Oscuridad en la sangre.

Capítulo 6

Al cabo de unos 10 minutos volvió con un libro muy antiguo que tenía la portada de cuero tallada a mano, piedras incrustadas y la escritura en un idioma desconocido.

–¡Ho! Quiero verlo, es hermoso ¿cuantos años tiene?– Ehilen se emocionaba con las cosas antiguas, siempre sintió admiración por esos trabajos.

–Tiene poco más de 3.500 años, por favor, con mucho cuidado es fragil–

–Wow tantos años? Como lo conservas y como sabes que es verdad que tiene tanto tiempo?–

–Se te olvida que ni tu ni yo somos normales, a este libro lo hice yo en tu primer reencarnación– 

Nick le entregó el libro, ella lo miró con incredulidad y abrió con delicadeza, no podía creer lo que veía, las hojas estaban muy amarillentas por el paso del tiempo, algunos bordes con imperfecciones. Las primeras página estaban llenas de dibujos y al pie de cada uno la fecha. Al principio eran paisajes con personas a la distancia, cuando comenzó a pasar las páginas vio dibujos de una chica muy parecida a ella.

–¿Quien es?–

–¿Tu quien crees que es? Eres tu tontita, me he encargado de dibujarte o fotografiarte en todas tus vidas además de que jamás permití que cambiaran tu nombre o apellido. Quien te cría debe mantenerlos–

Nick tomó el libro y fue a las últimas páginas.

¡Era ella no había duda!

–¿Porqué todas las fotos y retratos son de mi juventud?–

–Eso te lo explicaré más adelante, sigueme–

Nick tomó el libro, salieron del apartamento, entraron en el ascensor y éste marcó por si solo la planta baja.

–¿Como haces eso?–

–Pronto aprenderás, tus poderes despertarán al cumplir 18, te enseñaré a controlar la mayoría de ellos–

–¿Porqué no todos? ¿Tendré visión de rayos X? ¿Telequinesis? ¿Volar? ¿Que podré hacer?–

–Jaja ves muchas películas de acción y terror–

Se abrió la puerta del ascensor y se dirigieron al apartamento de doña Cleo.

–¿Que hacemos acá? Esa vieja está loca tiene como 100 gatos ahi adentro y jamás los deja salir, waj–

–¿Recuerdas que te dije que ella cubría tu presencia? Ella es...–

Se abrió la puerta lentamente, adentro estaba todo limpio, no se veían gatos era un lugar acogedor y muy bien decorado.

–Hijo mio cuanto sin verte– doña Cleo estaba muy feliz, se notaba en su rostro.

Ehilen abrió los ojos enormes. ¿Era su madre? Y ella la había tratado de vieja loca, en que lío se había metido.

La anciana se volteó y se dirigió a la sala.

–¿Es tu madre?– preguntó en un susurro y con el rostro rojo como tomate.

–No, nos conocemos de hace siglos– respondió riendo.

–Tomen asiento mis niños– dijo la señora mayor– les traeré un té.

Ehilen observó a fondo el sofá, ni un solo pelo o rasguño que demostrara la existencia de gatos en ese hogar.

¿Como era posible? Debora y ella le habían visto traer millones y jamás los vio salir. ¿Se los comería? Pobres animalitos indefensos.

–Puedes quedarte tranquila jovensita, no como gatos– la anciana contestó a su pregunta no formulada mientras entraba a la sala con la bandeja del té.

‐¿Que? ¿Como supo lo que pensaba?–

–Cuidado con lo que piensas frente a una bruja– dijo Nick divertido.

–Me tendrías que haber avisado antes idiota–

Doña Cleo reía, algo que nunca antes alguien le había visto hacer, al menos Ehilen y sus amigos no.

–¿Ustedes nunca cambiaran verdad?– preguntó la abuela.

–Si es una bruja, donde está su caldero, escoba, telas de araña y todas esas cosas–

El joven y la anciana comenzaron comenzaron reír.

–Ya le dije que veía muchas películas de acción y terror–

–Doña Cleo, ¿Donde están los gatos? Siempre que viene de la calle se trae alguno, pero acá no hay–

–Solo los libero del sufrimiento de vivir en las calles pasando hambre y arriesgando su vida–

–¡¿Los mata?!–

–No muchachita, los libero en un lugar mejor–

–¿Puedo saber donde? Nunca la vi salir con ninguno–

–Acompañame en cuanto terminemos el té, no podemos dejar que se enfríe–

Bebieron y comieron galletas, conversaron sobre cosas normales, los estudios, los amigos y por ultimo nuevamente, el tema de que debía marcharse. No le agradaba en lo más mínimo esa idea de dejar a sus amigos pero cada vez estaba más convencida de que lo que decían era real. Terminaron la bebida y la anciana le hizo seña de que la siguiera.

Fueron a una habitación enorme repleta de libros antiguos, piedras de colores similares a las del álbum de fotos y retratos de su primo, un espejo antiguo enmarcado con madera tallada a mano con delicados trazos que formaban estrellas en los lados, el sol en la parte superior y la luna en la inferior.

Lámparas de antaño que en lugar de tener el clásico color del fuego, cada una de ellas tenía una flama de color diferente a la siguiente en tonos muy llamativos, frascos llenos de hojas secas de diferentes árboles y arbustos. No habían animales disecados ni polvo, tampoco frascos con trozos de ranas o cosas así.

Se pararon frente al espejo, la señora dijo una especie de poema en otro idioma y el cristal comenzó a moverse como si de agua se tratara, tomó de la mano a Ehilen y entraron en él.

 

 

 

 

 




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