❝ T O R M E N T A C A R M E S Í ❞
ANDY VÁZQUEZ
Un accidente, dijeron mucho después. No creía mucho en las noticias, pues yo lo había visto todo con mis propios ojos.
━━━━━━━━━━━━━━━━
Había caído la noche con un hermoso atardecer lloviznoso. Como un presagio consolador, oscuro y silencioso. Con luciérnagas paseándose sobre el césped recién cortado y su fresco aroma a tierra mojada.
Para ser sincera amaba con el alma ese aroma, era mi favorito desde que era pequeña.
Me encontraba alimentando a las ovejas, las gallinas y a mi caballo Bee Gee en el establo familiar a unos metros lejos de casa. Mi padre se encontraba en su trabajo nocturno como sheriff, mientras que Dennis, mi hermano menor, se disponía de hacer sus tareas en su habitación.
—Alerta, esto no es un simulacro: fuertes tormentas azotarán esta noche. Se les recomienda no salir por ningún motivo, permanecer resguardados en casa y cerrar bien todas sus entradas. Se esperan inundaciones y bajas temperatu... —anunció una tranquila voz masculina por la radio antes de que esta tuviese una ruidosa interferencia.
Debido al mi miedo e inestabilidad mental ante dichas interferencias, me levanté del suelo y bajó el volumen del aparato. Cono afuera llovía muy poco, pero aun así las gotas eran tantas que aturdían mis oídos, me puse sus auriculares y puse una canción aleatoria en mi móvil, puesto a que cualquiera a un buen volumen me vendría bien para sobrellevar con calma la tormenta que amenazaba con desatarse afuera.
Tomé la manguera y abrí la llave, llenando así uno por uno los bebederos de cada corral.
Un inaudible trueno se escuchó afuera y lejos del lugar, seguido de un portazo a mis espaldas.
Me asusté.
Por instinto, me giré en ese instante, estaba demasiado alarmada. Pero no vi nada, simplemente me encontré con la puerta del establo entreabierta, la cual dejaba ver los destellos de los relámpagos y el brillo a las gotas de lluvia ante estos.
No pude evitar el quedarme mirando hacia la puerta por unos cortos segundos, esperando a que, si algo más iba a suceder, que sucediese frente a mis ojos.
No ocurrió nada después de eso.
Ya un poco más tranquila, volví la vista a lo que estaba haciendo y acomodé nuevamente mis auriculares con mi mano derecha, tratando de así, restarle importancia a la lluvia y a sus relámpagos que por dentro me tenían acojonada.
Era la primera noche en tres meses que llovía de esta manera, aunque igual no era algo relevante o alarmante; hasta cierto punto. Nunca fui amante a la lluvia, desde muy pequeña me daba miedo cuando empezaba a llover, y más por aquellos relámpagos, tormentas y truenos que luego duraban toda la noche.
En fin, soy miedosa en pocas palabras.
Minutos más tarde, cuando me encontraba lavando la última cubeta, sentí que una mano húmeda y gélida tocó una parte desnuda de mi espalda baja.
Sentí como en un segundo la sangre había abandonado mi rostro y mis manos comenzaron a sudar.
Ya me cargo el diablo.
—¡CONGELADA!
Di un gigantesco salto que hizo que mis auriculares se salieran y un grito ahogado se escapase de mis labios en gemido. Al voltearme, vi a Dennis, mi hermano menor, parado con su impermeable chorreante de color amarillo y una amplia sonrisa en sus labios.
Y solo así fue como la sangre volvió a mi cuerpo con un suspiro.
Si no hubiese sido por que había reaccionado al instante de verlo, Dennis ahora mismo estaría retorciéndose en el suelo de dolor gracias a la patada en su rostro.
—¡Dios, Dennis! ¡No hagas eso! —exclame con voz trémula tocando mi pecho.
—Lo siento —masculló Dennis en tono meloso.
Solté un cargado suspiro y sonreí, pues no me quedaba de otra. Aparte, no me enojaría con Dennis por un susto que casi me mata. Además, debo reconocer que me lo tenía merecido por no avisarle y dejarlo solo en casa haciendo tarea con tal tormenta acechando.
Aun así, me sorprendía la valentía de Dennis al salir de casa en medio de la noche y con rayos cayendo por todas partes. Porque yo a su edad, ni loca lo hubiese hecho.
Alborote la rubia cabellera de Dennis, transmitiéndole tranquilidad y diciéndole sin palabras que no había problemas por la broma. Aunque de verdad, casi me infartaba.
Tomé un auricular y me lo puse, dejando una oreja al descubierto para así poder escucharlo sin problemas.
—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar haciendo tarea? —pregunte tranquila echando un poco de heno en el corral de Bee Gee.
—Ya la terminé —contestó más que animado.
Dennis se subió al columpio de madera que había en el medio del establo y comenzó a mecerse tarareando una canción infantil que, desde que había entrado al colegio, él no había podido dejar de cantar y tararear. Era como aquellas canciones de comerciales de gomas de mascar que por más que las odiaba uno, no podías sacar de tu mente. Me pasaba seguido con el comercial de mentos.
—Si ya terminaste tus tareas, entonces deberías regresar a casa y dormir. Yo ya casi termino con Bee Gee —informé.
—Pero quiero estar contigo, ¿qué tal si te sucede algo? —susurró en una tierna tonada—. Si me voy, no podré escucharte por los relámpagos.
Miré a mi hermano cuando le escuché decir aquello; su rostro estaba inexpresivo, pero sus ojos brillaban débilmente, de cierta manera se veía preocupado y sincerado. Le sonreí con suma ternura.
Dennis era un niño tierno e inteligente, pero muy testarudo cuando se trataba de este tipo de casos. Dennis siempre buscaba estar conmigo para ayudarme o acompañarme fuese cual fuese la circunstancia.
#3562 en Ciencia ficción
#36683 en Novela romántica
chico perfecto, exterminacion de la raza humana, extraterrestres accion aventuras
Editado: 03.06.2020