Capítulo 18:
Presencia
Selt
—Es una belleza —dice el buscador con los ojos exaltados al presenciar la joya que alguna vez poseyó Nariel. El rubí es una gema tentadora.
Lo alejo de su mano antes de que pueda tocarlo.
Hay tanta oscuridad concentra en tan pequeño relicario, entregárselo antes podría ocasionar un desastre. No me siento muy confiada con este hombre. La mayoría de los buscadores encontró excusas para no tener que tener contacto con una Riquelme muerta. La oscuridad es seductora y algunos no son tan fuertes como para negarse a poseerla. Así que prefieren mantenerse alejados.
Él, por el contrario, está demasiado dispuesto a llevar a cabo un imposible.
—Lo es —afirmo.
Para convocar a mi hermana no es mucho lo que se necesite, ella está aquí. Desde el momento en que saque ese collar del baúl, su presencia se hizo mucho más fuerte. Latente. La presencia del buscador es solo para una finalidad poco probable, pero necesaria.
Vivir indefinidamente ha dado sus frutos. No digo que fuera fácil para mí comprender mi destino, por decirlo de alguna manera, porque la realidad es que mis inicios desde Enmerald y todo el desastre han sido de altibajos. Mis inicios con la magia fueron terribles ante lo poco que pude hacer para salvar a quienes amaba, aunque hubiera hecho lo que fuera ninguno se hubiera salvado.
Sus destinos ya estaban escritos. Eso es lo que dice Cándida, y me costó aceptarlo, pero tiene razón. Todo pasa por algo, aunque en su momento no lo entendí. Así es. Mi destino, está marcado por la soledad, el dolor y ser la luz entre tanta oscuridad. La vidente que leyó mi mano no se equivocó.
Para destronar a la oscuridad es inevitable dejarla triunfar, por un tiempo mientras la luz toma fuerzas para defenderse. Y es esa mi labor en este mundo, fortalecer esa pequeña luz, hasta que el momento llegue.
—Entonces, ¿quieres encerrarla en ese collar? —inquiere el buscador ya no tan convencido con mi idea. Ni siquiera toco la joya y pudo sentir su poder. Es aterrador como algo tan pequeño puede llegar a desatar un caos, eso es justo lo que tengo en mis manos. Caos.
Hacer cruzar a Nariel es mi primera opción, pero sé que no es algo sencillo, es más, es imposible con todo esto de tener una cabaña maldita con toda la magia oscura que se cosechó en ella, y que nos entrelaza a todos los involucrados. Por lo que eso está descartado.
Encerrarla en la reliquia no es más sencillo que lo anterior, tengo una idea contraproducente que no me va a beneficiar por mucho tiempo, pero a la larga sí lo hará, en teoría.
—Sí, ese es el concepto principal. ¿Necesitas algo para comenzar?
—No mucho. Ella ya está aquí. Invitémosla a mostrarse —él toma asiento en uno de los muebles.
Me ubico cerca de él. La reliquia en mis manos. La joya está cargada de mucho poder contenido por años, y estoy segura de que Nariel se sentirá tentada por obtenerla. Por unirse a su rubí.
La temperatura baja hasta hacerme erizar la piel. El buscador de almas tiene los ojos fijos en el mueble frente a nosotros donde se ha dejado ver una mujer de cabellera rojiza y ojos oscuros, apenas y se distingue el carmesí tan característico de nuestra familia. La herencia de las Riquelme. Se siente extraño tenerla allí, tan muerta y al mismo tiempo rebosante de magia. Mucha magia.
Es cuando se desatan mis dudas. No estoy segura de que este buscador de almas pueda controlar la negrura que es mi hermana Nariel, sin perderse a sí mismo.
—¿Disfrutas de la inmortalidad que te regale, hermana? —pronuncian sus labios. Es su voz. Es ella.
—No como quisiera. Sin embargo, estoy viva y tu muerta.
Suelta una carcajada chirriante que hace me cubra los oídos. El buscador tensa el rostro.
—No por mucho.
Eso pensé y tampoco puedo evitarlo.
—¿Cómo estuvo la reunión familiar? —me genera curiosidad la relación entre mi madre y hermana durante estos años.
—Tensa.
No dice más. Esa sola palabra describe mucho para mí. Nuestra madre murió sabiendo que yo la entregue a los guardianes, pero también esperando que sus otras dos hijas, sus herederas en la oscuridad hicieran algo para salvarla, y no fue así. Me pregunto a quién odiara más Sonia Riquelme, ¿a mi o mis hermanas?
—No podría ser de otra manera —acaricio el rubí. Su mirada se clava en mis manos.
Eso es hermana ven por el poder de esta joya, y hazme las cosas más fáciles para el futuro.
—Me pertenece —susurra. Se inclina hacia adelante para intentar alcanzarlo, pero es retenida contra el mueble. El buscador está ejerciendo su poder sobre ella. —¿Quién te crees para detenerme?
Nariel grita furiosa. Las lámparas de cristal que penden del techo estallan en pequeños fragmentos que se esparcen por toda la sala. Es muy poderosa.
—Es momento —dice el buscador con premura. Tiende la mano para que le haga entrega del collar.
Lo dejo caer en su mano. A la joya tocar su piel una ola invasiva de magia oscura se desata. Tentáculos de oscuridad entrelazan la joya con el fantasma. Las cadenas del buscador se hacen presentes e intenta unificar a Nariel al collar. Realmente lo intenta. No es suficiente.
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Editado: 11.03.2024