JUNIO DE 2018
–¡Lo siento por llegar tarde! –Dice Javier mientras entra por la puerta de su casa.
–No importa, lo importante es que ya estás aquí –le dice Catalina, su ahora esposa, mientras toma la caja que llevaba en sus manos. – Además, mi hermana aún no llega con lucia.
–Menos mal. –Dice el pelinegro mientras camina junto a la castaña por la sala decorada con globos de cumpleaños. –De niño siempre quise una fiesta sorpresa –le confiesa.
–¿En serio?
–Sí, pero nunca paso.
–¿Y quieres que Lucía no pase por eso? –Dice mientras abre la caja dejando a la vista un pastel de cumpleaños.
–Así es.
–Eres tan lindo. –Dice la mujer mientras con ambas manos pellizca las mejillas del pelinegro.
–Obviamente. –Dice mientras se acerca para darle un beso en los labios.
El sonido de la puerta hace que la ojiazul reaccione y se separe de su esposo para ir a abrir dejándolo a él besando el aire.
–Eso es cruel. –Le dice al verla caminando a la puerta.
–Llegaron nuestros primeros invitados.
Unos minutos más tarde la pequeña sala se encontraba llena de niños y sus respectivos padres esperando la llegada de la cumpleañera.
–¿No te parece lindo? –Pregunta la castaña.
–Sí, tener la sala llena de doce gritones. –Se burla.
–No los llames así
El teléfono del pelinegro inicia a sonar.
–¿Evan? –susurra al ver el nombre en la pantalla.
Rara vez Evan lo llamaba y por lo general era en la mañana que lo hacía, por eso se le hacía raro el hecho de que lo llamara a esas horas.
–Hola, Javier. –Dice el hombre del otro lado de la línea en el momento en que contesta la llamada.
–Hola, Evan ¿todo bien?
–Sí, solo llamaba para saludar
–Bueno, si quieres llama un poco más tarde, ya que ahora estoy en el cumpleaños de mi hija y...
–Bueno también te quería contar otra cosa. –Lo interrumpe
–¿No puede ser más tarde?
–Es importante.
–Está bien, dime.
–Es sobre la isla.
–¿Qué isla?
–Nublar.
–¿Qué pasa con ella?
A Javier no le gustaba hablar de esa isla, después de la experiencia que ocurrió hace tres años durante todo este tiempo siempre ha tratado de evitar hablar de ese tema.
–¿Has visto las noticias?
–Sí, el volcán activo.
–Sí, justo de eso quería hablarte. –Le dice el rubio. –Un laboratorio me contrato para regresar a la isla y ayudará a rescatar a los dinosaurios e impedir que se extingan una vez más.
A espaldas del pelinegro se escuchó cuando todos recibían a su hija.
Se había perdido la sorpresa.
–No regresaré allí. –le dice serio.
Después de todo lo que vivió regresar era lo último que quería
–Pero la paga...
–No me interesa el dinero, no iré a una isla llena de dinosaurios y un volcán que puede explotar en cualquier momento.
–¿Dinosaurios? –Escucha una vocecita a sus espaladas.
Al girarse se topa con los ojos verdes de su hija que lo mira fijamente.
–No volveré Evan. –Dice para luego colgar la llamada.
–Hola, preciosa ¡feliz cumpleaños! –Dice mientras la abraza y la carga.
–¿Hablabas de dinosaurios? –Pregunta la pequeña.
–Sí, pero no es nada interesante, ahora debes regresar a tu fiesta junto con tus amigos ¿vale? –La niña asiente y aun con ella en brazos Javier regresa a la sala de la casa.
(...)
–¿No acepto? –pregunta Clint a Evan.
No obtuvo respuesta, pero el solo hecho de ver su rostro se podía evidenciar lo molesto que estaba por ser rechazado.
–¿Por qué necesariamente debe ir él? ¿No podemos llevar a cualquier otro técnico? –pregunta el pelinegro –Cualquiera con la suma de dinero adecuada aceptaría ir sin ningún problema.
–Crees que no lo sé, es solo que el jefe quiere gente de confianza y Javier es el único técnico que conozco, además, ya sobrevivió a lo de 2015 y eso también lo hace acto para lo que se viene.
–Entonces deberás buscar la manera de convencerlo.
–Eso haré.
(...)
La fiesta ya había acabado y la pequeña familia se encontraba recostada en el sillón viendo la televisión.
Javier miraba a su esposa e hija, no iba a arriesgarse otra vez.
Luego de lo sucedido hace ya tres años se hizo la promesa de no volver a alejarse de su familia. Al principio se le hizo difícil gracias a que debía encontrar un buen trabajo para cubrir los gastos de la pequeña, pero poco a poco logro equilibrar su economía y con ello ayudar a su hija.
–¿Pasa algo? –Pregunta Esmeralda.
Javier sale de su mente y regresa su vista a la castaña. Ella lo miraba esperando una respuesta, pero él no sabía qué decir o al menos no con su hija presente.
–¡Mamá! ¡Papá! ¡Miren! –Los interrumpe la pequeña mientras señala la pantalla de la televisión.
En la pantalla se mostraba un reporte sobre el debate de los dinosaurios, el monte Sibo y del dinosaur protection group.
–Ellos fueron al colegio. –Dice señalando la pantalla. –Hablaron sobre los dinosaurios. – Les dice la pequeña. –¿Es verdad que hay una isla llena de ellos?
Ambos padres se miran por un momento.
Esmeralda sabía que lo que menos le gustaba hablar a Javier era de dinosaurios.
Tras lo que vivió siempre trato de evitar el tema y concentrarse en su trabajo y en el tratamiento de Lucia.
Aunque una cosa era lo que él decía y hacía y otra cosa lo que sucedía en su mente.
–Creo que ya es hora de dormir princesa. –Habla la castaña mientras se levanta y toma a la pequeña de la mano.
–No me quiero dormir. –Dice la pequeña mientras hace un puchero que para ambos padres resulta adorable.
–Mañana hay escuela y después no te quieres despertar.
–Está bien.
–Ya regreso. –Dice la mayor para caminar junto con la pequeña a su respectiva habitación.