Order Volumen 1 (remake)

I:Rustworks

Héroes.

El diccionario define la palabra héroe como individuos de gran poder que han labrado grandes hazañas en su vida. Vistos como dioses ante los ojos de la gente. Pero es porque cargan con la esperanza de cada persona en la tierra sobre sus hombros. No pueden permitirse titubear, no pueden permitirse temer, no pueden permitirse fallar.

—Douglas T. Butcher.

El cielo nocturno. Esa bóveda insondable para los ojos, un deseo inalcanzable para los meros mortales. 

Su belleza eterna quedó sepultada para siempre. 

El cielo había desaparecido hace algunos años. La tierra había quedado en una penumbra perpetua y los hombres, en un vano intento de recuperar aquello que se había perdido, habían creado un cielo artificial, lleno de estrellas falsas.

Ciudad Hélix, año 2067…

Enormes rascacielos, hangares y terrazas imposibles de concebir, ciudad Hélix ha sido desde hace muchos años sede de la investigación e innovación tecnológica. Una ciudad futurista en todo el sentido de la palabra.

Desde su fundación, aquellos que viven bajo la luz pueden disfrutar de una larga vida asegurada por la medicina moderna y todos los placeres que el dinero puede comprar.

Pero, la verdadera diversión yace bajo la ciudad, donde los ojos de la alianza no llegan.

Entre el tumulto la silueta de una mujer vestida de negro cargando un maletín se distingue. Su aspecto contrasta con la miseria y pestilencia que llenaba el aire del callejón en el que se adentraba.

Ahí, toda la escoria de la ciudad salía a relucir, Drogadictos, prostitutas, sicarios, traficantes de personas y bienes antiguos.

Mientras caminaba escuchó el grito de dolor de una mujer joven detrás de ella. Sin siquiera girarse volteó la cabeza para ver la escena sobre su hombro.

Un grupo de matones acorralaba a una joven. Una imagen clásica de las películas que le gustaban a la mujer. «De seguro el grandote golpeara su rostro y la arrastrara fuera del callejón» pensó al ver la deplorable escena.

Los acontecimientos siguieron igual a lo que había previsto, por lo que volvió su rostro hacia el frente, ignorando lo que sucedía y cuando el sonido de sus pasos comenzó a alejarse, uno de aquellos matones le gritó.

—¡Eh, tú! Mujer —exclamó el más grande de los matones —No creas que no te notamos mirándonos.

—Oigan, no quiero problemas —exhaló con fastidio sin dar la vuelta —Dejen que me vaya y cada quien a lo suyo.

—¿Y por qué tanta prisa? —preguntó uno de los matones, quien la miraba con detenimiento hasta fijarse en el maletín que cargaba—¿Traes algo ahí?

—Si juegas bien tus cartas puede que te muestre algo interesante —respondió de forma provocadora.

—Siempre me han gustado las mujeres complacientes —se rio el matón, acortando la distancia para intentar tocarla, pero ella lo rechazó con relativa facilidad.

—No tan rápido. Serán veinte por ver y cien por tocar —dijo endureciendo la voz.

—¿Veinte dólares? —exclamó el agresor soltando una risa entre sus colegas —Es muy barato, debo admitir.

—¿Dolares? —Levantó la ceja —Son veinte mil si quieres ver el contenido del maletín.

Mientras los matones se miran entre ellos, pensaron, un objeto valioso y misterioso en manos de una desprotegida mujer. Parecía una broma. No había forma de que unos tipos como ellos desaprovecharan una oportunidad así.

Asumiendo de que la mujer sólo aparentaba y no se defendería, el mayor de los asaltantes se dio la libertad de tratar de tomar el maletín, pero sin siquiera tener la oportunidad de reaccionar un cerrojo metálico se desenfundó junto al frío metal de la boca de una pistola en su frente.

—Tranquila, señorita —le susurró el más grande de los matones —Es un juguete muy peligroso, no se vaya a lastimar.

— Creo que estaré bien.

Una carcajada salió de la boca del agresor, no se la tomaba en serio ni un poco.

—Creo que no entien...—Sin siquiera tener la oportunidad de terminar su frase, la mujer jaló del gatillo.

El hombre cayó instantáneamente al suelo. La joven que era atacada algunos metros detrás gritó de horror ante la turbia escena. Sin embargo, la mujer de negro volvió a enfundar su arma con agilidad para luego sacar un cigarro y un encendedor.

—¿Ya terminaste? —pregunta la mujer desinteresada en la respuesta.

—Me disparaste... ¡Maldita perra! —exclamó el hombre a regañadientes por el dolor.

La bala comprimida en su frente se desprendió, la piel del enorme delincuente se tiño de color rojo al tiempo que su musculatura aumentaba considerablemente. Lo mismo ocurría con sus compañeros quienes se acercaron peligrosamente hasta rodearla.

—Te lo diré una última vez, perra. Dame el maldito maletín —exigió.

—Hmm, ¿este maletín? —dijo haciéndose la desentendida, antes de aventar este al aire.

La mujer sonrió y aprovechó la distracción para hacer aparecer de la nada otra arma en su mano, un pequeño subfusil automático, con el que disparo al maletín repetidamente destrozándolo y haciendo volar cientos de horrorosas fotos.

Hombres mutilados, mujeres jóvenes golpeadas hasta la muerte, cadáveres cortados para desangrarse colgados aún vivos en ganchos de carnicería.

—Me pagarán cien mil por tu cabeza y otros veinte mil por las fotografías. ¿No te da vergüenza andar abusando de los más jóvenes con tu edad?

El monstruoso hombre estaba confundido y muy furioso, casi sintió que la mujer no le hablaba directamente, como si no fuese digno de su atención.

—Tú... —Exclamó furioso tras descubrir el verdadero contenido del maletín —¡Tú me engañaste!

—¿Sabes lo difícil que es cazar Lamias? De entre todas las clases de usuarios son por mucho la más molesta y horrenda.

Rápidamente los dedos del monstruo se volvieron navajas ensangrentadas, quería intimidarla antes de matarla, pero no parecía afectarle, ella caminaba por su lado como si nada, con esa actitud altanera que lo irritaba.




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