Capítulo 32:
Ojos violetas
Setl
Las horas se vuelven fugases, hablar del pasado me hizo soltar tantos sentimientos que creí superados, y que ahora se encuentran comprimidos entre pecho y espalda. Las respiraciones no son suficientes para aligerar esa terrible sensación. Exponer los eventos más importantes relacionados con el círculo de sangre, se expandió hasta mi vida, mis inicios, errores y debilidades, y la confirmación a Sebastián de que sí, él ya había vivido.
—Ósea, en realidad, no tienes idea de quién fui —no disimula ni un poco su decepción. Esperaba más, detalles de lo que hizo, de su propia familia, quizás de sí mismo para entenderse.
Su actitud de seguridad y arrogancia de hace un par de horas fue máscara de recibimiento, que fue cayendo a medida que las palabras abandonaban mis labios. No pude dar ninguna revelación que pudiera esclarecer sus confusos pensamientos reflejados en las aguas traslúcidas que son sus ojos.
No debí hablar, él es un desastre intentando juntar pedazos de una vida que ya no le pertenece.
—Oye, yo… de verdad quisiera poder darte lo que buscas —ahora no sé cómo remediar la situación, podría ser muy contraproducente todo ese agite de búsqueda de verdad que él y sus amigos tienen. ¿Cómo repercutirá todo en las decisiones que esa chica debe tomar? — Sus vidas se extinguieron tan pronto como los conocí.
Se masajea la sien y gruñe frustrado, los movimientos agitan su corto y castaño cabello. Se toma su tiempo.
Me muevo con cuidado de no tropezar con nada, ya he recuperado fuerzas, mis piernas ya no intentan derribarme. La habitación es muy ordenada, a excepción del escrito. En vista de que nunca paso por mi cabeza que alguien más, aparte de Catherine De la rosa, pudiera reencarnar, nunca indague en la vida de quienes murieron a su lado. Una de mis más destacados defectos, dejar el pasado justo donde está, grave error. Cometido en repetidas ocasiones en las diferentes épocas que he vivido, parece que hay cosas de las que por más que me tropiece con ellas, no aprendo.
La actualidad, con estos jóvenes que están más cerca de morir que de tener una vida larga, y ese demonio, o quien sea que sea esa criatura incorpórea, que me ha dejado más confundida que el mismo Sebastián con el tropel de sus vidas juntándose. Desde este momento, en adelante, voy a sacudir mis propios cimientos, esos que quedaron sepultados con una ciudad, no importa cuántas lágrimas tenga que derramar, cuantos arrepentimientos se sumen a los que ya tengo, ni cuanto dolor pueda autocausarme, tengo que saber, escarbar lejos de mi propio pasado.
Ahora que tengo de frente una estantería de libros, me doy cuenta del tiempo que he desechado en esconderme de todos y la poco que he hecho para absorber todo lo que en tinta y papel se ha plasmado, he leído mucho en medio de la soledad, pero no en la dirección correcta.
Sebastián tiene muchos tomos generales de magia y otros más específicos, sobre los forjadores. Eso hacía con la cadena en su mano, entretejía magia en una joya y forjaba un lazo con alguna criatura, con el portador de esa pieza.
—Significa, entonces, que soy parte de una rueda en movimiento que nada ni nadie ha podido detener, lo que nos lleva a mi inminente y prematura muerte. Dijiste algo sobre un cumpleaños, es… ¿Algo fijo en el tiempo? —la confusión ha dado paso a la aceptación, muy rápido—, la fecha, quiero decir.
Un forjador tiene varios niveles de especialización, algunos crean llamativas y delicadas joyas para contener o desatar calamidades, otros se dedican crear armas con las mismas intenciones, alguno pocos, un selecto grupo puede generar un vínculo entre un artefacto y un ser viviente, es un arte poco explorado y el nivel más alto para un forjador.
Él, se encuentra en ese alto peldaño, su corta edad no es un limitante para el alto potencial en magia que posee.
—Sabes, esto es tan nuevo para ti como para mí —confieso, porque intentar ser sabía por el tiempo en que sigo viva, es ridículo—. De hecho, creo, que sí, el cumpleaños de… ella es fija en los eventos venideros.
—Eso sería mañana.
—¿Mañana? —en mi intento por rodear el escritorio me llevo dos libros que caen desparramados en el suelo, el golpe va directo a mi cadera—. Es muy pronto.
Sebastián se apresura a recoger los libros y me ayuda a regresar al mueble. No puede ser, creí que tenía más tiempo para entender lo que se debía hacer o… Para ya, Selt. El destino no puede ser cambiado, irremediablemente lo que tiene que suceder, sucederá. Sin importar cuanto desees lo contrario.
—Camila cumple dieciséis, mañana —comenta.
Comienzo a hacer cuenta con los dedos, ¿en qué momento se me fue el tiempo de las manos? Estaba muy enfocada y de repente… Ah, la llegada de ese demonio lo redirigió todo.
—Perece que sigo atrapada en una maldita pesadilla —digo entre dientes.
—desde mi punto de vista, nunca has despertado de ella.
Cuanta verdad hay en sus palabras. Desde la destrucción de la ciudad que vio nacer, mi vida ha sido una constante pesadilla de la que apenas y he podido sobrevivir.
El ruido en el pasillo indica la llegada de alguien.
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Editado: 11.03.2024