Oscura Obsesión (corazones Oscuros #1)

Capítulo XXXVII

"Gris como la fría ceniza posterior a la calidez del fuego"

Eva, una vampiro natural que ofreció obtener vampiros y humanos como sirvientes para demonios a cambio de poder manipular las artes oscuras, se dirigió hacia la joven humana que había raptado y la observó sin sentir remordimiento alguno, después de todo, sus verdaderas intenciones eran destruir a Stephan y Christopher Jakov.

Aquello dos la habían despojado del pequeño trozo de humanidad que conservaba cuando asesinar a su compañero de sangre. En aquel entonces, ella se había sentido indudablemente atraída por la avaricia y poder de Stephan, quién heredaría un reino, le había seducido y se había sentido terriblemente celosa de su esposa e hija, sin embargo, cuando su compañero se había enterado buscó venganza y destruyo todo el reino con ayuda de su clan. 

El clan Levedev había desaparecido en esos tiempos, su clan, ella había sido la única sobreviviente cuando los hermanos se habían desquitado, tras eso, ambos fueron respetados y temidos entre los vampiros. Eva se había sentido fuera sí y quería aquel poder para ella, quería que los vampiros la veneraran y eso sería lo que obtendría tras derrocar a los clanes más poderosos y matar a los hermanos Jakov.

Ya había asesinado a varios jóvenes de los clanes y la joven que había raptado simplemente era un anzuelo para atrapar a esos dos que tanto resentía. Ella sabía que esas dos jovencitas habían sido la debilidad de Stephan, por más que se había esforzado por ocultarlas a lo largo de los años, Eva había logrado hallarlas y ahora era tiempo de llevar su elaborado plan acabo.

Ella se convertiría en la reina de los vampiros y haría más pactos con demonios para acrecentar su poder, que era todo lo que ansiaba. 

Eva rió cínicamente mientras observaba a la joven, la cual a su vez la veía con el miedo resplandeciendo en sus ojos.

  — Él vendrá por ti — sentenció la diabólica vampiro   — y entonces será tu fin. 

Christopher y Stephan Jakov sabían que solo tendrían una oportunidad contra ella si hacían una alianza entre clanes. Desde que habían sido convertidos ambos se distanciaron y jamás se mostraron ante los demás vampiros como un clan, sin embargo, desde la llegada de Annelisse a la vida de Christopher, todo había tomado una nueva tonalidad y ahora sí que debían empezar con el clan Jakov.

Christopher le dio un vistazo a su amada.

Annelisse se removía nerviosa en su lugar, parada junto a la vampiro que conocía a Stephan, lo cual no lo tranquilizaba en absoluto. Sobretodo porque Kassia había ofrecido la idea de hablar con el clan de Zarek Ivanov, el líder de uno de los clanes de vampiros más grandes y poderosos. 

  — No tienen muchas opciones y  como el clan Surkin está aliado con el clan Ivanov, buscaran venganza por los asesinatos — concluyó Kassia mientras se inclinaba contra un árbol y cerraba los ojos, la vampiro parecía estar pasando por un gran dolor y la pérdida estaba grabada en sus facciones. 

Stephan soltó un improperio y miró a Christopher. 

El vampiro simplemente asintió, como había dicho Kassia, sus opciones eran limitadas y debían decidirse con prontitud, cada segundo que pasaba la vida de Lesya, asumiendo que seguía con vida, prendía de un hilo. 

✿✿✿

Tras avanzar durante horas en el espeso bosque, zigzagueando entre los altos árboles, llegaron a un imponente castillo, muy similar al de christopher, excepto que su alrededor se elevaban otras construcciones. Los vampiros se movían de un lado para el otro, todos enfrascados en diferentes actividades.

En cuando notaron la presencia de Kassia, una mujer y un hombre de acercaron rápidamente y se inclinaron ante ella, la reverencia duro unos cuantos segundos que parecieron incomodar profundamente a la vampiro. 

Kassia les sonrió y preguntó por el vampiro Zarek. 

La mujer les pidió con amabilidad que la siguieran dentro del hermoso castillo que parecía alzarse para acariciar el cielo nocturno plagado de estrellas y adornado por una enorme luna llena.  El interior carecía de obras de arte, en su lugar, las paredes estaban decoradas con intricados tallados. A los ojos de Annelisse, parecían extremadamente antiguos y desprendían una energía sagrada. 

La mujer los guió hasta una estancia en la que solo había un diván sobre una alfombra, todo sumido en la penumbra, ni una sola luz se colaba en la habitación, más aún por las gruesas y oscuras cortinas. Ellos podían ver la parte posterior del diván y a duras penas vislumbrar una figura en él. 




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