Ojos que no ven...corazón que no siente (#5 Serie Refranes)

CAPÍTULO 1

FLASHBACK

“Yo, Aitana, te quiero a ti, Gonzalo, como mi esposo, y con profundo amor me entrego a ti, en cuerpo y alma. Con la ayuda de Dios, prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Quiero amarte, respetarte y permanecer a tu lado todos los días de mi vida”.

 

“Prometo serte fiel” …… “Prometo serte fiel” ……

Diez años habían pasado desde que su mujer, su amada Aitana había pronunciado aquella promesa delante de una iglesia abarrotada de familiares y amigos de ella. Él, no tenía más que a sus dos únicos amigos, Claudio y Héctor para que lo acompañaran. Y era de esperarse. No tenía más familia que sus padres adoptivos, que se habían divorciado cuando cumplió la mayoría de edad y al parecer habían decidido desentenderse de él, y una hermana con la que nunca hubo ninguna clase comunión y que tuvo la misma suerte que él.

No había razón para invitarlos a compartir su alegría, más aún cuando su matrimonio se realizó en tierra extranjera, específicamente en México.

Había conocido a Aitana a los 19 años mientras estaba estudiando Contabilidad online. No tenía tiempo de estudiar una carrera de manera presencial ya que debía trabajar en más de un empleo al día para costearse su carrera y sus gastos. Fue así, con tan poco tiempo diario a su haber, que decidió comenzar a conocer chicas por internet. Hacerlo de esa manera le ahorraba citas reales que ocuparían no solo su reducido tiempo si no también su reducido presupuesto.

Su idea no era más que pasar el poco tiempo que tenía flirteando como cualquier joven de su edad, sin mayor compromiso, eso hasta que conoció a Aitana, una linda y exuberante mexicana.

Al principio, solo fue una entretenida amistad.

Hacían videoconferencias todos los fines de semana, pero a medida que pasaba el tiempo, comenzaron a chatearse durante la semana también. Gonzalo se sintió cada vez más apegado a esa chica. Simplemente verla a través de la pantalla de su computador ya no era suficiente. Quería conocerla en persona y asegurarse de que las mariposas que sentía en su estómago eran lo que él pensaba …… amor.

Una sola escapada le bastó para confirmar aquello que temió que le estaba sucediendo. Se había enamorado de esa “Güerita”. Sí, porque así le decían todos, “Güerita”. Aunque era poco frecuente encontrar mexicanas rubias, Aitana lo era y una muy hermosa. Su cabello contrastaba con su tono de piel, un tostado natural que, según ella, era fruto de su ardua labor como jornalera en los campos de agave cercanos al pueblo en donde ella vivía, San Agustín, Jalisco.

Fue un solo fin de semana el que pasó con ella, pero lo que vivieron los unió de tal forma que solo un mes después, Aitana le comunicó que en unos meses serían padres.

Gonzalo no lo podía creer. Amaba a Aitana, pero un hijo cambiaba todos sus planes inmediatos. Era mentira decir que no se había visualizado a menudo compartiendo un futuro con Aitana, pero no pasaba de eso, un futuro, no un presente inminente. Pero su niñez en el orfanato no le permitió relegar ese futuro para más adelante. Si su hijo iba a nacer en unos meses, lo haría dentro del matrimonio y llegaría al mundo con una familia bien constituida. No quería que ese pequeño que aún no nacía lo hiciera sin un padre presente. Él mismo no tuvo a ninguno de ellos, por eso sabía lo infeliz que podía llegar a ser un niño cuando se le privaba del amor paternal.

 

Hizo todos los preparativos para la boda. Sería en el pueblo de Aitana, en la Parroquia de San Agustín, una Parroquia que era bastante llamativa y grande en proporción al tamaño del pueblo. La familia de Aitana estaba presente. Los amigos también. La ocasión era de tanta algarabía para los padres de Aitana, que a ratos pensó que era una exageración. Era como si estuvieran felices de que su hija se hubiera embarazado de un hombre que apenas había visto una vez y estaba próximo a llevársela lejos, no solo de aquel pueblo perdido en medio de la nada, sino del país.

Sus amigos observaban todo con suspicacia pero no le dijeron nada en vista de la alegría que invadía el corazón de Gonzalo. Y no era para menos. Claudio y Héctor veían a la novia y no les cuadraba lo que habían escuchado de boca de Gonzalo. Para empezar, la muchacha era muy “rubia” cuando ninguno de los miembros de la familia lo era. Sus manos eran extremadamente hermosas y bien cuidadas, como si nunca hubieran trabajado en la vida. Fuera de eso, las miradas de los curiosos que no fueron invitados a tan magno evento y que observaban desde afuera la ceremonia, parecían reflejar verdadera lástima por el flamante novio.

Quizás el tiempo respondería sus interrogantes. Solo esperaban que su amigo no saliera herido en el proceso.

 

***********************

Ya casados, Gonzalo se llevó a Aitana a su país. Antes de partir a casarse había remodelado su casa para que Aitana se sintiera cómoda y acondicionó una de las habitaciones para cuando llegara el bebé. No era una casa muy grande. De hecho, Gonzalo no gozaba de riquezas, todo lo contrario, mantenía sus dos trabajos y aún le quedaban un par de semestres para terminar sus estudios de Contabilidad. Mientras no terminara de pagar la carrera y comenzara a trabajar, tendría que arreglárselas para vivir ahora que en su casa habría dos bocas que alimentar y en un par de meses, tres. Tampoco era que fuera pobretón, pero era un hombre de clase media y que no saldría de esa condición aún trabajando en un futuro como Contador.



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En el texto hay: romance, eleccion, negacion

Editado: 13.01.2021

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