Chris.
Un mes después.
— Ven aquí. —le mostré el juguete en mi mano a Enzo haciendo que moviera la cola y me ladrara desde la cama junto a Lana. —Ven.
En vista de que no iba a darle el juguete mas cerca, ladró por ultima vez y se acomodó junto a Lana lamiendo su mano para atraer su atención.
Dolía verla así, pero tendría que pasar por ello.
Dos semanas y aun no era fácil sobrellevar la muerte de Fanny. Habíamos ido a verla ese fin de semana y al día siguiente murió con Lana durmiendo a su lado. Había insistido en que se iba a quedar que preferí intentar convencer a su madre para que no chistara.
Al final, ambas habían dormido juntas por ultima vez, para que al día siguiente, mi chica llegara a mi lugar en el sofá completamente destrozada volviéndose un lio en mis brazos.
Fue demasiado duro verla y no poder hacer nada para ayudarla. Yo había pasado por ello dos veces y dolía demasiado, por lo que solo estuve allí sosteniéndola cada noche desde entonces tal y como había prometido que haría.
— ¿Aun no terminas allí?
Levantó la mirada de los papeles frente a ella y sacudió la cabeza. —¿Puedes pedir algo para cenar?
Asentí. —¿Pizza?
Una sonrisa tiró de sus labios.
— Por favor.
— Iré a llamar. —miré a Enzo. —Y tú. —me ladró al verme. —Ven a orinar o no duermes en esa cama esta noche.
Su respuesta fue ladrarme de nuevo con fuerza como si estuviera discutiendo conmigo.
— Déjalo, lo sacaré mas tarde.
Me tensé, pero simplemente asentí.
Me dirigí a la salida cuando el timbre sonó, mis ojos viajaron a Lana. —¿Esperas a alguien?
— No. —se encogió de hombros. —¿Tú?
— No, pero iré a ver quien es. —volvió su atención a los documentos sin responderme.
Me perdí en el pasillo y caminé hasta llegar a la puerta para luego abrirla.
Los ojos grises de Edward me encontraron, haciéndome retroceder en confusión.
— ¿Qué demonios haces aquí? —solté consternado.
— Vaya, yo también me alegro de verte. —se burló tomando la cintura de la mujer a su lado y atrayéndola a su pecho.
— Permíteme dudar eso. —reí. —¿Qué haces aquí?
Se encogió de hombros. —Estábamos en la ciudad y pensé en visitar, a menos a que no sea un buen momento.
Miré tras de mí. —Puede que haya algo de eso. —dije en un susurro. —Lana no está muy animada, perdió a su madre hace poco.
— Bueno, tal vez ella y yo podamos tener una plática. —miré a la mujer de Edward, sus ojos azules mirándome con esperanza. —Perdí a mi madre hace un par de años también. Es duro, lo sé.
— Lo es. —me aparté de la puerta. —Adelante. —ambos entraron y permanecieron en la antesala al ver que tardaba en cerrar la puerta.
Esperaba que esto no fuese una jodida mala idea.
— ¿Y bien? —preguntó Elena. La había conocido en la boda de Erick, por lo que solo tendría que buscar la manera de presentársela a Lana. —¿Dónde está?
— En nuestra habitación. —apunté al pasillo.
La mujer le dio un beso en la mejilla a mi amigo y tras mirarme, se perdió en el pasillo, cortando las palabras que iban a salir de mi boca.
— No la vas a detener. —me dijo Edward. —Pidamos algo de comer. —al ver que mis ojos seguían a su mujer me golpeó el hombro. —Deja de mirarla y ya déjalo estar. Lana estará bien.
— ¿Quién te mandó? —entrecerré mis ojos en su dirección.
— Puede que Nicholas le haya mencionado algo a Emma y ella a Elena. —rodé los ojos y caminé a la cocina con el siguiéndome los pasos.
— ¿Tu y Elena no piensan en niños pronto? —cambié el tema antes de querer salir en dirección a mi habitación.
— Tal vez en un año o dos, por ahora ambos sabemos que tenemos responsabilidades que no podemos dejar de lado.
— ¿Qué has sabido de Elijah?
Suspiró y sus ojos viajaron al anillo en su dedo anular, tomándose un par de segundos para moverlo. —No reconozco a mi hermano. —me soltó.
— ¿Por qué lo dices?
Se encogió de hombros. —Se enamoró y eso lo jodió como nunca pensé que lo haría.
— Vanessa Campbell. —atiné a decir.
— En efecto. —se sentó en la silla junto a la mesa.
— ¿Qué sucedió?
— Elijah intentó ayudar a su manera, controlando todo. Y Vanessa a pesar de que lo ama, no es la misma mujer en la que él fijó sus ojos.
— No entiendo.
— Ella simplemente quiere salir adelante y Elijah no logró entender el significado de apoyo. Quiso que nada la tocara y Vanessa no lo soportó.
— Son muy distintos.
— Y pensé que podría llegar a funcionar.
Recordé las palabras de Elijah en la fiesta, y la pregunta que había estado rondando por mi cabeza desde entonces.
— ¿Ellos dos se casa...?
Los ojos de Edward se encontraron con los míos y abrió la boca al tiempo que los ladridos de Enzo llegaban en su dirección haciéndolo detenerse.
— ¿Un perro? ¿De verdad? ¿Tantos deseos tienes de tener un hijo? —se burló de mi agachándose y palpando la cabeza de Enzo, quien simplemente se relajó bajo su toque como siempre hacía y se recostó a sus pies. —Elena quiere un gato.
— ¿No los odias?
Bufó. —Ella no entiende eso.
Reí ante su mirada consternada ante la mención de un animal en su casa.
— ¿Por qué no un hámster o algo como eso?
— No jodas conmigo, Hotch.
— ¿Sigues entrenando? —miré sus brazos. —Porque no creo que soportes un encuentro como en los viejos tiempos entre tu y yo.
— Na. —se encogió de hombros. —Apenas si me da tiempo de ir al gimnasio un par de veces a la semana.
— Yo lo mantengo en forma. —llegó la cantarina voz de Elena seguida de la risita de Lana vestida con un vestido que no tenia cuando salí de nuestra habitación hace un par de minutos. Su rostro y ojos estaban algo hinchados como si hubiese estado llorando y por la mirada en su cara, comprendí que así había sido.
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Editado: 04.06.2024