La hora ha llegado, las columnas de papel con todas las palabras deben caer hoy, la biblioteca del mundo tiene que morir.
Un fósforo bastaría para una persona ordinaria, pero el joven escritor toma su pluma llena de tinta sangre, dibuja en el aire la palabra fuego y un ave surca por el sitio quemando todo lo que toca con sus ardientes alas.
Cada libro en llamas se convierte en una nueva ave que vuela por los cielos en busca de una hoja impresa para devorar.
André sonríe por su acto, el mundo jamás volverá a ser igual, los objetos se llenan de vida y corren por las calles de la historia mientras los humanos se transforman en inexpresivos maniquíes.
Por el callejón del tiempo se pierde el eco de sus pasos, llamando a más como él.