Estaciono a unas tres cuadras del batallón y camino a paso acelerado hasta ingresar por la puerta trasera del mismo. Marco el número de Mirko y este contesta a las tres timbradas.
— ¿Qué pasa?
Contesta con voz seca
—Tenemos problemas. Hoy dos tipos intentaron matarme o eso creo. Hablaban en Suajili.
— ¿Estás seguro?
— ¿Crees que algún día podría olvidar ese acento?
—Tienes razón. Lo mejor será enviarte a otra zona mientras investigo y todo se calma.
— ¿Qué? ¿A dónde me vas a enviar?
—Debes ir algún pueblo solitario y lejano. Necesitas manejar un bajo perfil. Pero me lo pones difícil con esa cara de mierda que traes
Dice entre risas.
—Pues tu mujer no piensa lo mismo cuando me ve.
Digo en tono burlo.
—No seas gilipollas y ven a mi oficina.
Cuelgo la llamada y camino por el largo pasillo. Tomo el elevador y unos minutos después estoy en la oficina de Mirko Kolev el comandante de misiones especiales.
—¿Y?
—Te iras dos meses a Kazán. Es el tiempo suficiente para investigar a fondo quienes eran esos hombres y si realmente iban tras de ti.
—¿Dos meses?
—Sí, necesito ese tiempo Volkov.
Dos meses es el tiempo de vida que le queda a Romina.
—¿Qué pasa? De pronto te noto preocupado.
—Es que no pensé que sería tanto tiempo.
—Dos meses no son tanto ya lo veras.
Si claro, eso díselo a la pobre Romina. Pero… también podría llevarla conmigo.
—Está bien. Que sean dos meses en Kazán.
Me pongo de pie dispuesto a irme, pero la voz de Mirko me detiene.
— ¡Hey! ¿creíste que irías así no más? Tengo trabajo para ti.
— ¿A ver? ¿es interesante?
—Muchísimo. —Me extiende un folder blanco y luego dice. – Al señor Movick se le están perdiendo las gallinas, debes investigar quién es el ladrón.
Suelta una carcajada y yo le tiro el folder a la cara.
—Vete a la mierda Kolev.
Salgo de su oficina en dirección al elevador, pero unos gritos provenientes de la oficina del general llaman mi atención.
— ¡No puedes manejar mi vida a tu antojo! ¡no soy uno de tus jodidos soldados!
— ¡Respétame! Soy tu padre y harás lo que yo ordene ¿te queda claro?
— ¡Pues eso ya lo veremos general!
Acelero el paso y subo al elevador antes de ver a la persona que discutía con el general.
Una vez fuera del batallón camino hasta mi camioneta y me dirijo a casa, tengo cosas que empacar.
.......................
Estaciono fuera de casa y lo primero que observo es a Romina regando las plantas. Su rostro está cada vez más pálido y su mirada más triste que nunca.
Yo ni siquiera sabría cómo consolarla. No estoy hecho para esas cosas.
— ¡He! Romina. Empaca tus cosas nos iremos de viaje.
Me observa con el ceño fruncido y pregunta de golpe.
— ¿De viaje? ¿A dónde? ¿por qué tan de repente?
Entro a la casa ignorando sus preguntas y voy directo a mi habitación a empacar básicamente mis camisetas negras y pantalones de mezclilla y las tres cazadoras de cuero que tengo. Sí, soy un adicto a la moda.
Termino de guardar las cosas en mi maleta y mi teléfono emite un pitido. Me ha llegado un correo electrónico de Kolev. Son las indicaciones del viaje a Kazán.
—Bueno veamos qué cosas interesantes hay en Kazán.
Susurro para mí mismo.
Salgo de mi habitación y voy en busca de Romina. Me pongo en pie en el umbral de su puerta y observo como guarda algunas cosas en su pequeña valija.
— ¿Estas lista? No tenemos mucho tiempo.
—Ni que me lo diga señor. A mí solo me quedan dos meses ¿y a usted?
—Mira que humor de mierda el que te cargas mujer.
—Igual que el suyo señor.
Cierra su maleta y por último toma la fotografía que está sobre su mesilla de noche. La observa con nostalgia y la guarda en su bolsillo.
—Estoy lista señor.
Intento tomar su maleta, pero me lo impide. Nunca le ha gustado verse como una mujer débil y por eso muy pocas veces me permite ayudarle.
Subimos a mi camioneta luego de montar nuestro equipaje y de inmediato nos ponemos de camino al aeropuerto.
………………...
Unas horas después llegamos a nuestro lugar de destino bajamos del avión y buscamos nuestro equipaje.
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Editado: 28.01.2022