Quince:
—¡Por que él no estuvo en esa reunión, Adali! —explicó la otra muchacha. —Nosotras no lo atendimos esa tarde. Luego, bueno… tu tuviste ese inconveniente con el tipo que te atacó y….
Adali tuvo que morderse la lengua para no maldecir el juego de palabras que la otra joven había utilizado. Resultaba ser que ahora era un “inconveniente” el casi haber sido abusada por ese hombre que robó su pulsera.
Su corazón se aceleró.
¿Sería posible que Javier fuese en realidad ese tal Khalil Al Mahad? No le quedaban dudas sobre la respuesta a esa pregunta. Podría apostar su cabeza a que él era ese catarí importante que tanto buscaban.
Quiso gritar al percatarse, además, de que la información sobre la identidad de Javier, Khalil se corrigió, llegase justo ahora que él se había marchado. Era una terrible jugarreta del destino.
—¿Cómo lo supieron ustedes?
No quiso sonar tan emocionada como lo hizo, pero necesitaba asegurarse de no estar encaminando sus pensamientos en la dirección equivocada.
—Te dije que está todo muy controlado y yo me meteré en problemas si continúo hablando. Tuvimos que firmar un acuerdo de confidencialidad sobre la desaparición de ese hombre. La cosa está jodida Adali, el señor Omar es un tirano con complejo de rey —exhaló cansada. —Él prácticamente ha comprado a los gerentes del hotel y ellos hacen lo que les ordena…. Hay otra cosa —susurró la muchacha, —el comisario ha estado aquí en varias ocasiones, sabes por todo ese asunto de la denuncia de persona desaparecida.
—¿De qué hablas?
Sus esperanzas de recurrir a la policía se hicieron añicos.
—Algunos empleados rumorean, Adali —bajó aún más la voz. —Hay algo sucio detrás de toda esa preocupación desmedida… algunos dicen que en realidad el señor Omar tuvo algo que ver con la desaparición de su primo.
Adali contuvo el aliento recordando nítidamente como Ja… Khalil había sido atacado por el mal nacido de Omar, su cabeza sangrante y como de cerca había estado de la muerte.
Decidió que sería necesario hablar de este asunto con el Doctor García, él sabría como instruirla respecto a lo que acababa de descubrir.
—Gracias por toda la información y lamento haberte puesto en un aprieto.
Adali se aseguró de que sus hermanos desayunaran a pesar de tener expresiones tristes. Ella se colocó su habitual vestimenta para el trabajo y con el corazón latiéndole acelerado, decidió continuar con su día con normalidad. Al salir del trabajo le haría una visita al doctor García y a Norma en la salita de salud.
Sus planes fueron enviados por el retrete al escuchar la voz de Nelson avisándole de que tenían visitas. Una gran camioneta con vidrios tintados se detuvo a escasos metros de la entrada a su casa.
—Quédense aquí —dijo ella ordenándole a los niños permanecer dentro de la casa. Adali esperó en el umbral de la puerta y sus pesadillas se hicieron realidad al ver al hombre que descendía del vehículo.
Era él. Una vez más el monstruo salía de sus pesadillas y se materializaba frente a sus ojos para recordarle lo insignificante y vulnerable que era. Esta vez esos sentimientos se multiplicaban al tener a sus hermanos justo detrás de ella y a un paso de las garras de esa bestia.
Omar se quitó los anteojos y le dio un repaso general a la inmunda pocilga que tenía frente a sus ojos. Serge le había indicado con pelos y señales el lugar donde había tenido su encuentro con Khalil y lejos de amedrentarse, Omar optó por visitar directamente a su primo.
Una figura familiar se asomó por la puerta de la casucha y su sorpresa no se hizo de esperar. Era la gatita exótica que había escapado de sus garras un par de semanas atrás. Esa india inculta que había osado rechazarlo.
Él se acercó e hizo un gesto a sus hombres de que se mantuviesen en guardia. No sabia como iba a reaccionar Khalil al verlo y esperaba darle una sorpresa de muerte; literal, sus hombres estaban autorizados a abrir fuego en cuanto el jeque se lanzase sobre su primo.
—¿Qué quiere? —dijo la india preciosa con su rostro contorsionado por el desprecio. Omar apretó con fuerza los dientes. La desgraciada se atrevía a mostrar desagrado ante su presencia cuando debiera estar besando la tierra que él pisaba. —Usted no es bienvenido en esta casa. Lárguese antes de que llame a la policía —moduló en voz alta cada una de esas palabras.
Él rio con burla.
—Dile a Khalil que venga. Estoy aquí por él.
El corazón de Adali se oprimió en su pecho al confirmar sus sospechas. Javier era Khalil Al Mahad, y ahora ella y su familia estaban en problemas.
—No conozco a nadie con ese nombre. En cambio, a usted si lo recuerdo —contestó ella firme y claro. —¿Qué quiere aquí? ¿Viene a devolverme lo que se robó?
Omar se acercó de manera amenazante a ella con un único objetivo; dañarla lo máximo posible.
—Dile. A. Khalil. Que. Venga. Ahora —masculló furioso y sin una gota de paciencia.
Nelson y Lunay fueron testigos de como el cuerpo de su hermana mayor era arrojado con fuerza hacia el interior de la casa. Ellos estaban ocultos debajo de un mueble en el que Adali guardaba verduras. Sus palabras de llamar a la policía les habían indicado que algo sucedía y ellos, como obedientes niños que eran, se habían ocultado.
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Editado: 07.01.2021