"Rosa como el pétalo caído de una flor"
El bosque se inundó del llamado de los lobos. Corinne comenzó a correr velozmente, esquivando árboles y perdiéndose en la frondosidad del bosque, dejando atrás a Annelisse. La joven de cabello castaño intentó no perderla de vista, pero aquel lobo negro era demasiado rápido y en un parpadeo, ella se encontraba sola, mirando su alrededor con temor.
Sin rastros de Corinne, las fuertes ráfagas de viento azotando las ramas de los árboles acompañado del aullido de los lobos que cada vez se oían más cercanos. Annelisse decidió quedarse quieta, a la espera del regreso de la joven mujer lobo, era su mejor opción.
Podría perderse en aquella inmensidad silvestre.
Annelisse comenzó a temblar débilmente mientras recordaba el último instante que había pasado con Christopher, su mayor deseo en aquel instante era que el vampiro la estrechara entre sus brazos y la mantuviera a salvo.
Sin embargo, un crujido a sus espaldas heló la sangre en sus venas e instauró el temor en su cuerpo. Annelisse se giró con cautela y el corazón martilleando en el pecho, sus ojos se abrieron con horror cuando vislumbró al hombre iracundo ante ella.
La ropa estaba hecha jirones alrededor de un hueco ensangrentado, pero la piel pálida estaba intacta, sin rastro de la estaca que Corinne había clavado en su pecho. El amo se acercó con una sonrisa maquiavélica curvando sus delgados labios, sus ojos como dos charcos de sangre alrededor de una pupila dilatada.
— ¡Morirás! — vociferó el vampiro antes de caminar sin titubeos hacia el cuerpo inmóvil por el pánico de Annelisse.
Un gruñido resonó entre los árboles, la mirada de Annelisse se encontró con un enorme lobo, de pelaje blanco como la nieve, mostrando sus largos caninos... Detrás de él, emergieron varios lobos más. Todos lucían diferentes pero mortales.
El vampiro soltó una blasfemia y Annelisse jadeó cuando entre los lobos caminó un hombre, de hombros anchos y ojos ambarinos, piel pálida y mirada mortífera.
Christopher.
Ella soltó un aliento contenido, pero en un instante, el vampiro sádico, conocido como el amo, la agarró del cuello y la atrapó con fiereza contra su cuerpo. Sin pudor, torció su cuello para tener un mejor acceso y lamió la zona mientras clavaba los ojos con malicia en Christopher.
En la mirada del susodicho nadaba la ira.
Annelisse comenzó a llorar, sin comprender por qué, pero las lágrimas surcaron sus mejillas, sentía que su último aliento se aproximaba, la muerte se cernía sobre ella, soplando un frío invernal en su nuca.
— ¡Suéltala! — gruñó Christopher.
El otro vampiro solo se rió con fuerza y acarició el rostro de Annelisse, contemplando con oscura satisfacción el temor palpable de la joven. Depositó un beso en su fría mejilla y Christopher hizo ademán de acercarse, más se detuvo cuando el amo amenazó con romperle el cuello a Annelisse.
— ¿Es tuya? Realmente es una belleza... — el vampiro la olfateó y ella hizo una mueca mientras sollozaba — Y huele de maravilla, su sangre es una gran tentación... Desde que una de mis esclavas la trajo ante mí he deseado probarla, aunque aún no he tenido el placer.
La mano del vampiro vagó sobre el pecho de Annelisse y ella intentó zafarse de su agarre. La caricia intrusa la perturbó y causó que Christopher rechinara los dientes audiblemente. El lobo blanco comenzó a moverse pero el agarre del vampiro se intensificó sobre el cuerpo de Annelisse, causando que ella soltara un gemido de dolor, deteniendo el avance del lobo.
Lo siguiente ocurrió tan rápido como un parpadeo, Christopher se lanzó sin piedad sobre el vampiro quién soltó a Annelisse para interceptar el golpe, un enorme lobo gris surgió entre dos árboles cercanos, cayendo sobre el cuerpo de su secuestrador con un crujido audible.
Se escuchaban gruñidos y piel siendo desgarrada.
Un lobo negro, más pequeño que los demás, corrió hacia Annelisse, en cuanto llegó, retomó su forma humana. Corinne tomó las manos de la joven y la apartó de la pelea sangrienta que estaba ocurriendo, sin perderse la mirada horrorizada en los ojos de la joven.
Desmembraron el cuerpo del vampiro rápidamente, arrancando primer su cabeza, como lo había hecho él con Halyna, y lo prendieron fuego, las llamas bailando sobre los rostros de todos los presentes, como una danza de venganza, pero Annelisse era incapaz de modular palabra, el miedo todavía estaba asentado en su corazón, aún podía sentir las manos de aquel monstruo recorriendo su cuerpo.
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Editado: 25.05.2018