Orquídea de plata

La muerte de un ave

El ave herida descansa en su nidal
Moribundo contempla la tierna nube que acaricia la montaña que indolente la recibe
Muere la caricia y la fugaz armonía.

Bajo su nidal se extiende la hortensia que austera crece
También la amapola que fugaz muere
Quizás, también él.

Contempla la torrencial lluvia de septiembre
Que a cántaros no llegará
Ni mañana ni en un millón.

Una pequeña gota en su nidal cae
Se hunde entre las ramas y desaparece, pues, que efímera es la vida
Que ha muerto una gota y un ave en un nidal.




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