"Negro como las profundidades del océano, donde la luz no llega"
— Así es — confirmó Peter, discretamente apartó a Celic de los pies de Synneva cuando ella bostezó, la instó a levantarse y el gato protestó mientras se alejaban. Ambos, tomados de la mano, subieron los escalones que llevaban a la segunda planta de la enorme casa, sus pisadas quebrando el frágil silencio que habían dejado atrás.
Annelisse se sintió como una intrusa en la nueva vida que su hermano había armado... aún así, la felicidad en sus ojos la hizo sentirse eufórica y agradeció por ello, no podía esperar para ver a su sobrino y sostenerlo en sus brazos.
Ella miró a Christopher y vio la mirada de su compañero cuando miró a la pareja subir, perdiéndose de su vista unos segundos más tarde... él anhelaba aquello. De repente, incomoda, se levantó del lugar y caminó en dirección a la puerta, cuando su mano se psoó en el pomo de la puerta... notó la mano de Christopher en su hombro y él preguntó: — ¿A dónde...?
La joven vampiro no dejó que terminara la pregunta, de repente el estar dentro se había hecho sofocante y no conseguía sacarse la mirada anhelante de Christopher de la mente.
— Me apetece caminar... A solas.
Él vampiro parecía dolido, en sus ojos brillo momentáneamente el disgusto, titubeó pero asintió, aunque Annelisse hubiera salido sin su consentimiento, después de todo, al pensarlo con claridad, ella no quería ser controlada de nuevo... como con sus padres cuando era humana. Tomaría las riendas de su vida y se haría cargo de sus decisiones.
Empezó a recorrer la propiedad, sin rumbo fijo, dejando que su curiosidad y admiración ante la belleza natural del terreno tomaran control, los árboles rodeaban la casa y un sendero apartado llamó su atención, con un camino en piedra que guiaba hacia un establo... Ella podía oír el relinchar de los caballos.
Después de unos minutos se apartó del sendero y se adentró en el bosque, algunas ramas de los arboles tocaban la piel desnuda de sus brazos pero no le hacían daño, no dejaban ninguna herida a su paso.
Christopher tal vez quería una familia, ella nunca había sopesado la idea y eso le preocupó. Cuando se convirtió en un vampiro, Christopher le ofreció su sangre y ella hizo lo mismo, sin reservas, sellando el pacto irrompible de compañeros de sangre... Solo ella tenía la posibilidad de darle a Christopher hijos y la duda se había apoderado de su mente, ahogando sus pensamientos coherentes.
Por otro lado, gracias a su pasado, Christopher probablemente no querría descendencia... Aquel trauma con sus padres y hermano, podían cegarlo ante cualquier posibilidad. Ella sabía que él no soportaría la pérdida, si murieran trágicamente. La situación en la que se encontraban era inestable, no se podía considerar la protección de alguien más ante un ser maligno como Eva merodeando y esperando el momento preciso para atacar.
Christopher y ella tenían suficiente en sus hombros como para pensar en la posibilidad... Aún así, en un lugar recóndito de su corazón, una pequeña pizca de esperanza apareció.
Ella sacudió la cabeza.
No era posible.
Ella se cubrió el rostro con las manos mientras caminaba, la desesperación agobiándola con fiereza, como un animal salvaje que luchaba por ser liberado.
Ella gruñó y por primera vez en su vida, lanzó un golpe a un árbol sin pensárselo, desahogándose en esa descarga primitiva de energía. Sus ojos se abrieron ampliamente ante el desastre que ocasionó. El tronco fuerte y grueso se partió en dos bajo la fuerza del impacto... como si se tratase de un hombre decapitado, cuya cabeza cayó al suelo en la ejecución, el resto del árbol cayó y el sonido se extendió en las sombras creadas por los árboles, los rayos del sol colándose entre sus ramas.
Mientras estaba inmiscuida en sus pensamientos, la oscuridad de la noche se había asentado. La suave presencia del viento acariciando su piel la relajó, sin embargo, había algo que alteraba la tranquilidad del bosque... Una presencia oculta entre los árboles, alguien que había creado una ligera tensión en el ambiente natural.
Como si la naturaleza los reconociera como un peligro inminente.
— ¿Stephan?
El vampiro salió de entre los árboles, la expresión desolada de su rostro hizo que Annelisse se lanzara a su encuentro... Aunque para un vampiro era físicamente imposible envejecer, la mirada decaída y melancólica de Stephan lo hizo lucir demacrado. Sus prendas estaban mojadas, cubiertas de lodo y sangre.
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Editado: 25.05.2018