Advertencia: El siguiente texto contiene escenas explícitas de BL (Boys Love) no aptas para menores de edad. Si eres de alguna manera susceptible a este tipo de textos, tal vez no debería leer. Por su atención, gracias.
Arte por: @coaxxxx (Búsquenlo así en su twitter)
Alune se encontraba dentro del Marus Omegnumen en el reino espiritual, mantenía su conexión con Aphelios por medio del veneno de la Noctum. Estaba consciente que cada que él consumía el brebaje para que ella pudiera canalizar su poder en él, el tiempo de vida de su hermano se acortaba dramáticamente pero era un sacrificio que ambos estaban dispuestos a pagar para guiar a los Lunari hacia su destino. Ella lo acompañaría desde su fortaleza, hasta que ambos cumplieran con el designio que la Luna había dispuesto para ellos pero...
Él era su hermano, su único y querido hermano. No quería verlo morir.
Sabía de los sacrificios de Aphelios, no eran un secreto para ella, quizás nunca lo fueron del todo. Mucho antes de entrar a la fortaleza sabía de las cosas y personas que su hermano había tenido que sacrificar en el camino para volverse la persona que era hoy en día. Se había obligado a callar sus propios deseos y anhelos para obtener un poder más grande; un control absoluto de sus propias habilidades. Solo abrazando su dolor, caminando hacia él sin miedo y enfrentando a la muerte, el poder la Noctum se abriría dentro de él.
—Debes abandonar tus lazos terrenales— Alune todavía podía recordar las palabras del maestro de Aphelios cuando le hablo del poder de la Noctum y la cara de desazón que había puesto su hermano al escuchar aquello. Apenas había regresado de su viaje de entrenamiento cuando se le instruyó sobre las propiedades de la flor que contenía el poder de la Luna.
—La Noctum te matará si tienes dudas en tu corazón, si te abrazas a deseos mundanos todo habrá sido en vano. Sé que amas a tu hermana y a nosotros que somos tu tribu; tienes un corazón bondadoso Aphelios pero el poder de la Luna exige sacrificios.—
La noche que su hermano bebió por primera vez el brebaje de la Noctum fue antes de la batalla frente al Marus Omegnumen, algunos de los miembros de su tribu murieron para lograr que ella pudiera acceder al templo cuando los Solari estaban dispuestos a impedirlo. Aphelios había luchado hasta romper sus armas, el veneno le había quemado la garganta, casi muere por ello. Tuvo que abrazar el dolor físico que ello conllevaba, a la desesperación de la desigual batalla y a renunciar a los sentimientos que tenía por otros incluyendo los que guardaba celosamente por el chico del que seguía enamorado después de tanto tiempo. Y cuando al fin lo hizo, Alune pudo apoyarlo con todo su poder desde el mundo espiritual, otorgándole el poder de la luna y las armas sagradas para realizar su tarea. Más tarde esa noche, ella lloró por su hermano en la soledad de su fortaleza, siempre les habían dicho que no tuvieran miedo al dolor que debían abrazarlo pero el dolor que había sentido su hermano al hacer a un lado sus propios sentimientos era insoportable. No solo la había perdido a ella, si no que había hecho a un lado su propio corazón por los Lunari ¿Cuánto más perdería su hermano en esa vida para ver sus sacrificios recompensados?
Que cruel destino, los embargaba. Mucho más el de Aphelios que el de ella…
Ahora frente a su querido hermano, estaba la persona que él más había amado y ni siquiera era capaz de reconocerlo.
—¡DETENTE!— gritó ella pero Aphelios no la escuchó estaba demasiado absorto en su pelea. —¡PHEL!—
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Sett estaba sangrando; los finos y rápidos cortes que Aphelios le había hecho con su arma le ardían. Aún con su rápida regeneración curativa, gracias a su sangre de Vastaya, le estaba costando mantenerse de pie. Aphelios se movía demasiado rápido y lo esquivaba con facilidad, tampoco le ayudaba que cambiara de arma constantemente, hasta ahora había visto dos armas diferentes: una parecida a un shuriken y otra a un rifle. Alternaba entre una y otra que no le daba tiempo de predecir con cual lo atacaría. Sett se ocultó tras una pared para hacer tiempo y Aphelios comenzó a disparar contra ella, el muro pronto cedería y se quedaría sin escondite, entonces contra todo pronóstico lo mataría. Sett pensó lo irónico que era todo lo que estaba sucediendo, justo como lo supuso, Aphelios no lo recordaba en absoluto.
— Durante este tiempo no he perdido ningún duelo y ¡no pienso comenzar ahora!¡En especial contra ti!— gritó Sett y salió corriendo de su escondite al momento que Aphelios destruyó la pared con un lanzallamas; se lo jugaría todo en ese último golpe.
Aphelios volvió a cambiar de arma y disparó sin piedad contra él, Sett esquivó sus disparos lo mejor que pudo y algunos pasaron rozando su piel y la punta de sus orejas. Sintió el dolor de su carne siendo rasgada pero lo ignoró, se concentró en llegar hasta Aphelios. Al igual que en el barco y en la arena, un halo de luz dorada envolvió su cuerpo aumentando su velocidad considerablemente. El Lunari trató de crear distancia entre ellos pero era demasiado tarde, Sett hizo su puño hacia delante y una ola expansiva con la forma de un gran dragón dorado golpeó a Aphelios de frente, era como si le regresará todo el daño que le había hecho y rebotó contra una pared.