Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

XXIII PARTE 3

¡NO, NO, NO!

Pese a que sus sentidos los tenía en perfecto estado, se negaba a aceptar que aquello estaba ocurriendo.

Fue descuidada.

Una crédula en toda regla.

Pero sobretodo peco de ingenua, al no considerar que el hombre que tenía en frente observándoles con aire burlón y triunfal, se quedaría tranquilo sin más.

Fundamentando todo lo que le habia hecho, incluyendo la agresión física para darse a respetar.

Aquella herida que surcaba el lado derecho del rostro, con rastros de sangre seca alrededor y en las ropas.

Pero lo peor vino despues de que se formó un profundo silencio ante las palabras de aquel.

Esas mismas que los dejo sin aliento, e inmóviles en su lugar.

Tras de este, seguido de Alejandro se adentró la única persona que quizás podía sacar el instinto asesino de su marido.

El gruñido semejante al de un león lo confirmo al avistar en su totalidad a Horacio de Carvajal.

¿Cómo pudo creer que no le seguiría?

¿Que se quedaría tan tranquilo con su desplante disfrazado de disculpa?

Este le correspondía el gesto, escrutándolo de una manera que jamás habría en antaño podido asociar a su persona.

Pudiéndola describir solo como… escalofriante.

Tenía que actuar cuanto antes.

Más cuando los niños estaban presentes.

De manera sincronizada antes de que los alcanzaran a avistar a totalidad, Alex y ella se giraron protegiéndolos con el cuerpo, seguido de tomar sus cabecitas para que los rostros quedaran resguardados, y en un susurro pedirles que hiciesen silencio.

— ¡Vicente!— grito apretando más el cuerpo de Thi contra ella.

Tenía que estar ahí.

Escondido o no, debía salir.

Pudo correr e internare por aquellos pasillos que conocía perfectamente, pero los riesgos no estaban contemplados en esas circunstancias.

Godric Keppel era un hombre de cuidado, más cuando su orgullo habia sido mancillado.

» ¡Vicente!— volvió a proferir.

En cuestión de segundos el párroco apareció con rostro de preocupación, y respiración errática como si hubiese apurado el paso, a la par de confusión plasmada en las facciones.

Una intranquilidad que se acentuaba en sus orbes miel, cuando advirtió que la situación que habia conjeturado que se estaba presentando, sencillamente no era la que se esperaba.

Boqueo tratando de dirigir el escrutinio a ella, pero no tenía tiempo para esperar que reaccionase, así que se acercó a este sin dilación y dejando de lado los reparos puso a Thi en su regazo, obligándolo a que lo tomase en brazos.

— ¿Ya sabes dónde llevarle?— expreso con rudeza y este despues de parpadear asintió—. Alexandre, ve con el— se giró hacia su esposo, el cual tenía al costado negándose rotundamente.

—Tú te iras con ellos— tercio de vuelta tratando de darle a Babette—. Mientras yo resuelvo esto— no le recibió, pese a que la pequeña los miraba atentamente sin proferir nada.

—Mi asunto— refuto con temple, dejando de lado el sentimentalismo de hace un rato, pese a que tenía el cuerpo tembloroso y la voz algo quebrada—. A mí es a la que quieren y no los expondré, como tampoco permitiré que terceros libren mis batallas— este apretó la mandíbula, dejando de verle.

Ofendido, pues le habia tratado como si no fuese nadie en su vida, cuando lo significaba todo.

— ¡Alejandro!— llamo a su tio, cosa que hizo que se tensara, añadiéndole el hecho de que esos hombres estaban sospechosamente tranquilos y silenciosos—. Hazte cargo de ellos— sin darle tiempo a negarse le adjudico a Bette, y entre el llanto de los niños al no entender lo sucedido, los dos hombres salieron con estos a cuestas resguardándolos.

Mientras otra risa estridente, y sarcástica se extendía por el lugar.

— ¡Milady!— la voz burlona le causó arcadas—. Usted es conciente que de no soy precisamente de la persona que los tiene que proteger, si no esos chiquillos ya no existirían— expreso en modo sardónico el rubio con tono de resentimiento, mientras hacía chirriar los dientes intentando calmarse para advertir al completo sus intenciones—. Aunque ahora viendo esta escena puedo dejar de especular, y darle confirmación a mi pensar— solto acercándose a ella de manera peligrosa, y sin dejarse amedrentar dio dos pasos al frente para hallarlo en el camino pero Alexandre la tomo del brazo impidiéndole continuar—. Porque ganarse tan fácil los favores de Abrantes, solo se le puede otorgar a lo complaciente que puede llegar a ser en la intimidad— no se inmuto ante su ofensa, pero la persona al costado afianzo más el agarre a su muñeca, haciendo que se aguantara una mueca de dolor—. ¿O me equivoco Beaumont?— este trato de abalanzarse sobre su cuerpo, pero ella se puso en medio advirtiendo como Horacio se acercaba lentamente a la espera de algo—. Tambien puede opinar Carvajal llegados al caso— a diferencia del primero este era el más calmado al respecto, menos impulsivo porque aunque su mirada era de profunda amenaza, lo único que hizo fue enfocarlo sin sucumbir a la provocación—. Despues de todo el y su padre no solo tienen en común la sangre— Alexandre cada vez estaba más rojo, con ganas de sellarle los labios.

Tenía que actuar rápido si no quería que aquello se convirtiese en una masacre.

No deseaba que se ensuciara las manos.

—Lo malo de los privilegios en ese ámbito es no estar considerado entre las personas que los reciben— solto antes de que Alexandre pudiese pronunciarse dejándole estático a los tres hombres a la par.

Ojeo a su costado y el ojiazul le observaba de manera dura, dándole a comprender que despues tendrían unas palabras por aquella exposición.

¿Por qué seguía creyendo en ella en ese aspecto cuando tenía razones para dudar de su persona?

No le extrañaba sus palabras ni las de su indudable enemigo, asi que lo único que lo tenía en ese estado era que mencionase a su posible benefactor y el flamante presente que se añadió a la reunión sin ser invitado.




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