Oculta

ENVIADO DE PAZ

CAPITULO CUARENTA Y CUATRO

 

 

Salí super rápido de mi casa para ir al trabajo, no tome las precauciones necesarias “nuevamente”, se me olvida que estoy herida porque debo hacerlo y lo hago tan bien ayudada de los analgésicos, que ahora que camión un poco a prisa me duele igual que mi hombro, no llevo nada, evitando el peso.

El entrar a la oficina será nuevo no creo que llegue a tiempo, en verdad voy tarde, el cruzar la puerta me calma un poco, pero espero realmente que no me grite por llegar tarde.

-Hola Dalila – saludo a la secretaria de los otros dos Castillo – ¿Qué tan mal va el día?

-Lucí – se pone de pie y me abraza a prendando mi herida y tengo que apretar los labios para que no salga de mi boca – rogué, resé a todas las deidades para que regresaras al trabajo porque te juro que me estoy volviendo loca – eso me hace reír, nos alejamos lo suficiente para quedar una frente a lo otra

-creo que te escucharon – me rio, yo soy creyente por mi abuela, ella siempre ha dicho que en nuestro trabajo el 10% lo ponemos nosotros y el 90% es decisión de Él solo de Él - ¿Qué tan mal te trato?

-Tenía un humor peor que el del día del que te fuiste – la miro raro, no entendía nada, pero aun así decidí no hacer un comentario.

-Bueno, comienza a rezar nuevamente para que no me grite – señalo el lugar donde se encuentra la ofician con la intención de llegar a ese lugar

-Tranquila que no ha venido – alzo una ceja, con la intención de preguntar a que se debía su retraso, no llegaba tarde

-Ha venido tarde los últimos tres días de la semana pasada

-Bueno, mejor para mí, voy a mi lugar por si ha dejado más mensajes en posist – hago una mueca de asco a eso, no me agrada

-No, no hay más mensajes en posits – casi brinco del susto al escuchar su voz lo tengo frente, pero me encontraba tan centrada en Damaris que no lo vi entrar teniendo la puerta al frente.

-Buenos días – decimos las dos al unisonó y Damaris se cuelga de mi brazo herido y tengo que hacer un esfuerzo sobre humano para no hacer una mueca de dolor, yo estaba esperando que gritara, o que al menos dijera algo de porque estaba platicando en lugar de encontrarme en la que funge como mi oficina.

-Buenos días – pero me sorprende de su acción – un café – me lo extiende, no se si me lo está ofreciendo o me lo dando, cosa que me pone en duda en hacer una acción, Damaris me pellizca el brazo y quiero golpearla por su acción de adolescente y lo tomo con un poco de reticencia

-Gracias – me da una sonrisa, reprimo las ganas que tengo de negar con la cabeza por su acción

-Me acompaña, que tenemos que hacer unas cosas señorita Figueroa – asiento con la cabeza porque esto es raro, el hombre nunca fue amable conmigo y ahora hasta me da un café, creo que los ruegos de Damaris fueron escuchados, con algo más allá de lo solicitado, hace un ademan para que pase al frente

-Al ratito – le digo a Damaris solo para que no sea demasiado evidente la sorpresa que ha causado en mí, la actitud de Alejandro. Camino lo mejor que puedo al tiempo que siento el vibrador de mi móvil, no he llamado a Erick desde lo de mi casa con Vicky y tampoco tengo la intención de hablar con él sé que me tengo que disculpar por haberlo tratado como lo hice, pero en ese monto lo único que quería era que me dejara sola, ese problema solo me compete a mí y a mi amiga, su presencia solo aumentaba la tensión, nada favorable.

Al entrar a la oficina esta justo como la deje, no, en definitiva, quiero ahorcar al idiota de mi jefe porque ha destrozado mi trabajo y veo que sobre la mesa de dibujo hay un montón de carpetas y casi no puedo ver la computadora y el teclado bajo un montón de planos, me trago el grito que quiero sacar de mi garganta porque ha destrozado mi organización en una sola semana.

-Supongo que no tendré almuerzo hoy – niego con la cabeza, al menos tendré una excusa válida para no ir a ver a mi madre que según mis hermanos saldrá en pocos días del hospital, ello me alegra, pero también me causa mucho miedo, no creo que me quiera en su casa, al menos regresare con mis abuelos y después de este caso nos iremos lejos, muy lejos.

Doy un paso largo y me arrepiento en el mismo instante porque no puedo evitar el dolor infernal que recorre mi pierna y un quejido de dolor sale de mis labios, hago acopio de todo mi control y de todo el entreno que he tenido que soportar para dar otro paso que seguramente se ha visto pausado.

-Lamento el desorden – hago una mueca y me alegro que diga eso porque quiere decir que no escucho mis anteriores palabras y menos mi quejido – pero mi hermano y yo juntos no somos muy buen equipo

-ya lo veo – lo digo fuerte para que se entere de que no me encuentro del todo feliz con lo que me voy a enfrentar – me tomara una eternidad hacer esto

-no tranquila que yo voy ayuda – avanzo y me siento en la silla giratoria solo porque ya no aguanto el peso de mi cuerpo, al hacerlo siento nuevamente el vibrador de mi celular cosa que solo hace que tenga más ganas de mandar al carajo a Erick en este preciso momento.

-¿me va ayudar? – mi gesto, estoy segura no es de agrado

-bueno tomando en cuenta que fui yo quien arruino su - no lo dejo terminar porque me río un poco de su actitud de niño regañado sin que yo dijera una sola palabra, el me alza una ceja y es ahí cuando corto mi risa

-bien, ayúdeme Señor – el abre la boca e intenta decir algo pero lo paro diciendo algo que traigo en la cabeza desde hace mucho – eres muy difícil de entender Alejandro, tienes cambios de humor muy drásticos – lo señalo un poco – por casualidad no eres bipolar – me ve como si le hubiera dicho que en la habitación hay un elefante rosa, asombrado – no importa – le digo sin darle tiempo a responder nada, no era pregunta – ese es asunto tuyo y de la persona que te vaya aguantar el resto de su vida – me muevo en la silla rumbo a la mesa que se encuentra la mesa de dibujo, doy una respiración profunda y me centro completamente en las carpetas.




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