Otra vez tú

Capítulo 6

LUKA

 

El sábado no pudo tardar más en llegar porque los días tenían solo veinticuatro horas, y cuando pasó, la tarde parecía eterna.

¿Entonces invito a Valery? —me preguntó Zane.

—Sí, no quiero que Rae se sienta rara o algo.

¿Y crees que me aceptará un trago?

—Si no lo intentas…

Lo sé, lo sé —suspiró—. Trataré de encontrar el momento adecuado.

—Si ayuda de algo, espero que diga que sí —dije riendo.

Gracias —soltó una carcajada—. Nos vemos luego.

En cuanto corté, sentí las manos de mi prometida recorrer mi espalda.

—¿Por qué no puedo ir? —interrogó gimiendo en forma de queja.

—Noche de chicos —le contesté y giré para mirarla—, no de chicas.

—Si te llega a tocar una, lo sabré —murmuró entre dientes.

—Francis, tú y yo sabemos que no nos amamos —dije señalándonos—. No me voy a acostar con nadie más, pero no entiendo esto de los celos.

Su ceño se frunció, y antes de que hiciera una rabieta, la besé. Ella correspondió enseguida rodeando mi cuello con sus brazos.

—Aun así, me importas —susurré sobre sus labios.

—La semana que viene es nuestro aniversario, ¿eso también te importa? —musitó como nena chiquita.

—Claro que sí —respondí intentando recordar la fecha.

—¿Cuándo es?

La miré fijo a los ojos pensando.

—¡El catorce de julio! —exclamó antes de pisarme.

Gruñó y se fue al cuarto hecha una furia. Para mi suerte, las salidas con los chicos significaban pijamada en la casa de dos pisos de Zane; por lo tanto, no iba a tener que lidiar con eso hasta el día siguiente.

Cociné y cenamos como siempre, me duché, tomé el coche y me dirigí directo al club. Tenía la leve esperanza de que ella ya estuviera allí, sin embargo, no fue así.

—¡Ya casi estamos todos! —celebró Val aplaudiendo cuando llegué.

Tuve que estacionar a tres cuadras por la falta de lugar y no era fanático de eso.

—¿Entramos o esperamos a Rae? —preguntó Peter pisando el cigarrillo.

—Si quieren entren, yo la espero.

Dicho esto, todos los ojos se posaron sobre mí y Finn habló:

—¿Por qué?

—Vendrá con Ed y quiero asegurarme de que todo esté en orden —expliqué y alcé los hombros.

—¿Dudas de él? —cuestionó Val confundida.

—No, no —reí una vez—. Simplemente quiero recibirla, yo la invité, así que…

Val asintió lentamente y entraron sin dejar de mirarme. Cuando la puerta se cerró, exhalé el aire que estaba conteniendo. Ni siquiera sabía qué estaba diciendo, mi cabeza apenas funcionaba.

Poco después, un auto estacionó en doble mano y una Rae con un short al cuerpo y una camisa blanca traslúcida salió de él. Tenía una cola de caballo por primera vez, la cual le quedaba ridículamente bien, y unas plataformas súper altas.

—Muchas gracias, Ed. La pasé muy bien —le dije antes de cerrar la puerta y despedirse con la mano mientras el coche se alejaba.

Al cabo de unos segundos, volteó y se detuvo sorprendida cuando me vio.

—Hola —balbuceé sonriente y me aclaré la garganta—. Todos ya están adentro.

Una sonrisa tímida se formó en rostro, comenzó a caminar hacia la puerta y la seguí.

Si bien el volumen de la música hacía que todo retumbara —mi cerebro incluido— y la mezcla de olores no era nada agradable, no podía rechazar una noche con ellos.

En cuanto Peter nos vio, comenzó a mover el brazo en el aire para que fuéramos hacia él, y eso hicimos.

—¡Bienvenida al Whitehorse Night Club! —le gritó entregándole un trago.

Ella lo tomó sin dudarlo antes de apoyarlo sobre la barra.

—¡Rae! —exclamó Val y la abrazó—. Ven, ven.

Agarró una botella chica de cerveza, la mano de su amiga y la llevó a la pista.

—¿No se ve increíble? —preguntó Zane embobado.

—Sí —murmuré de la misma manera.

—Me refiero a Valery, ¿de quién hablas?

Sacudí la cabeza y reí.

Miré a Peter, quien evitaba hacer lo mismo; pero cuando la presión de mis ojos lo superó, lo hizo y le guiñé un ojo. Esperaba que con eso supiera que todo estaba más que bien y que no iba a decir nada.

Estaba a punto de beber la cerveza que había pedido cuando un cuerpo cubrió el de Rae y noté que ella intentaba alejarlo. En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba junto a él, empujándolo.

—¡¿Qué te pasa?! —exclamó molesto y me lo devolvió.




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