Me sentía destrozado por haber hecho lo que hice con mi pequeña, con mi niña, ella realmente cree que la odio y por un solo momento decidí contarle la verdad, cuando vi cómo su mundo se venía abajo con la mentira de la muerte de su madre, dude de todo el mal que estaba causando; el miedo llenó mi sistema recordando las amenazas que habían llegado desde el Seúl.
Lo más duro que he tenido que hacer en mi vida es destruir todo lo bueno que habitaba en el corazón de mi pequeña, ver cómo éramos los causantes de todo su dolor, era horrible. Jamás me perdonará lo sé y yo tampoco me perdonaría; era un monstruo, decía amarla, y solo la ponía en peligro.
Mientras bajaba del jet pensaba en todo lo que sucedió en casa, rompí en llanto recordando cada una de nuestras crueles y bruscas palabras; solo suplicaba que mi niña encontrara una vida sin sufrimiento y alguien que pudiera darle el amor que como unos cobardes no pudimos darle, Samuel tenía razón no éramos unos buenos padres, solo éramos unos egoístas.
-Cariño estás hermosa- le dije a Natasha besándola; mi dulce y amada esposa- ¿Cómo has estado? - ella jamás murió todo fue un teatro que creamos para que mi esposa pudiera ocultarse y no correr peligro.
-Mejor, los bebés ya quieren salir- mi esposa estaba embarazada; desde que lo supimos ella volvió hacer la misma que era hace unos 10 años – y tú ¿Cómo estás?
-Mejor de lo que podría- dije serio- ya no está, se fue, perdí a mi niña y Sam me odia.
- ¿Qué? - dijo ella – no me digas que mi pequeña está- las lágrimas estaban a punto de salir de sus ojos.
-No, no- negué rápidamente, no me podría imaginar a mi pequeña muerta- mi amor ella está bien o eso creo- dije, ella sabía lo que teníamos planeado, de hecho, todas las decisiones que tomamos con respecto a nuestra hija eran ideas de ella, y decisiones que tomaba por ella; no podría negarle nada a mi mujer, además ella lo hacía por la seguridad de nuestra pequeña, o eso trataba de hacerme creer cada mañana.
-Ella lo entenderá- dijo acariciando mi rostro- es por el bien de ella, todos nosotros podemos cuidarnos ella no, es humana-por un momento pensé que tenía razón, no obstante, sabía que la habíamos alejado por el miedo a perderle en manos de otros- ¿Dónde están mis muchachos?
-Vienen en dos días mientras preparan el funeral- dije con tristeza- me odian, me culpan por la pérdida de su única hermana- dije, sabía que ellos lo hacían, Bryon me dio el mensaje de mi pequeña hija y sabía perfectamente que en este momento ella sería capaz de encadenarme al mismísimo infierno y yo no pondría problema; sabía que me lo merecía.
-Ya se les pasará, además vienen los gemelos nos va ayudar a todos a recuperarnos- dijo con tristeza en su voz, creyendo en sus propias palabras- la vas a buscar ¿cierto?
-No se nena ya no tiene nuestro apellido, ya no es nuestra hija- dije con la voz rota- no sé qué apellido tendrá - susurre sollozando, en realidad había mil maneras de encontrarla, quería por un momento dejar que mi hija hiciera su vida lejos de todos nosotros, lo merecía.
-En la vida hay que hacer sacrificios amor- dijo jalándome hacia el auto; ella había hecho uno de los mayores sacrificios separarse de su hija, hasta ahora, los gemelos no tardarían en nacer – vamos a casa quiero descansar.
Los chicos estaban destrozados, y Samuel mucho más que cualquiera de nosotros; ver a su pequeñita después de tantos años y perderle de nuevo quebró su alma, para él por una extraña razón significaba mucho más Cassandra.
Desde que regresó del instituto quería matarnos a todos, nos lo dio a entender en el instante en el que pisó la casa, no quiso ser partícipe del funeral; sabíamos que estaba dispuesto a matar a nuestro padre, a nosotros incluidos si se le daba la oportunidad, y así él no lograra cumplir su promesa, sabíamos que nuestra hermana encontraría la forma de destruir a Gabriel y cada uno de nosotros.
Nunca tuvimos hermanas siempre fuimos solo hombres, mamá y papá habían perdido las esperanzas de tener una niña; para ser sinceros era muy poco común tener una niña entre ángeles y más si el padre era arcángel, por lo general las mujeres que hacían parte de la corte celestial, eran creadas por los príncipes de los cielos.
Sin que pudiéramos esperarlo nació Cassie e iluminó nuestras vidas, inesperadamente ella nació humana, recuerdo perfectamente el día en el que mi hermana nació; mi padre saltaba de la dicha, era la primera humana, todos nosotros estábamos alegres de tener a nuestra pequeña, independientemente de su condición, era una dulce bebe.
Samuel jamás había estado tan feliz, él había perdido las ganas de seguir en este mundo; tentado por nuestro tío Miguel Ángel, asumiría un puesto permanente como guardián y guerrero de los cielos; cuando Cassandra nació, su vida recobró sentido, siempre la amo mucho más de lo que pudimos quererla nosotros.
Editado: 17.02.2021