*Pasado* (16 años)
Abrí los ojos sobresaltada.
Como casi siempre mi camisón se pegaba a mi espalda y el sudor ya había atravesado la tela.
¡Solo fue un mal sueño!
Elevé los ojos al cielo y respiré pausadamente justo como mi psicóloga me indicó que lo hiciera. Cuando le cuente que no salí corriendo al cuarto de mis padres y aguanté un poco (aunque por dentro me esté cagando de miedo) se sentirá orgullosa. Yo lo estaba de mí.
Miré cómo el aire de la ventana hacía oscilar mi atrapasueños y me quedé dormida con la sensación de que todo estaría bien.