ALEXANDER
La volví a ver, justo como antes y justo como pasaba siempre, todo mundo desaparecía alrededor de ella. Por lo cual no supe con quién jodidos estaba, si estaba con un idiota o con sus amigas, decidí dejar de lado eso ya que no quería ver rojo ahorita. Joder no podía creerlo, la había visto de nuevo y no era una estúpida alucinación. Ella vino a mi pelea, justo como lo hacía antes. Después de la pelea, que obviamente gane, trate de ir a buscarla. Olvide a mi mejor amigo y el compromiso que tenía, por suerte me llego un mensaje del idiota en donde me decía que se tuvieron que ir de urgencia y que conocería a la misteriosa chica después. Eso fue bueno para mí ya que podría estar con Emma, el suficiente tiempo como para raptarla un par de horas y sacar la verdad de por qué se largó así. Pero, así como la vi, se volvió a ir. Desapareció como ella suele hacerlo.
Ha pasado una semana, desde la última vez que la vi, ángel ha estado actuando un poco raro desde ese sábado en estuvo la emergencia de la pobre chica que aún no logro conocer. Recibe llamadas y desaparece de repente, llega a decir estupidez por escusas, pensando que le creo cuando en realidad es que no. A veces hasta siento que insinúa algo, pero no logro saber qué. Por otra parte, esta mateo, no he vuelto a saber de él desde la última llamada. No quiero pensar mal, pero sé que tiene sus asuntos y sé que es mejor no meterse en ellos. Justo en estos momentos estaba en mi departamento junto con ángel, el muy idiota estaba revisando mi cocina en busca de comida, mientras yo estoy viendo unos asuntos pendientes.
- Hey, idiota! – escuche como empezaba a gritar, el imbécil. Pero simplemente lo ignore.
- ¡Grandote!
- Alex!
- Alexander!
- He
- Tu enamorado favorito te esta hablando
- Oye
- Tu
- Si tu
Me estaba empezando a hartar, así que tuve que contestarle de mala gana.
- Que fregado quieres imbécil.
- Ya no tienes comida
- Claro que, si tengo, revisa bien.
- Ya revisé de arriba abajo, pero no tienes nada.
- ¿Y luego? ¿Qué quieres que haga?
- Deberías de ir al supermercado, a comprar comida.
- Insistirás como niño chiquito hasta que vaya, ¿no?
- Ay, me conoces demasiado bien. – no lo veía, pero podía sentir como tenía una sonrisa burlona.
Sin querer estar más tiempo con aquel idiota, me dispuse a ir al supermercado por algunos víveres, solo los necesarios.
NARRADOR EXTERNO
Lo que no sabía Alexander es que esto estaba más que planeado por parte de dos enamorados, para que sus mejores amigos l fin pudieran reencontrarse. Ángel hiso su parte, así como también miranda le había recordado a Emma el que no había hecho las compras de esa semana. Ellos tan inocentes, de cómo reaccionarían sus amigos al reencuentro no programado y mal organizado.
Emma y Alexander estaban tan concentrados en lo que iba a comprar que no se percataron de que solo los separaba unos cuantos estantes. El primero volteo fue Emma y al parecer se quedó en blanco por un buen rato, ya que le dio oportunidad a Alexander de notar su presencia, por lo cual el también volteo a verla. Para cuando Emma reacciono era tarde, Alexander la había descubierto y su instinto le gritaba correr lejos, lo más lejos posible de Alexander. No lo pensó mucho así que eso hiso. Fingió no conocer a Alexander y corrió con el carrito todo lo que le fue permitido, por otra parte, Alexander se dio cuenta de la fuga de Emma y rápidamente la siguió.
Para algunas personas del supermercado que presenciaron ese gracioso momento, les cuso cierta curiosidad. Ya que, si Emma daba unas cuantas vueltas, Alexander hacia lo mismo. A perspectivas de otros los veían como el gato y el ratón.
Después de un tiempo, Emma pensaba a ver perdido de vista a Alexander, se dispuso a relajarse un poco de todo lo que había hecho para huir de él, pero para su suerte Alexander la intercepto y le cerro el camino. Por lo que no le quedo de otra a Emma que hablarle.
- Tenemos que hablar. – dijo firme Alexander.
- Lo sé. – acepto rendida Emma.
EMMA
Después de que me acorrala y de que me hablo muy cortante. Él se dispuso a seguirme, le dije que tenía que hacer las compras si o si, por lo cual se convirtió en mi sombra, incluso hasta cuando en la caja estaba pagando, no se despegó de mi ni un segundo.
Ya con las compras en el carro que me prestaba el vecino (que era un gran amigo, por cierto), nos encaminamos a un pequeño café que se encontraba cerca del supermercado. Entramos he inmediatamente busque una mesa algo apartada de las demás, ya que esta conversación no iba a ser muy bonita. Después de pedir nuestras bebidas, se instaló un silencio algo tenso, por mi parte miraba cualquier cosa que no fueran esos hermosos ojos, pero sentía la mirada de él.
- ¿Y bien? – se escuchaba impaciente.
- ¿Qué quieres que te explique? – con eso al fin, le devolví la mirada.