Olvidándote

2

Han pasado cinco días desde que te fuiste, hoy mi madre ha venido a pedirme que salga de la habitación, me ha pedido que por favor coma que ya estoy más flaca de lo normal. 

Cariño, no te culpo y no pienso hacerlo. Sé que es un poco infantil de mi parte el no comer y el encerrarme, pero soy una cobarde y es lo mejor que puedo hacer.

La rabia se me ha pasado, pero no puedo decir lo mismo del dolor. 

Te quiero aquí y te necesito aquí con tus malos chistes.

Quizá mi madre no lo entienda, nadie entenderá como me duele tu partida porque ellos no saben los buenos momentos que pasamos, solo vieron los malos y le dan la razón a tu partida. Pero sé que lo hiciste para despejarte, para darte un tiempo, sé que me amas, lamento haber pensado que no lo hacías y que todo era una mentira. Realmente lo lamento. 

No tienes ni idea de cuánto ansío que vuelvas. Quiero que sepas que en esta semana he decidido esperar por ti, lo haré porque sé que si vuelves será por mi y mientras eso sucede solo me queda sumergirme en nuestros recuerdos. 

¿Recuerdas aquél días que me llevaste a pasear en el auto de tu padre? Apenas sabías conducir y querías que yo fuera la primera en estar contigo en ese momento que era tan emocionante para ti. 

    — ¿Seguro que no moriremos?—Te pregunté mientras te observaba encender el motor del vehículo. 

—Pequeña, estaremos bien. Mi padre me explicó todo y ya practique cinco veces antes de venir.—Me respondiste con una sonrisa y luego empezó a sonar el motor de aquél viejo mustang del 74 que tu padre te prometió cuando cumplieras los 18, pero le insististe tanto que te lo dio unos meses antes.—Deja de mirar así al auto y súbete.—Me aventuré a subirme y acompañarte ya que durante toda la noche habías insistido tanto en que te acompañara. 

    —Pienso que cinco veces no son suficientes, Chris. Creo que debiste practicar mucho más.—
 Te dije un poco nerviosa y sintiendo cosquilleos en mi estomago. 

    —¿No confías en mi?—Me preguntaste alzando una ceja.— Elena...— Advertiste.

    — Yo... no he dicho eso...— No me dejaste terminar la frase cuando me atacaste con cosquillas, sabías que era la única forma en que me relajara.

Y no era que no confiara en ti cariño, era que no confiaba en tu habilidad para conducir con solo haber practicado unas cinco veces. 

   — ¡Esta bien!— Proteste.— Pon esto en marcha y salgamos de esté lugar.— Te dije y antes de que empezaras a conducir te di un beso. 

    — Ponte el cinturón.—Eso hice y tu igual. Encendiste la radio sonando una canción de Michael Jackson y pusiste el auto en marcha.

En todo el camino te costó un poco mantenerlo firme, te pasaste dos semáforos en rojos porque no les pusiste atención y estacionaste dónde no debías. 

Pero pasamos una tarde increíble y me brindaste un hot dog que comimos acompañado de una Coca-cola. Recuerdo que al llegar a casa mi madre estaba preocupada porque sabía que aún no conducías bien, pero se calmó al ver que ya no era así. 



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En el texto hay: superacion, amor

Editado: 12.10.2021

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