Ofrenda De Amor (lady Frivolidad) Trilogia Prohibido 1 Y 2

XXXII PARTE 1

“¿Que es el verdadero adiós?

¿Significa el hasta pronto?

¿No deja cabida al retorno como las anteriores veces?

Solo teniéndose claro una sola cosa…

Lo hecho es por amor.

Hasta el propio abandono.

No anhelando más que un adiós.

Esa despedida silenciosa, que para una de las partes posee tintes de hasta nunca, aunque para la otra no es ceñida a la eternidad.

Pues la primera no necesita palabras vacías, cuando sus acciones comandan cada una de sus intervenciones.

Ya no creyendo en el amor, aunque lo sienta.

Ya no deseándolo apreciar, pese a que lo tenga tan arraigado a la piel.

Un «Se acabó» siendo lo único que se distinga, mientras que en la otra parte solo se conciba un:

«Esto apenas está por iniciar»

 

*****

 

(Gerrard's Cross – Buckinghamshire)

Bulstrode Park.

Junio de 1805...

 

¿En qué momento perdió la consciencia de esa manera tan irracional, que no midió la magnitud de sus palabras, a la hora de comprometerse a velar por el bienestar de la única mujer que le provocaba ganas férreas de ampararle, a la par de con sus propias manos codiciar infringirle daño colateral?

Y eso no era lo peor del caso.

Si no que había tenido que soportarla en todo el trayecto a la casa de campo de los Condes de Portland, y no conforme con eso tenerla de frente rosando sus rodillas, gracias a portar casi la misma altura, que con solo aquel contacto le calentaba el cuerpo, estimulando a que sus cavilaciones viajaran a remembranzas que le secaban la boca, causando que sus manos picaran por perpetuar momentos de antaño que ambicionaba, como siempre… tornarlos eternos.

No obstante, eso no era lo que lo tenía en un lacónico estado de ánimo deplorable.

Por primera vez sentía que su adorada hermana sobraba, que le estorbaba para lo que su cuerpo en conjunto con el cerebro quería desarrollar, y no conforme con eso no paraba de hablar, pues se había tragado un loro ese día en particular.

No siendo el único hastiado, porque la insólita vez que cruzo miradas con Luisa, la de esta le grito que una palabra más de la francesa, y la tiraría del carruaje en movimiento, porque prevalecería su entidad por encima de la hermana del que fue, aunque sigue siendo su marido.

Eso último sí que se estaba tornando un verdadero incordio contradictorio.

Y qué decir de él, que intento sacarle plática, al principio con alguna conversación trivial, incluyendo a Freya, obteniendo ser ignorado al solo dar respuestas escuetas a su hermana.

Tras de eso desesperado, en definitiva, sí que lo estaba, ya que ni diciéndole frases subidas de ánimos, obtuvo si quiera que le hablase para callarle.

Nada.

La nulidad absoluta.

Como si no existiese.

No entendía porque en primera estancia quería hacerlo, o más bien se lo negaba puesto que las pruebas la estaban convirtiendo en alguien un poco menos deficiente ante sus ojos.

Continuaba calándole que sus hijos estuviesen lejos de él, pero estaban a salvo que era lo importante, resguardados en las mejores manos para esos casos, y eso lo valoraba más que cualquier cosa.

Definitivamente era un blando con aquella, porque de nuevo estaba derribando sus muros.

Retornando al círculo vicioso, en donde esta era su mayor adicción.

Y como toda adhesión necesitaba una probada, para regresar a residir medianamente centrado.

Menos ansioso, famélico, y con la poca racionalidad tan nula que si no le abordaba era por lo que sabía, y su muy linda hermana, que al fin se había callado, a punto de quedarse dormida.

Suspiro con pesadez recostando la cabeza en el respaldar del asiento del mobiliario, no intentando más algo que no tenía caso.

No quería hablar con su entidad, tenía que dejarle en paz, pero no pretendía seguir su racionalidad.

No cuando el destino continuaba, de manera contundente arrastrándole a sus brazos.

Contradictoria su existencia, sin embargo… ¿Cuándo con ella se había tornado medianamente cuerdo el día a día?

Ni bien pisaron las instalaciones de Bulstrode Park, su dolor de cabeza salto del carruaje con toda la supremacía de su porte apartándose de su contacto, y al vislumbrar la acción, con un suspiro de frustración siguió a su hermana que se hallaba junto a la susodicha para ser recibidos como era correspondiente por Lady Green, ya que Portland se hallaba aun en camino, en una encomienda que le encargo no pudiendo dar espera.

El lugar era igual de ostentoso a como lo recordaba, con un calor de hogar que en casonas como esa era extraño que se albergara.

Rodeándolos sus frondosos jardines, de flores de todas las especies.

Poseyendo una anfitriona de un carácter un tanto difícil al ser déspota, y algo tirante a primera vista, siguiendo ese curso si no caías en su gracia.

Estando en ese selecto grupo unos pocos, aunque la hipocresía la manejaba con supremacía burlesca, tornándose del escaso agrado de las matronas, a las que con sus comentarios fuera de tono las sobresaltaba al hacer destacar su intelecto, y poca gana de querer asistir a reuniones tan insulsas, exceptuando la de ella, que conmemoraba algo realmente importante, el aniversario de su nacimiento.




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