Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

XXIV PARTE 2

Eran enemigos acérrimos.

¿Por qué lo habia convocado sin siquiera decírselo?

¿Sospechaba algo de su relación?

¿De ese secreto a voces que aparentemente seguía sin tocar sus oídos?

Necesitaba respuestas que no podía pedir, pero las precisaba en ese instante.

Trato de que su cuerpo no se avistase afectado ante la sorpresa, aunque fallo en el intento porque el temblor imperceptible a la par del rostro ceniciento la delato.

 Hasta el punto de hacerle enarcar una ceja en sincronía a los caballeros que le flanqueaban, esperando que reaccionase y se dignara a mediar palabra.

—Un placer Lady… Borja— exclamo uno de los nobles antes de que se viese expuesta.

Comprendiendo que su temperamento no soportaría que le recalcasen una debilidad, esa que estaba próxima a demostrar.

Mas frente a una desconocida que la admiraba con reservas y algo de hastió, al no ser el centro de atención, pues al parecer no era más inteligente que las damitas huecas que abundaban en la sociedad.

Esas que solo servían para criticar a su rival más directa con tal de ganar al noble más asediado.

Su atención regreso al que le saco del aprieto, pese a que su respiración continuaba algo errática a causa de la impresión.

Por otro lado, el tono que implemento para sacarle del apuro la hizo tiritar.

Lleno de peligro y algo desconocido.

Estando esta vez solo evidente para dos de las personas que más le conocían.

Puesto que regresaba a ser la mujer que distaba mucho de poseer sensaciones.

—Lo mismo digo Lord… Keppel— concedió con confianza encarándole, al igual que estiraba su mano para que le besara los nudillos, consiguiendo que la tomara con una sonrisa ladeada llena de galantería que nunca utilizo con su persona… hasta el momento.

Entre tanto miraba de reojo a la dama que seguía colgando de su brazo, sin desprendérsele por un segundo.

Entorno los ojos, a la vez que sentía la calidez de la boca de este traspasando la tela de su guante.

La cual no logro apreciar en su totalidad porque observo como de manera sutil pero no por eso menos contundente le fue apartado, hasta tener de frente al motivo por el cual su corazón seguía latiendo de manera desigual a los del resto de la humanidad.

Ahogo un jadeo envarándose más.

—Lady Borja, siempre es un gusto poder disfrutar de su presencia— las palabras susurras llenas de significado le secaron la boca, más cuando se percató de que su padre continuaba avistando la escena con aburrida insistencia.

Carraspeo vislumbrando como ahora Alex se hacía a su mano, acariciándole imperceptiblemente con el pulgar, consiguiendo que suspirase por la oleada de calor que ese simple acto le mando a cada parte de su cuerpo.

Torturándole sin importar que fuesen descubiertos en cualquier momento, operando como un inconsciente.

No midiendo las consecuencias de sus actos.

—Estoy de acuerdo con sus palabras Excelencia— logro responder regalándole una inclinación, pareciendo serenamente apática—. No creí que nos diera el honor de enaltecer nuestro hogar con su presencia sinigual— el tono irónico de su voz paso por alto solo para la dama que continuaba sin ser presentada.

Que admiraba la escena con curiosidad de cotilla.

—Como lo dio a conocer su padre…— señalo al aludido con la mirada sin soltarle la mano, o terminar con el saludo protocolario— fue una propuesta directa a la que no desee negarme, despues de todo un hombre de mi alcance esta donde es requerido, y no se aparta de los lugares en los cuales se hallan entidades valiosas que no puede desamparar— ¿Por qué tenía que ser tan obvio?

¿Deseaba que los descubriesen?

¿Queria destruirla aniquilándose en el proceso?

¿Qué pretendía?

Por primera vez desde que lo distinguía, cuantas ganas de abofetearle poseía.

Apretó los labios con disgusto e incomodidad, cuando este de manera determinada le atajo al estimar su desplante pues pretendía apartar la mano, y acto siguiente dejarla sin ideas al besar su dorso de manera devota, hasta podría asegurar que entrañable.

—Creo que sera mejor que nos internemos al salón Lord Beaumont— expreso su padre con tono gélido, haciéndole respingar al recordar hasta como se respiraba estando frente a su faz.

Alexandre como siempre, disfrutaba la capacidad de hacerle olvidar cualquier tipo de contratiempo consiguiendo que solo se enfocase en todo lo que representaba para su persona, una sensación que se acrecentaba con el paso de los segundos hasta hacerla palpable en su totalidad.

» Tenemos un tema que tratar— la mandíbula del francés se tensó.

Ese movimiento no podía ser nada bueno, y más cuando los ojos del nombrado se oscurecieron quitando el rastro de cualquier atisbo de brillo en su dirección.

»Sirve tambien para que conozca a mi cuñado Jusepe— su padre le estaba tentando—, que curiosamente está en el salón con su hija a punto de ser presentada en sociedad— trato de refrenar la mano de Alexandre cuando la aparto para enfrentar a su progenitor, pero fue imposible.

Más cuando ahora todo cobraba sentido.

Lo invito para tener el placer de incordiarle, formando una nueva guerra.

Intento decir algo pero la mirada de Sebastien, que se puso nuevamente en su campo de visión, le freno con una negativa certera.

Contundente, sin necesidad de palabras.

Agregándole un: «Contrólate o lo echaras todo a perder»

Respiro conteniéndose, pero seguía inquieta.

Más cuando Alex asintió aceptando su invitación.

»Queda en buenas manos Lord Albemarle— esbozo Francisco con aire triunfal—. Hija, tu responsabilidad— no tuvo que responder ante aquello, dando gracias porque las palabras no podía sacarlas de su garganta.

Su ascendiente como era de suponerse se adentró sin esperar al indicando, asi que por impulso cuando paso por su lado para seguir los pasos del dictador, le tomo del brazo logrando tensarle pero sin dignarse a verle a la cara.




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