Durante muchos años me había hecho la fuerte, había reprimido mis sentimientos, la sonrisa y esa parte que siempre emanaba de débil contrastando con mi personalidad, hacían de mí un cascaron, ese mismo que se quebró con el ataque.
La mañana siguientemi vida se sentía como un terrible torbellino, en pausa, en remodelación, ciertamente inexplicable y animicamente insufrible. Decidí permitirme sentir lo que quisiera, reír si así lo requería, llorar cada vez que mi alma lo deseara. Salir nada más que al jardín, me llenaba de ansiedad, fue duro obligarme, entender que debía continuar, pues mi vida en muchas ocasiones ya había estado estancada, como cuándo me alejé de mis deseo de continuar estudiando y ejercer mi profesión, pues a la persona que había decicido amar le pareció fácil hacerme creer que si dejaba de cuidar de ellos, el hogar se acabaría y sería mi culpa que mi hijo creciera sin hogar. Solo ahora que soy madura entiendo que la culpa de esas decisiones siempre fue mía, pero que a quien amaba en verdad era un ¨Terrorista Emocional¨.
Así que decidí proponerme más retos en el exterior, como salir a regar las matas, barrer la terraza, recoger mangos, ir a casa de mi Mamá, traer toronjil, cada cosita por pequeña que pareciera, causaba en mí un fuerte colapso, así que lograrlo era un gran triunfo. Poco a poco iba mejorando, no era tan fuerte, pero me sentía más tranquila.
El sábado en la tarde mientras cortaba ramas y recogía ciruelas, llegó a visitarme Santiago junto a Susana, una verdadera sorpresa, ovbiamente me sentí apenada de estar así, toda greñuda y sudada. Me puse tan incomoda que los saludé con esquivos y les pedí me esperaran un momento en la sala, mientras me cambiaba. Salí corriendo, me pegué una bañada de rapidín y me llené de splash. Y así con mi pelo humedo y frotandome cremas, salí a saludar a mis amigos.
Susana, hermosa como siempre se levantó al instante al verme y corrió a abarazarme. Señora Nubia, que lindo verla porfín.-Lo decía entre sollozos-.
-Calma hija, vas a fatigar a Nubia.
-Ay hermosa, gracias por tan lindos sentimientos.
Y llevándola abrazada hacia los muebles nos sentamos todos.
-Pero cuéntenme, cómo es eso qué por fín me pueden ver?
-Nubia, es que vinimos muchas veces, casí siempre nos atendía tu hermana o tú mamá y en todas ellas nos decían que seguías callada, sin querer salir, ni ver a nadie y pues eso era muy triste para todos, sabiendo como es en realidad tu forma de ser.
Escuchar hablar a Santiago desafiaba el orgullo de cualquier persona, en especial de una mujer orgullosa y madre como yo. Siempre te enseñan que todo lo puedes lograr y que derrumbarte no es tu opción. Que equivacación y daño, causa todo eso.
-Pero ya estás mucho mejor y eso nos alegra tanto Señora Nubia, que apenas Andre nos contó le pedí a papá venir a visitarte- me decía Susana y volvía a abrazarme.
-Que van a hacer mañana domingo?, qué opinan si vamos junto a otro montón de gente a un paseo de olla.
Todos nos miramos entre risas y desconcierto, me imagino que ellos no se esparaban ese tipo de invitación.
-Bueno sí- Dijeron los dos casí que al tiempo.
Pasamos un resto de tarde, hablamos, fuímos donde mi mamá, comimos helados de coco y corozo, comimos enyucados, mamones con sal y limón. La llamada de Gabriel en la tarde, preguntando qué hacía.
Así pasó el día, luego Santiago y su hija se despidieron, yo seguí donde mi mamá, compartiendo con ellas.
Mi sensación de tranquilidad se hacía más fuerte. Compartír con mi familia era hermoso.
Nos pusimos a hablar de todo lo que ibamos a preparar y llevar al dichoso paseo.
Mi hermana había hecho el pedido con el señor Emilio, el cual quedó en traer temprano las cosas.
Todos los invitados ya sabían que el punto de reunión era en la casa a las 7 am y ahí mismo estaría el transporte y mi hermana Patricia estaba encargada de la logística del paseo.
Todos los que tenían transporte sabían que el punto de reunión era el río Toribio, vía entre Santa Marta y Ciénaga.
Me fuí a dormir y recibí la llamada de Gabriel, me explicaba que los procesos de seguridad con dignatarios internacionales estaban muy rigurosas, así que no iba a estar desde temprano conmigo, pero que lo haría en el transurso del día. Casí que al colgar entró mi hijo, me llené de alegría al verlo, aunque todo el día estuvimos hablando por tel o texteandonos, sentía que lo extrañaba mucho.
Llegó a contarme todos aquellos sucesos que habían pasado en mi ausencia con relación a su trabajo, lo tensa que se habían vuelto ciertas cosas, la situación con respecto a su seguridad. Pero a pesar de eso, sentía también que estaba más seguro, que no sabía cómo explicarmelo. Sentía que había mucha más gente leal de su lado dispuestas a respaldarlo.
Desde la llegada de Luis a la gerencia de los Puertos, había desatado unos grandes remesones entre los burocratas corruptos de la región y más. Fueron muchos los enviados por las grandes familias con millones y millones de motivaciones. Todas ellas rechazadas y denunciadas. Lastimosamente las leyes del país y algunos abogados tenían la conveniente fórmula de salirse con la suya y seguir impunes, dejando así enemigos peligrosos. Pero cada vez se notaba el cambio y la sociedad en general lo agradecían. Habían más fuentes de trabajo, inversión social y transparencia en las cuentas. Situaciones que el mismo Presidente agradecía.
Escuchándolo hablar, me di cuenta que no había logrado que mi hijo se enamorara, él seguía solo y cada vez más sumergido en su trabajo, que aunque no es malo, tampoco es que sea lo mejor.
Terminamos de hablar y le recordé de nuestro paseo, que por favor me acompañara, me dio muchas explicaciones de el porque prefería quedarse y descansar y al ver agotadas mis estrategias, decidí usar la mejor carta.... el chantaje. Obviamente sirvió y de mala gana decidió asistir. Nos despedimos y decidimos descansar. La verdad no pude dormirme enseguida, la idea de entender que mi hijo seguía solo, me dejaba intranquila.
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Editado: 02.07.2024