Las cosas son inevitablemente como son...
Nos educan creyendo que somos amos de nuestro destino.
Pero la realidad es que no somos capaces de hacer nada.
Nuestras visiones y sueños son maquinadas de las de otras personas.
Y estas de otras personas.
Hasta el punto que nadie sabe lo que quiere en realidad.
Nada en el mundo es aleatorio, simplemente no somos capaces de ver el juego más grande a nuestro alrededor.
Yo lo vi, y me arrepiento de ello.
Pues me di cuenta, de que yo, no, de que todos solo somos esclavos.
¿De quién?, Desearía no saberlo...
—Yublan J. Jaeger
El poder que emanaba del aura de Nora frente al Clan Van Helsing era abrumador, todos los presentes, aunque individualmente no eran más poderosos que ella, juntos tenían un poder que superaba el 5% del poder de la primordial del caos.
Pero teniendo en cuenta la facilidad con la que la sometieron, la mujer inmediatamente sintió como aún no usan todo su poder.
Hélgue empezó a acercarse a ella, mientras y como si de serpientes se tratasen, cadenas rojas se arrastran por el suelo.
Su hablar y caminar eran tranquilos pues a sus ojos, Nora no era un ser humano, era una presa de una especie diferente.
Atacar sería arriesgado y escapar inútil, la Primordial le advirtió que el poder que le dio era peligroso e incontrolable, y solamente sería capaz de liberar como máximo el 50% de este…
Aun así tras solo haber usado el 3% su cabeza se sumergió en un dolor agonizante; si quería tener una oportunidad contra ellos, debía ir incluso más lejos, por lo que sin importar lo que le pase la mujer manifestó el poder al 10%.
El barco sobre el que se encontraban empezó a temblar, mientras que, de las profundidades del océano, una gigantesca mano levanta el navío hacia los cielos.
Entre la confusión, Nora salta hacia el líder del clan lanzando un golpe directo a su pecho, pero antes de poder alcanzarlo, una monumental estaca emerge del suelo lanzándola por los aires.
Incapaz de frenar su avance cadenas rojas empiezan a incrustarse en todo su cuerpo, inmovilizándola en el aire.
—Se lo dije señorita, usted morirá aquí y ahora... —espeta Helgue arrancando la cabeza de Nora con sus cadenas.
Los cazadores Van Helsing soltaron un suspiro de alivio, pero antes de ser capaces de confirmar la victoria, una grieta se formó frente a ellos, de la cual salió la mujer con un cuerpo reconstruido, dejando atónitos a los presentes.
De un golpe al suelo agrieta el casco del barco, iniciando una reacción en cadena que destruye todo a su paso.
Al levantarse vio como los cazadores avanzan hacía ella…
Sus armas queman su piel, mientras ella los lanza fuera del navío, pero cada que alejaba a uno o estaba a punto de encestar un golpe mortal era transportado a un punto diferente, listos para apuñalar su espalda.
Había un usuario de teletransportación entre ellos…
La mujer calmó su mente, analizó sus movimientos y patrones de ataque; estos eran muy coordinados, pero sin comunicación, debían estar siguiendo un ritmo.
— El cazador de la lanza ataca siempre desde la derecha, el de las navajas desde la parte superior y la izquierda, los cazadores con arco y cañones siempre mantienen la distancia y se desplazan cada 2 disparos, el usuario de teletransportación no está entre ellos —Medita la mujer —está cerca, es capaz de ver mi posición y el campo de batalla perfectamente. Te encontré…
Nora extiende sus manos hacia el cielo, y libera una ráfaga de energía roja…
En el trayecto una sombra rápidamente se transporta del lugar y la esquiva; pero en ese descuido, Nora logra golpear de gravedad a los cazadores más cercanos a ella.
Los cazadores de larga distancia abren fuego, pero sus proyectiles fueron frenados en el aire y rápidamente desviados al cielo, mientras Nora liberaba una segunda ráfaga en su contra.
El cazador trasporta a sus iguales a un lugar seguro, mientras este incapaz de protegerse a sí mismo recibe los golpes de los proyectiles desviados a su ubicación, matándolo en el acto.
Nuevamente ella arremete contra Helgue, estacas emergen del suelo en su dirección, pero antes de impactar, ella descarga su energía contra el suelo, creando un agujero de gran radio que atraviesa la estructura del barco.
Helgue estaba descubierto para recibir un golpe directo, pero antes de poder tocarlo, su mirada cambió.
Sus ojos verdes brillaban al color del magma, mientras sus cabellos rubios se encendían como si fuesen una flama.
De un golpe el hombre mando a volar a Nora lejos de él; a mitad del aire apenas siendo capaz de comprender lo que pasó, Helgue arremete una segunda vez, lanzándola al océano.
Bajo el agua destellos color topacio se ven entre las oscuras y ensangrentadas aguas, mientras veía como era rodeada por los miembros del clan, pero en ellos había algo diferente.