Oscura Obsesión (corazones Oscuros #1)

Capítulo XXIX

"Amaranto en un amanecer que se abre paso entre las montañas"

En los fríos aposentos de Christopher, en una  noche fría de invierno tras una tormenta  que trajo dolor y desesperación, la calma había caído en los bosques pero el castillo poseía una tonalidad grisácea, como si se hallara de luto.

El cuerpo inmóvil de Annelisse reposaba sobre la enorme cama del vampiro, ella estaba siendo contemplada por los hermanos Jakov, la luz de las velas que rodeaban la habitación arrojaban una cálida luz sobre su piel pálida y destacaba sus bellas facciones. 

Stephan Jakov solo fue capaz de observarla en silencio, no había palabras que pudiera pronunciar para reconfortar a su hermano. La piel pálida de la joven y su rostro le recordaron lo que había perdido muchísimos años atrás cegado por la codicia, no le deseaba aquel dolor a nadie, menos a su hermano menor, Christopher Jakov había sufrido mucho en su existencia, quería evitarle aquella pesadilla. 

El vampiro más joven se acercó y acarició su mejilla. Había sido incapaz de despojarla de sus destrozadas prendas, así que solo limpió la sangre que continuó saliendo de sus heridas. Habían llegado hace apenas unos instantes y todavía no estaba seguro de su decisión.

Arrastrarla de los brazos de la muerte hacia la inmortalidad, frenando el palpitar de su corazón y enseñándole un nuevo mundo. Un mundo que pocos humanos tenían el privilegio de disfrutar o padecer en caso de otros, que consideran la inmortalidad una desdicha. 

La única manera de salvarla era convirtiéndola.

Christopher apartó su cabello de su estilizado cuello y la miró por un instante, sus mejillas carentes de color, el movimiento de sus pupilas tras sus parpados cerrados, como si un sueño la tuviera engatusada, eso y su leve respiración eran las únicas señales que tenía para saber si seguía con vida. 

Descanso sus labios sobre la húmeda piel y el aroma de la joven le envolvió, cálido y dulce. Christopher esperaba que no perdiera aquella esencia tentadora al ser convertida. 

Él abrió la boca y antes de arrepentirse, la mordió. 

Su dulce sangre manó de la mordida  y se deslizó por la garganta de el vampiro. Deliciosa, vivaz y caliente, proveniente de Annelisse. Un sonido ahogado, cercano a un gemido de dolor, se coló en los labios entreabiertos de la joven.

Stephan apartó la mirada y al cabo de un instante, abandonó la estancia para darles privacidad. La intimidad que se creó entre sus cuerpos fue demasiada, se sentía incapaz de presenciarla, sobretodo por el dolor sordo que se formó en donde hace más de un siglo solía latir su corazón. 

La tardanza de la transformación dependía de cada persona, no era posible saber en cuánto el cuerpo se adaptaría al veneno y el cambio culminaría. El corazón se detenía lentamente, hasta que su último palpitar se perdía en el olvido; si el cuerpo tenía heridas, estás se sanaban lentamente, sellando la piel en un blanco terso, libre de cicatrices para después habituar el cuerpo a tomar sangre para continuar funcionando. 

Christopher se alejó, lamió la zona de la mordida y respiró profundo,  cuando notó como la herida comenzaba a cerrarse lentamente, curándose. No había vuelta atrás y no entendía como trataría con ello. 

Annelisse sería inmortal.

✿✿✿

Annelisse se removió inquieta, sentía su cuerpo frío y había algo esencial que faltaba. Abrió los ojos lentamente y se irguió en la cama, rodeada por cálidas mantas. El material se sintió ligeramente áspero bajo su tacto, las hebras del tejido acariciando las puntas de sus dedos, creando una curiosa fricción. 

Se levantó y observó el horroroso vestido que llevaba, como si se tratara de un desencadenante de recuerdos, lo que había sucedido regresó a ella en una lluvia de imágenes que terminó por agobiarla. Las palabras de su madre, su impulsiva decisión de adentrarse sola en el bosque, la tormenta, la silueta diáfana de una mujer, su sonrisa cínica y el dolor.

Cada minúscula fibra de tela que cubría el vestido estaba cubierta por una sustancia seca y carmesí. 

Annelisse olfateó y un delicioso aroma llegó a ella... Dulce y atrayente.

Sangre.

Sus prendas olían a sangre.

Su sangre.

Annelisse lamió sus labios y llevó las manos a sus estomago, donde un molesto vacío se asentó, no tenía hambre, el sentimiento era muy diferente, se sentía insatisfecha y vacía... Al inspeccionar su cuerpo, notó su piel más pálida, tersa y en su pecho donde normalmente latiría constantemente su corazón... No había nada. 




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