Y sabes de lo que soy capaz, tengo un complejo muy crudo y psicópata, te quiero para mí, solo para mí, ¿qué no ves que conmigo es puro frenesí?.
Zona rural - Japón.
11:00 de la noche.
Actualmente, la leve y profunda bruma que desde algunas cuantas horas atrás invadía de una manera un tanto terrorífica la zona boscosa perteneciente a la región, parecía haberse intensificado todavía mucho más sobre aquélla misma zona repleta de exuberante vegetación ubicada en algún punto del hermoso país Nippon, tratándose de un extraño acontecimiento atmosférico que incluso había logrado ocasionar que la cálida temperatura del ambiente disminuyera de una forma ligera.
Ambiente un tanto frío que no solía ser demasiado recurrente en aquélla zona totalmente apartada del estruendo provocado por la ciudad llamada Tokyo, lugar lleno de montañas y de una increíble diversidad de especies de animales que verdaderamente no se veía afectado a causa de aquél mismo ambiente fresco.
Cambio en la temperatura que a su vez también se debía a las frías corrientes de viento qué en ese preciso momento fluían constantemente a través del escenario, mismo oscuro escenario que simplemente parecía estar presintiendo el terrible y lamentable hecho que estaba próximo a suceder en el siguiente lapso de tiempo, acontecimiento que sin duda alguna, le quitaría totalmente la inocencia a una zona que durante toda su existencia, no había sufrido de ese tipo de atrocidades.
Lamentable atrocidad que al parecer sería cometida por la misteriosa persona que en ese instante se encontraba rondando las instalaciones del gigantesco hospital, mismo individuo de intenso cabello rubio que aún mantenía en su corazón el tétrico y obsesivo deseo de encontrar a la mujer que más amaba en todo el gran mundo.
Fémina de dieciséis años de edad que simplemente no parecía estar teniendo ni la más mínima idea de que una persona se podía visualizar buscándola intensamente.
Hikaru: Vaya...si que este lugar es enorme.
Susurró con un poco de asombró en sus palabras al estar observando con gran curiosidad la enorme estructura médica, joven ojiazul que en ese instante se encontraba recorriendo una de las zonas pavimentadas de aquél flamante hospital, misma zona que en el tiempo actual, se podía contemplar completamente libre de la presencia de cualquier rastro humano.
Siendo a su vez el fuerte movimiento de los diversos árboles a causa del viento, lo único que se distinguía generando ruido, hecho que solo le otorgaba aún más misterio a una zona que se apreciaba invadida por una gran cantidad de bruma, misma bruma que no haría más que dificultarle la visión a todo aquél que anduviera realizando un paseo nocturno.
Hikaru: Así que Ai ha estado en este inmenso lugar durante los últimos meses.
Comentó con una suma seriedad mientras continuaba movilizándose lentamente y con preocupación a través del escenario, pelirubio perteneciente a Konoha Productions que incluso se estaba encargando de utilizar la bruma a su favor, de esta forma aquél chico de quince años de edad tratando de pasar desapercibido como si de un real fantasma se tratara.
Hikaru: Pero...¿por qué razón?.
Se preguntó a sí mismo con muchísimas dudas introducidas en su mente al estar tratando de buscarle una explicación a la estadía de Ai Hoshino en el gran hospital, siendo un pensamiento que se apreciaba llevándose a cabo desde que el chico de apellido Kamiki descubrió la ubicación de la chica de ojos con forma de estrellas.
Pensamientos que no hacían más que producirle numerosas conclusiones al joven que se contemplaba locamente enamorado de la Idol más popular del país.
Hikaru: Pronto...pronto lo descubriré.
Habló con un enorme deseo en su tono de voz justo al momento de decidir acomodarse de una mejor manera los lentes negros que se apreciaba utilizando, lentes oscuros como la noche que además se estaban encargando de ocultar la brillantez que aquél mismo pelirubio poseía en sus orbes desde tiempo atrás.
Hikaru: Solo espera un poco más Ai.
Decía con muchísima emoción contenida en su expresión al momento de seguir caminando de una forma muy cautelosa, cautelosidad que el joven dedicado a la exigente industria artística de Japón lograba realizar con mucha efectividad, misma cautelosidad que aquél individuo de solo quince años de edad llevaba practicando desde hace tiempo atrás.
Hikaru: Pronto estaré contigo.
Dijo gustosamente antes de que numerosas imágenes sobre la linda y maravillosa mujer de apellido Hoshino comenzarán a pasar a través de su mente, mismas imágenes que no hacían más que provocarle una notable emoción al chico que había venido desde la Metrópolis más grande en todo el increíble país Nippon.
Joven de intimidantes ojos azules que durante el siguiente lapso de tiempo, únicamente se había dedicado a seguir recorriendo las afueras del gran hospital, zona rodeada por una exuberante vegetación que además en ese preciso momento continuaba siendo invadida por un ambiente ligeramente frío y terrorífico, mismo ambiente lleno de una abundante bruma blanca que al parecer tenía mucho parecido al que normalmente era utilizado en las cintas cinematográficas de terror.
Tétrico ambiente que a su vez podría tomarse como una representación de lo que el chico conocido como Hikaru Kamiki sentía en ese instante en su corazón, flamante artista teatral de solo quince años de edad que actualmente se visualizaba en silencio y sumergido por completo en sus propios pensamientos, respectivos pensamientos que al parecer seguían siendo absolutamente dedicados a la hermosa Idol de orbes con singular forma de estrellas nombrada Ai Hoshino.
Talentosa fémina de largo e inigualable cabello morado que a diferencia del individuo que se apreciaba buscándola desde hace unos nueve meses atrás, se contemplaba sumamente cómoda y llena de tranquilidad emocional dentro de las instalaciones dedicadas a la realización de numerosas especialidades médicas.