Capítulo 14:
Alonzo
Selt
—¿Qué haremos con eso? —pregunta el buscador de almas. Sus penetrantes ojos negros no me quitan la mirada. Puedo percibir sus nervios como mariposas revoloteando entre sus ojos por las sombras contenidas en un cofre que podría abrirse en cualquier momento.
—¿Puedes ocultar esa energía maligna? —inquiere Damián.
El hombre desvía sus oscuros ojos hacia el cofre en mis manos. Él debe sentir la energía de las sombras intentando salir. Es muy fuerte, no estoy segura de sí él podrá escuchar sus susurros, pero yo sí. Ellas quieren que las libere, dicen que me obedecerán si lo hago. Quizás de esa manera lograron tentar a Georgina. Tienen una voz seductora, difícil de disuadir. Para mí también lo es.
—No, lo que sea que sean no es algo que pueda contener ningún buscador de almas. Encuentren un lugar donde nadie pueda escucharlas, o alguien las liberará —responde el buscador de almas.
—¿Selt? —inquiere Damián.
Muevo la cabeza con suavidad para aclarar mis ideas. Las sombras ofrecen hasta lo imposible para que las deje salir, y puedan unirse a mí.
—Quizás tengo un lugar para ellas—. No existe mejor lugar que regresarlas a donde todo comenzó. Al interior de la cabaña. Espero que Cándida pueda mantenerla lejos de mentes débiles que puedan ocasionar un desastre similar al que tenemos ahora. Cuanto antes mejor.
—Bien, quédate con el cofre —acepta Damián.
Los guardianes levantan del suelo a Melisa y su madre inconsciente. Por el momento es imposible saber que daño pudieron las sombres haber causado en la niña. Resta esperar. El momento de las explicaciones no pasa inadvertido. Con furia hacia el muchacho, recuento eventos de días pasados que pensé no eran la gran cosa. Él dijo que no era la primera vez que ocurría y por ende los guardianes ya se habían hecho cargo en su momento, nunca imagine que él podría ser el causante de todos los sacrificios.
El noveno sacrificio cobro la vida de dos niñas. Quiero tener a Alonzo en frente para darle su merecido, si mis instintos fueran más claros quizás esto se hubiera podido evitar, pero, el tiempo no retorna.
Damián ha dado la orden de buscar a Alonzo hasta debajo de las piedras. Lo que quiere con vida.
—¿Cómo es que no lo mencionaste? —exige saber Damián de muy mal humor.
Caramba, fue un terrible error de mi parte. Estoy consciente de ellos.
—No lo sé. En el momento no pensé que fuera importante y luego… Lo olvidé.
—¿Te pareció que no era importante unas extrañas sombras que casualmente, fueron las creo tu madre, acechara a una pequeña niña? —su tono es un poco tosco. Me lo merezco, no tengo justificación por pasar por alto algo así. —Selt, ¿de verdad?
—Ya sé que fui una tonta, no tienes que recordármelo.
Hace un sonido extraño con su boca. Mira al cielo por unos segundos como si eso pudiera traer paz a su alma.
—Que conste, tú lo dijiste no yo —replica un poco más calmado.
—De verdad lo lamento.
—Todos lo hacemos, Selt.
Observo como levantan los cuerpos de las dos pequeñas de la sala, completamente desangrados. El canal más fuerte para la magia es la sangre y mi familia se ha aprovechado de eso desde siempre.
—No puedo más. —Expreso no solo por el desconocimiento del paradero de Alonzo sino también por las sombras. Quieren hacerme enloquecer. —Iré yo misma a buscarlo —salgo sosteniendo el cofre contra mi abdomen con demasiada fuerza.
Me incomoda permanecer allí. El símbolo que siempre ha sido la huella de los oscuros consumió la vida de dos almas inocentes que irán a para al infierno de la cabaña. Es un daño irremediable.
Damián me sigue por el callejón a corta distancia.
—¿A dónde lo vas a buscar? —pregunta.
—En el mismo lugar donde asesinaron a Leandro. Fue Alonzo quien reviso el lugar, ¿cierto?
—Así fue —alcanza mi ritmo. —Crees que ese lugar pueda ser…
—Estoy segura. El problema es ¿seguirán allí? —Alonzo se encargó de despistarnos de ese lugar por una única razón. Proteger el escondite de mi hermana Tanils. Lo que no entiendo es por qué matar a Leandro, si se supone que era su protector. Casi familia. —Después de esto seguro que se moverán de lugar, si es que no lo han hecho ya.
—Ya los sacrificios fueron completados. ¿Crees que permanecerán en la ciudad?
—La criatura todavía no ha nacido, Damián. Todavía no acaba.
La cabaña no está muy lejos de la mansión Santamaría a la que no he tenido acceso. Es perfecto para poner a las sombras en manos de alguien que pueda por lo menos controlarlas por un tiempo, espero que sean muchos años.
—¿Te encuentras bien? —pregunta dubitativa.
Debe ser evidente que estoy luchando por desviar las promesas de las sombras de mis anhelos. Las malditas no dejan de mostrarme el rostro de Sergio, el de Mia… Nada de lo que prometen puede ser cumplido. Ninguno de los dos puede regresar de la muerte, no como los conocí. No vale la pena.
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Editado: 11.03.2024