Ishi se encontraba preparándose para salir hacia el club. Ya se había puesto la ropa deportiva que le prestó Guido.
—Hoy no entrenaremos—avisó la pelinegra a su contraria.
—¿Por qué? —preguntó desconcertada.
—Tenemos que comprarte ropa, Ishi. Además, aprovechemos que ninguna bestia se acercó a nosotros. ¿Sabes? Las peleas no lo son todo, necesitamos un descanso a veces.
Ishi asintió, aunque mostrando desagrado a la propuesta de la menor. No le gustaba la idea de dejar de entrenar.
Kasumi decidió aprovechar el momento de compras para pasarla también con sus amigos. Agarró su celular, el cual no usaba demasiado y llamó primero a Arata.
—¿Hola? —el castaño contestó la llamada.
—Soy yo, Kasumi. Hoy no entrenaremos. ¿Quieren venir todos a ayudarnos a elegir ropa para Ishi? Estoy harta de que use las cosas de mi papá.
—¡Qué gran idea! Ya les aviso a los demás. Nos encontremos en el club y salgamos.
—El chico del otro lado cortó primero la llamada.
Kasumi dejó el celular en su escritorio y miró a la morena que estaba parada frente a ella esperando respuesta.
—Cámbiate eso. —Cruzó los brazos esperando a que la pelirroja reaccionara. Pasaron segundos hasta que empezó a sacarse el short gris que tenía puesto frente a ella—. ¡Aquí no!
Ishi volvió a ponerse el pantalón corto y fue directamente al baño, sin antes hacer un gesto de fastidio.
Al salir se encontró con una remera color blanca y unos shorts de color azul. Hacía mucho calor para llevar otra cosa, además, la ropa de verano hacía resaltar más su silueta tonificada.
—¿Tú no te cambiarás?
—Yo estoy bien así.
—Pero si aparece alguna bestia no podrás pelear con ese vestido. Parece incómodo. —Agarró la fina tela blanca de su contraria con cierta rudeza.
—Te dije que no pelearemos hoy, saca la mano. —Le dio un golpe al antebrazo de la morena para que deje de agarrar su vestido.
«Mierda, esto de pegarle me duele más a mí que a ella» pensó poniendo un gesto de dolor mientras se frotaba el dorso de la mano, que de a poco iba tornándose un poco más rojo.
Mientras se dirigían hacia el club, Kasumi agarró sus auriculares y se los puso en sus oídos para escuchar música.
—¿Qué es eso? —preguntó Ishi.
—¿Eh? —no había escuchado lo que dijo la adolescente frente a ella por culpa de la música.
—Te pregunté que es esa cosa—su voz sonaba molesta.
—Son auriculares, sirven para escuchar música, ¿quieres probar? —Sacó el de un oído para dárselo.
—¿Lo pongo en mi oreja? —La pelinegra asintió. La mano morena de su contraria agarró el pequeño artefacto y realizó la acción de la chica de ojos avellana de hace unos momentos—. Esto es… raro.
—Todo es raro para ti, eres de otro mundo. Esto se llama “canción”, hay muchas de este tipo, ¿te gusta?
—“Canción” Es interesante…—dijo mientras escuchaba la letra—. Esto es lo que llaman amor… ¿A ti te gustan estas cosas?
—Me encantan, leo libros sobre romance. Romance es algo referido a las relaciones de pareja. Tampoco sabes eso, ¿verdad? —La pelirroja solamente se dedicó a negar con la cabeza, esperando respuesta—Ya sabes, pareja son dos personas que se aman y están juntas o que intentan estarlo.
—¿Siempre es así? Yo nunca sentí eso de “amar” o estar junto a alguien.
—¡No! No todos lo hacen, yo por ejemplo no he tenido pareja…
—¿Y hay que tener poderes para tener pareja?
—En este mundo no hay poderes, Ishi. Solo debes enamorarte de una persona y ya. Si no lo logras o no es correspondido no hay romance, simple.
Al terminar la conversación, se encontraban solo a una cuadra de llegar al club.
Podían divisar al corpulento adolescente que saludaba sin cesar, esperando a que le respondan con un movimiento de mano al igual que él. A su lado se encontraban Michiko e Isamu, que solamente esperaban a que llegara el dúo que faltaba.
Juntos, se dirigieron hacia la parada del tren que los llevaba hacia la ciudad.
Aproximadamente 20 minutos después, llegó.
Se subieron, para Ishi todo eso era nuevo.
«Es una casa con ruedas...» pensó mientras observaba la longitud del llamado “tren”.
Caminaban buscando espacios vacíos para acomodarse todos lo más cerca posible. Solamente dos personas podían sentarse al lado de la otra, es por eso que uno de ellos debía estar solo en este viaje.
—Ustedes ubíquense juntos, yo me sentaré aquí. —Isamu se dirigió en los asientos delante de todos. Cuando ya se acomodó empezó a revisar sus redes sociales.
Arata se ubicó con Michiko.
Por otro lado, atrás de ellos dos estaban Kasumi e Ishi.
Arata se acercó a la chica de cabellos celestes que estaba a su lado para preguntarle sobre por qué había empezado a hacer artes marciales.
—Porque en este mundo hay que defenderse, ya has visto, hasta se encuentran bestias en estos tiempos—poseía una voz grave y expresiones faciales que denotaban total seriedad. Parecía enojada todo el tiempo, o eso pensaba el castaño.
—A mí me gustan las chicas fuertes. —Sonrió, rodeando sus hombros con su brazo rígido y voluminoso.
—¿Sabes que tienes a mi hermano delante de ti? Además, no eres mi tipo.
—¡No! —negaba con su cabeza una y otra vez mientras hablaba, nervioso—Me refería a que me gustan, pero no de gustar, sino de agradar, ¿entiendes? Son agradables las chicas fuertes, hay pocas en el mundo. Por ejemplo, no me dirás que es extraño y a la vez genial tener a una chica detrás nuestro que parece que hizo cien años de ejercicio para ganar masa muscular.