LUKE
Corrí tan rápido como mis patas me lo permitieron mientras trataba de alejar los pensamientos intrusivos de mi mente. Cada zancada resonaba en el suelo del bosque, mi respiración pesada se mezclaba con el sonido del viento y el crujir de las hojas bajo mis patas. Sentía la tensión en cada músculo, un impulso casi incontrolable de detenerme y regresar, pero sabía que no podía hacerlo.
Si aún conservaba algo de razón, si mi lobo aún me lo permitía, debía tranquilizarme y obedecer. Debía mantener el control, aunque cada fibra de mi ser gritara por hacer lo contrario.
Eso era lo que Eleonor quería y yo solo podía respetar su decisión.
Aullé, sin importarme que pudieran escucharme. Requirió de todo mi esfuerzo interno para no volver con Eleonor.
A medida que corría, mi mente se llenaba de imágenes de ella: su rostro marcado por el miedo, su cuerpo herido. La furia hervía en mi interior, una tormenta que amenazaba con desbordarse en cualquier momento. Pero tenía una misión: encontrar a los invasores que la habían atacado.
No sabía nada de ellos, pero los rastros que habían dejado eran claros. Olía su miedo, su sangre en el aire, un rastro que mi lobo seguía con una precisión casi sobrenatural.
Finalmente, llegué a un claro donde las sombras parecían moverse con vida propia. Ahí, entre los árboles, distinguí figuras humanas, sus movimientos furtivos y nerviosos. Sabían que estaban siendo cazados. Mi lobo gruñó bajo, un sonido gutural que resonó en el silencio de la noche. Mi presencia no pasaría desapercibida, pero no me importaba. Ellos tenían que pagar.
Me acerqué sigilosamente, usando la oscuridad como mi aliada. Podía escuchar sus voces, susurros nerviosos que delataban su miedo. Mi lobo estaba en la superficie, listo para atacar. Y sin más, salté de entre las sombras sobre ellos.
El primer invasor apenas tuvo tiempo de girar antes de que mi peso lo derribara al suelo. La lucha fue breve y brutal. Los invasores no estaban preparados para enfrentarme, mucho menos después de la pelea con Eleonor; mi chica les había dado un buen espectáculo.
Cuando el último de ellos cayó, me quedé inmóvil, mi pecho subiendo y bajando con respiraciones pesadas. La sangre manchaba el suelo y mi pelaje, un testimonio de mi venganza.
Entre los invasores derrotados, uno de ellos aún respiraba, su pecho subía y bajaba con dificultad. Transformándome de nuevo en humano, me acerqué a él, fijé mi mirada en su rostro maltrecho. No podía dejar que esta oportunidad se escapara.
—¿Quién te envió? —le pregunté con una voz baja cargada de advertencia.
El hombre me miró con ojos llenos de miedo, su cuerpo temblaba. Intentó retroceder, pero lo sujeté con firmeza y envolví mis manos en su cuello.
—Responde, o te aseguro que desearás haber muerto en el ataque.
El invasor tragó saliva, sus ojos buscaban una salida que no existía. Finalmente, susurró con voz quebrada:
—No sé sus nombres... solo nos pagaron para atacar. Dijeron que causáramos el mayor daño posible, que buscáramos a la chica.
—¿La chica? —repetí, la furia creciendo dentro de mí. Eleonor había sido el objetivo desde el principio—. ¿Por qué?
—No lo sé... no nos dijeron nada más. Solo nos pagaron y nos dieron las instrucciones.
Lo levanté con un tirón, obligándolo a ponerse de pie. Lo sostuve con una mano mientras mi otra mano se cerraba alrededor de su garganta.
—¿Qué más sabes? ¿Dónde están los que te contrataron? —amenacé
—¡Por favor! —gimió el hombre, su voz temblando—. No sé nada más, te lo juro. Solo nos dieron el dinero y las órdenes.
Lo solté con desprecio, dejándolo caer al suelo. Mi mente trabajaba frenéticamente, buscando respuestas en medio de la confusión. Si estos hombres eran solo peones, debía haber alguien más detrás de todo esto, alguien con motivos más profundos y oscuros.
¿Pero quién? Jane no me había dado mucha información la vez pasada. Lo único que sabía hasta ahora era que alguien buscaba a Eleonor y estaba tratando de descartar posibilidades. Fue por eso que esta vez la seguí, a pesar de que no me habían asignado como su guardia este día. No confiaba nada en Derek; había algo que él también estaba ocultando, pero desde mi posición todo parecía confuso y difícil de ver.
No me arrepentía de haberlos seguido; si yo no hubiera estado aquí, quién sabe qué le hubiera pasado a Eleonor.
Necesitaba una estrategia, ahora. Con cada cosa que pasaba, sentía que Jane tenía razón y detrás de todo se estaba montando un problema enorme que de algún modo ponía en peligro a Eleonor.
Respiré con frustración.
—¿Qué demonios se me está escapando? —murmuré para mí mismo, golpeando el suelo con un puño en un arranque de frustración.
En ese momento, Jane salió de entre los árboles y vio a los hombres tirados en el pasto. Su expresión era una mezcla de satisfacción y preocupación.
—¿Te divertiste? —preguntó levantando una ceja y cruzando los brazos.
—Cállate, Jane —espeté sin mirarla, tratando de contener mi furia.
Ella se movió a un lado de mí y miró al frente, como yo.
—Tenemos que secuestrar a Eleonor.
—¿Estás loca? —pregunté, girándome hacia ella con incredulidad—. No.
—Piénsalo, Luke. Tú estarás con ella, iremos a mi manada, le darán refugio. Eleonor estará a salvo hasta que todo se tranquilice.
—¿Te estás escuchando, Jane? Por muy tentadora que sea la oferta, jamás le haría eso a Eleonor. —Mi voz se quebró al mencionar su nombre, una mezcla de desesperación y determinación.
—Bueno, entonces seguirás haciendo el trabajo sucio desde las sombras —dijo levantando los hombros, su tono sarcástico apenas disimulado.
—Si eso tengo que hacer para protegerla, así será.
Jane me miró fijamente, evaluando mis palabras. Finalmente, suspiró y asintió.
—Eres un idiota, Luke, pero un idiota leal. Solo asegúrate de que esa lealtad no te cueste la vida. —Dio media vuelta y comenzó a caminar hacia el bosque—. Vámonos, tenemos que seguir investigando o mi Alpha me desterrará por no actualizar mi información.
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Editado: 18.09.2024