Gritas con todas tus fuerzas su nombre, no puedes creerlo, no puedes aceptarlo, este destino cruel que pretende separarlos te está torturando, al fin lo habías recuperado, al fin podrían estar juntos y, como siempre, Poseidón ha tenido que castigarlos de esta forma tan cruel.
Cas de rodillas al suelo frente al cuerpo de tu amado, tus temblorosas manos lo empujan una y otra vez intentando que reaccione, la sangre mancha la húmeda arena y el océano enloquece ante tus desesperados gritos. Tu hermana tiembla frente a ti, ha estado cegada por los celos y el resentimiento, de sus armas cae el arma con el cual he asesinado a tu amado Daniel.
Otra vez la misma historia, otra vez el mismo maldito final.
Al fin lo habías recuperado, al fin te había recordad, entonces, ¿Por qué? ¿Por qué tienen que padecer este horrible calvario?
Gritas su nombre una y otra vez, sin embargo este no reacciona. El capitán de su tripulación está helado, aún hechizado por los encantos de tu hermana, no reaccionará hasta que Dione lo ordene. La bala era dirigida hacia ti, Dione ha querido acabar con tu vida, ¡Las sirenas no deben de matarse entre ellas, la ley de Poseidón lo dice claramente! Dione ha roto una de las más importantes leyes existentes para las sirenas.
Tomas el rostro de tu amado con tus temblorosas manos, lo palpas varias veces y te inclinas sobre él susurrando su nombre varias veces, Daniel no reacciona pero lo oyes respirar. Le cuesta, sin embargo, lo hace.
Una idea se te cruza por la cabeza, es una locura pero, es la única forma que tienes para salvarle la vida. Te levantas rápidamente, tu vestido se ha ensuciado con arena y sangre de tu amado. Observas a Dione fijamente, a pesar de las lágrimas que ensucian tu bello rostro, eres capaz de mirarla como ella te mira y sabes que la única opción que queda es acabar con ella.
Corres en su dirección, tu hermana no tiene tiempo de reaccionar puesto a que le has agarrado del brazo cuando ha intentado escapar, la última mirada que Dione te proporciona es de piedad, pero, ¿Acaso ella ha tenido piedad de ustedes dos cuando lo ha asesinado?
La empujas con brusquedad al océano antes de tirarte junto a ella.
Tus pensamientos son para Daniel, tan solo tiene que aguardar un poco, solo un poco más y lo salvarás. El cielo truena, el océano se enoja al recibir a Dione en sus puras y sanas aguas, el grito de Poseidón resuena en lo más hondo del océano. Un remolino aparece frente a ustedes, Dione intenta escapar pero tú la atrapas, siempre has sido la sirena más rápida, debes aprovechar aquel don en este instante. La arrastras hasta el remolino y la arrojas en él, Poseidón la castigará por sus pecados cometidos.
Antes de que te atrape a ti, nadas con todas tus fuerzas, alejándote del remolino, del mar, dirigiéndote a la costa donde reposa tu amado mal herido. Lo único que te queda, la única opción que tienes de salvarlo es en el fondo de tu hogar, no sabes si él lo aceptará, si tu querido dios del mar querrá, pero, sientes que es la única forma de parar con tanto sufrimiento, con tanto dolor.
Tomas el cuerpo de Daniel, lo arrastras con las pocas fuerzas que posees en ese momento y lo hundes en el mar. Es difícil nadar cargándolo, pero, es la única forma.
El agua se tinta de rojo lentamente, tomas aire antes de sumergirte cargando a tu amado marinero y rezándole a tu dios de poder ver nuevamente a Daniel.
Esperando que esta historia de amor trágico llegue a su final de una vez por todas.
Lo arrastras lentamente hasta las profundidades del océano, al fin serán uno solo.
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Editado: 28.10.2018