Connie 🌷
Julio 23, 2019.
Nuestros pasos dejan de ser cautelosos gracias al sonido que emite el crujir de las hojas secas que se encuentran esparcidas por el suelo terregoso por donde ahora avanzamos. Las voces de Corn y de su hermano nos exigen silencio, pues ya se han dado cuenta del leve escándalo que hacemos al caminar.
¿De qué se preocupan tanto?
No hay nadie aquí, el lugar se ve aterradoramente vacío, ¿para qué tanta cautela?
No entiendo su insistencia en ser precavidos, tampoco la manera en la que actúan ahora. Su preocupación y la forma en la que miran hacia todos lados, cómo si buscaran a algo... me da una leve sospecha de que algo ha alterado sus planes y me hace percibir un nuevo temor en ellos, pero no creo que se refiera al hecho de sólo ser descubiertos por alguien.
Me están poniendo nerviosa, pero una parte de mí, la cobarde y la que le gusta engañarse sola para hacerme guardar la calma, me dice que no le debo dar importancia, que no pasa nada y que, de seguro, ellos sólo buscan un lugar solitario para despacharse la marihuana de la que hablaba Corn hace un rato.
Los veo hacernos una seña con sus dedos sobre sus labios después, y, al terminar con las advertencias, reanudamos nuestro andar por el terreno abandonado, Berit, sus otros cuatro acompañantes y yo. Mis sentidos se encuentran en alerta y aturdidos al mismo tiempo por la preocupación, no sé si esté bien que estemos aquí, no quiero tener problemas de ningún tipo, ni siquiera tengo idea de por qué decidí seguirlos, pero ya estoy en esto ahora. Ya no hay manera de echarme para atrás y, aunque quisiera, no podría. No creo que sea seguro el irme de aquí sola.
La voz paranoica dentro de mi cabeza y un temor extraño que se instala en mi pecho al percatarme del panorama, este me dice que haber aceptado la propuesta de los chicos en venir... fue una equivocación, y, ahora que ya tengo una idea de lo que planean, me parece una completa locura, y que nada bueno saldrá de esta intromisión.
No me agrada mucho la oscuridad en la que de pronto nos sumimos al adentramos más en el lugar, me pone intranquila y miles de escenarios caóticos y aterradores se empiezan a crear dentro de mi cabeza. El entusiasmo y la emoción que se le nota a los chicos que ahora me acompañan... no se me contagia ni un poco y me pregunto a mí misma si la del problema seré yo entonces. Tal vez estoy siendo demasiado exagerada con mi desconfianza, pero no puedo evitar sentirme así y tampoco quiero dejar de darle importancia porque me rehúso a bajar la guardia.
Nunca me he sentido segura estando en lugares desconocidos y mucho menos puedo sentirme tranquila ahora, cuando un mal presentimiento y una angustia dominante se apodera de todo mi ser de esta manera. Nunca me había sentido así, pero, sabiendo que no podré detener esto — porque ya lo intenté hace un momento, pero nadie me quiso hacer caso—, mejor me concentro en recuperar la calma que he perdido en el transcurso, porque de seguro la necesitaré para lo que sigue.
Ya estoy aquí, ya estamos aquí, me siento arrepentida por haber caído en la curiosidad y venir, pero ya no puedo hacer nada, al menos no por ahora para evitarlo y por supuesto que no estoy dispuesta a salir sola de esto. De aquí.
Por lo poco que me deja ver la oscuridad que percibo ahora... puedo darme cuenta de que la enorme finca en ruinas, que se encuentra a ya escasos metros de nosotros, es una especie de iglesia, vieja y abandonada. Está en pésimas condiciones. La estructura luce muy degradada y da la sospecha de que está a punto de caerse. Completamente rodeada de sólo vegetación muerta y abundante. Eso es lo que nos impide llegar con rapidez al sitio. Sin embargo, la vista es muy tétrica desde esta distancia.
<<¿Qué hacemos en una iglesia?>>
Trago grueso al darme cuenta de lo solitario que está en realidad, ya nos hemos adentrado mucho y creo que aún nos falta más por recorrer, si es que queremos llegar a la entrada. Obviamente sé que eso pretenden los chicos, pero... ¿para qué?
Aún no nos han querido decir nada, y eso es lo que justamente me hace sentir más nerviosa.
Mis ojos viajan hacia todos lados sólo para entretenerme en otra cosa y no darle mucha importancia a esa sensación desagradable que me invade al entrar en la oscuridad, pero lo único que logro ver son ramas secas y altos árboles, que cubren y encierran al gran terreno, justo cómo lo hacen los muros en el internado donde vivo. No hay ningún destello de luz perdida, ni siquiera el brillo de la luna es capaz de alcanzar a cubrir al solitario y extraño lugar. Sí, extraño, y no sólo lo digo por la apariencia que tiene, si no por la extraña vibra que se empieza a percibir de pronto. No es nada agradable, me hace sentir muy abrumada, pesada, tensa y con ganas de salir corriendo.
No entiendo qué hacemos exactamente, pero ya me dió mala espina el sólo hecho de estar aquí. No he dejado de sentir escalofríos desde que llegamos y la incertidumbre que veo en el rostro de Berit... solo está poniéndome más nerviosa y confundida.
<<¿Qué le pasa?>>
Muy pocas veces la he visto así, pero por cosas verdaderamente graves. Ahora parece estar más preocupada que yo, pero ni siquiera se ha resistido para evitarlo y tampoco ha hecho nada para detener a sus amigos. Está muy rara y callada. Eso me hace sentir menos segura ahora.
El sonido del viento que corre y vuela a nuestro alrededor, provoca que mi cuerpo se estremezca. No sé si sea la paranoia que me invade y la que me haga reaccionar de esta manera ahora, pero el canto del frío de la noche se me antoja también a un especie de lamento, lento y desgarrador, que se cuela en el silencio para turbar la tranquilidad. Así lo logro escuchar. Es extraño, es la primera vez que logro escucharlo de esta manera, espero que sea normal y que no sea una mala jugada de mi cabeza.