Harry camina por la acera con paso apresurado, su mente no se detiene, hay decenas de escenarios posibles desarrollándose mientras lucha por poner atención donde va. Está agitado, su leopardo de las nieves demasiado inquieto, siente el pelaje erizado bajo la piel y el sonido que hace al chocar los dientes le trae recuerdos donde los usaba para intimidar a sus presas.
Gruñe, le prometió a Sage no pensarse como un monstruo pero era tan malditamente difícil, sobre todo cuando su control es frágil como una hoja quebradiza en otoño. Hoy ha vuelto a caer, la desesperación lo ha llevado hasta el límite. Tonto gato hipócrita, ¿cómo podía decir que Sawyer no le importaba en absoluto? Se está volviendo loco al no saber donde se encuentra.
Su corazón late duro y escucha el sórdido sonido en su cabeza, su mente viaja una vez más y los grandes ojos grises de Sage le miran con desafío y una fiereza protectora que es tan atractiva como peligrosa. Con eso le ha quedado claro que la omega no es una dulce criatura inofensiva, mucho menos una doncella en apuros, hoy lo ha comprobado, y a pesar de que el descubrimiento endurece su núcleo primario hasta el punto del dolor, la circunstancia lo hace querer morderse a sí mismo.
—¡Oye fijate por donde vas! —Exclama el conductor de un coche rojo que ha alcanzado a frenar a menos de un metro de él.
Harry está en un cruce de esquina, en el momento incorrecto y casi es atropellado. Gruñendo por la falta de atención que podría haberle costado la vida, le muestra los dientes al conductor cuya piel pasa del rojo furioso a la palidez temerosa en un par de segundos, Harry retrocede regresando a la esquina, se queda junto al semáforo peatonal y observa al conductor regresar a su ruta y alejarse.
El semáforo cambia al verde.
Y hoy más que nunca se siente observado, perseguido, los Cazadores no le importaron tanto desde que había obtenido su libertad, en tanto no volviera a obligarlo a asesinar inocentes, Harry podía soportar cualquier clase de cautiverio. Pero Sawyer... Él es un asunto diferente, cuando escaparon del control de Bulgakov su amigo había respirado el aire como si fuera la primera vez que lo hacía.
Harry nunca entendió por qué había hecho eso cuando ambos tenían usos diferentes para el maldito bastardo que manejaba cada aspecto de ellos, sus vidas tomaron rumbos diferentes desde la cuna, mientras él había sido criado y entrenado para matar, Sawyer fue la mascota trofeo envuelta en lujos y cosas brillantes para satisfacer el ego de su dueño. Sawyer había sido un niño rico pero cautivo, como un pequeño pájaro en una jaula de oro. Sin embargo, cuando se encontraron por primera vez, Harry había visto en los ojos grises de Sawyer un anhelo de libertad tan grande y profundo como su propia ansia de terminar con su martirio.
Bulgakov había llevado a su mascota a su recinto, tal vez para que Sawyer se sintiera orgulloso o tuviera temor del poderío de su dueño, sea cual fuera la razón, cambió sus vidas para siempre. El niño bien vestido, peinado y con su rostro libre de suciedad, pidió a su dueño pasar más tiempo con el monstruo que había criado. Después entendió que Bulgakov le había llevado a Sawyer gracias a Blair.
«Tú me agradas. Jamás había conocido a alguien como tú, deberíamos ser amigos»
Sawyer comenzó a visitarlo de forma permanente, y en cada una de esas visitas mostraba un pedazo de su verdadera personalidad, el orgulloso niño rico no era más que una fachada para un cachorro calculador, dueño de una fuerza contenida que pasaba sus días pensando la forma de escapar de su jaula de oro.
Cuando Harry le contó sobre la forma en que lo utilizaban, Sawyer conoció la necesidad de hacer justicia.
Fue gracias a la inteligencia y la planificación paciente de Sawyer que pudieron escapar una noche para jamás volver a ese lugar, dos niños cambiantes huérfanos solos contra el mundo, pero libres al fin.
Y ahora, mientras siente un nudo en la garganta y la necesidad de estallar en un grito al cielo, Harry teme que los días de libertad de su amigo hayan llegado a su fin. Por la mañana no había obtenido señales del neurotransmisor modificado de Sawyer, tampoco había logrado contactarlo por teléfono, al mediodía un fallo en la señal le había indicado que el neurotransmisor estaba muerto, ¿Sawyer también lo estaba? Su teléfono ni siquiera daba tono de marcar y ahora que Jessie había aparecido con vida... Cabía la posibilidad de que lo hayan capturado.
No deseaba ese final para Sawyer, no cuando luchó durante tantos años para permanecer en las sombras mientras estudiaba para convertirse en el hombre de negocios que lo respaldaba en cualquier cosa que necesitase. Un final irónico, abrumador, cruel y todo era culpa de esa maldita mujer. La sangre de Harry se sentía caliente de odio en las venas, el color rojo se apoderó de su visión, sus manos temblaban cuando intentó abrir el portón negro de la casa.
Sentimientos contradictorios afloraron en su interior, Jessie era una loba cruel y despiadada, pero también era la hermana de Sage, a la que protegía con su corazón, a la que defendió enfrentando a su propio compañero.
—¡Demonios! —Exclama entre dientes apretados, se cubre la cabeza con las manos mientras camina hacia la puerta.
Jessie era la compañera de Sawyer, intocable para él por más que la odiara con su vida por lo que le hizo a su amigo durante el último año. Podría haberla matado si hubiera perdido el control, si Sage no hubiera aparecido...
«¿A quién quieres engañar?» se pregunta a sí mismo en la puerta «Sigues siendo un monstruo»
—No puedes dejar de serlo.
El vacío de la casa se convierte en un peso que aplasta su pecho y lo detiene, Harry se apoya contra la puerta y se queda ahí, mirando un punto en la lejana pared al final del pasillo frente a él. No ha logrado bajar el ritmo de su corazón, por primera vez tiene que considerar la idea de quedarse solo, realmente solo en este mundo plagado de peligros.
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Editado: 05.11.2021