"Escarlata como la sangre que sale a borbotones de una herida"
Christopher Jakov y Damien Brian habían aclarado sus diferencias con la mediación de Celic, el gato, en el proceso. Según el hombre lobo, su luna, su compañera fue raptada hace unos meses mientras estaba paseando por el bosque, con solo otro lobo como compañía.
Christopher también relató lo que había ocurrido bajo sus narices, en su territorio, en su castillo, el olor de la compañera del hombre lobo, Corinne, permanecía en los aposentos de Annelisse enmascarando el leve aroma de una mujer vampiro encinta.
Damien llevaba meses buscando indicios para hallar a su compañera y se prometió asesinar a aquel que tuvo la valentía de entrar en sus tierras y llevársela. Sin embargo, el olor de la mujer vampiro se desvaneció a unos cuantos kilómetros más allá del castillo, hacia el norte.
Sin embargo, al ocultarse el sol de ese día. Christopher junto con la manada de Damien se enfrascarían en la búsqueda de las mujeres, Corinne y Annelisse, siguiendo aquel indicio hacia el norte. Christopher rogó por qué no estuviera muy lejos para esta misma noche poder estrecharla entre sus brazos, como había estado deseando hacer en el trascurso tortuoso de los últimos días.
Annelisse solo se quedó en silencio, mareada y asustada, observando al hombre que desgarró el cuerpo de Halyna. No logró entender por qué hizo eso pero el cuerpo permanecía inerte en el suelo y luego el hombre soltó una larga hilera de palabras en otro idioma, rápidas e ininteligibles para Annelisse.
Sin titubear, regresando en si, la joven salió corriendo a través de la puerta más cercana. Su corazón martilleaba fieramente en su pecho, bombeando desesperadamente sangre a todo su cuerpo, aún así se sentía fría y pesada.
Sus delgadas piernas luchaban por avanzar más rápido, corrió por largos pasillos oscuros, decorados con enormes cuadros y esculturas, más cuando vislumbró la puerta al final de uno de los numerosos pasillos chocó contra un pecho duro. El vampiro la tomó de los hombros y acarició la piel desnuda de sus brazos.
— La traicionera Halyne me comentó que olías de maravilla, ahora que lo he experimentado creo que puedo estar obsesionado con el olor de tu sangre —habló el hombre, ocultando el rostro en el cuello de la joven mientras inhalaba profundamente.
La lengua de aquel vampiro salió a degustar la delicada piel de la zona, un par de caninos se alargaron entre sus labios. El vampiro abrió su boca enormemente simulando las fauces de un animal salvaje y cuando iba a morderla una conmoción se escuchó sonora y perturbante, bajo sus piernas.
El ceño del hombre se frunció, observó a Annelisse desde los pies a la cabeza, pasando su brazo por la estrecha cintura de la joven para luego soltarla sin más, causando que perdiera el equilibro y cayera en el suelo con una mirada temerosa en sus ojos grises.
— Si te mueves te buscaré, no lograrás escapar, y cuando te encuentre, morirás —sentenció el vampiro mientras se alejaba por uno de los pasillos. La casa era bastante similar a un laberinto escalofriante.
Sin embargo, Annelisse decidió seguir al hombre que a sus ojos era un brutal asesino, simplemente, para descubrir que había generado aquel estrepitoso sonido. Caminó tras él, segura de que había escuchado sus vacilantes pasos a su espalda.
El hombre abrió con fuerza una puerta casi sacándola de las bisagras, la misma por donde Halyna la había sacado de aquel lugar oscuro, donde seguramente Corinne se había desmayado, lucía bastante débil cuando Halyna sacó a Annelisse de la habitación.
Annelisse mantuvo los ojos en el cabello desordenado que cubría su nuca, los largos mechones rozaban sus hombros y su cuerpo vestido con prendas de cuero solo lograba intimidarla más. Aún así, en el corazón de Annelisse se formó un palpito bello reconocido como esperanza, algo le decía que su oportunidad de escapar, junto con Corinne, se hallaba cerca.
— Un movimiento puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte —advirtió el vampiro, el temido amo, con voz grave y mirada mordaz, dándole un vistazo sobre su hombro mientras se detenía junto a una puerta.
El estruendo se escuchó de nuevo con fuerza, Annelisse cerró los ojos y se cubrió los ojos ante la nube de polvo y astillas de madera que voló por el fuerte golpe. Cuando sus ojos se abrieron de nuevo, lo que quedaba de la puerta quedó al otro lado del pasillo junto con el amo, que logró esquivarlo, partes de la cama en la que Annelisse había dormido también estaban destruidas.
Corinne estaba parada bajo el marco de la puerta, sudando y temblando por igual, con partes de la cama en sus pequeñas pero capaces manos.
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Editado: 25.05.2018