos ojos oscuros que llevan años viendo la muerte – averigua y me los das o tu querida hija – dice letra por letra las últimas dos palabras – conocerá a mi preciosa compañera, palpa su cintura justo donde tiene enfundada su arma.
Los ojos de su hija de diez años se pasan por su memoria, puede sentir el dolor en su pecho de solo imaginar lo que le pudiera pasar – no te atreverías a tocar es tu hermana
-La única familia que yo conozco – habla – es con la mujer que me dejaste a los cinco años y me hizo matar por primera vez al carbón que le fallo – tienes veinticuatro horas para darme los nombres de esos hombres
En menos de dos minutos se subieron a la camioneta color negro dejando a ese hombre con el corazón acelerado por las palabras del que alguna vez había sido su hijo, lo que no hizo por él, lo iba hacer por su pequeña, la protegería si era necesario de el mismo, espero el tiempo necesario para salir de aquella bodega a las afueras de la ciudad donde tenían a su cargo uno de los laboratorios que procesaban la mercancía del escorpión.
Una maldición salió de su boca, no podía dejar de lamentarse una y otra vez el haber aceptado que su hijo se fuera con la basura de su madre, solo por no renunciar a su cargo como militar, lo peor de todo es que fungía como un funcionario sin ser lo realmente había traicionado tantas veces a su país que sus años de vida no eran suficientes para compararlos en cantidad.
Llamo a toda prisa a la casa para pedir que en menos de dos horas sacaran a su hija de esa casa y la trasladaran a una de las propiedades que tenía bajo el nombre de otro conocido para garantizar que no los encontraran.
***
En otro lugar se encontraba Sara sentada en una gran silla giratoria detrás de un escritorio de madera rodeada por cuatro hombres y el policía en el centro indicado sin ningún rasguño aún.
-Pero vamos a ver – se pone de pie y en el piso se podía escuchar el traqueteo de sus tacones – me estás diciendo que no sabias, que iban a allanar la guardería ¿Por qué?
-Señora – dijo con voz temblando
-Nada, nada yo soy la Madrina y así me vas a llamar
-Ma… Matriarca se lo juro que yo no tenía conocimiento – la voz de aquel hombre no podía escuchares peor con tanta tembladera que tenía con su cuerpo, nos enteramos porque una mujer llamo diciendo que estaban atacando la guar… - su palabra murió en el intento justo cuando un golpe le llego del lado derecho haciendo que callera sobre el piso color blanco que cubría el suelo de aquella gran oficina
-Así que la puta te aviso lo que pasaba – hablo ella para sus adentros – veamos y que hiciste
El pobre no podía contener el miedo que estaba a punto de mojar sus pantalones, cosa que le impedía hablar , di la orden de que lo pusieran de pie, aquella mujer que tenía las uñas pintadas de color rojo y llevaba unos enorme tacones que relucían de lo brillantes que los tenia se puso frente a aquel hombre que tenía la cabeza baja – esto – le dijo tomando si pistola colocándola justo sobre su frente – justo esto es lo que te mereces – el hombre cerro los ojos con fuerza.
Sara se alejó caminando a su rededor pidiendo que lo dejaran sostenerse solo con sus propias fuerzas, la sangre le revira, había perdido más de seis millones de dólares por su estupidez, pero no iba a ser el único que le pagaría con su vida, le coloco la punta de la pistola justo detrás de su nuca haciendo que el hombre se pusiera rígido – veamos uno o dos tiros – sonó su voz cantarían – por tu culpa murieron mis hombres – con esa última palabra le golpeó fuertemente cerca del odio derecho - ¿Cómo piensas pagarme lo que he perdido?
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Editado: 05.07.2021