Our.

1.


 


Abro la puerta de mi antigua habitación y siento como mi corazón se encoge al ver todo tal como lo recordaba. Mis pasos son lentos cuando recorro el pequeño espacio, miles de recuerdos llegan a mi mente cuando toco esa cama en la que pase tantas noches de oscuridad, sola. El escritorio en el que me sentaba horas y horas a leer tiene una gruesa capa de polvo y las cortinas tapan la luz del exterior, ocultando el azul cielo que cubre la pared en la que se encuentra mi armario. 
No retengo las lágrimas que se forman en mis ojos. La nostalgia se mezcla con los malos recuerdos que tenía recluidos en el fondo de mi mente y que, de golpe, al volver a esta habitación, has resurgido. 
Abro mi maleta sobre la cama intentando calmarme y comienzo a sacar toda mi ropa con calma, ordenando todo en el armario. Miro las pegatinas pegadas en el interior de la puerta, esas que pegue el día que mamá me compró aquel cuaderno para dibujar. El espejo en el que vi todos mis cambios desde pequeña me muestra ahora una frágil chica rubia, bastante más delgada de lo que debería, sin curvas, sin brillo en sus ojos, sin alegría, pálida y con los ojos rojos del llanto. 
Estoy tan absorta en mis pensamientos que cuando noto su presencia detrás de mí solo puedo soltar un grito de espanto, lo que al parecer le resulta muy gracioso a la persona que tanto esperaba ver. Su cabello castaño cae sobre su frente mientras se ríe a carcajadas frente a mí, su risa disipa todos los pensamientos que me atormentaban y enseguida me uno a él.
Me rodea con sus brazos aun riendo y le abrazo con fuerza. Tres años sin ver a la persona que me salvo de todo, a mi mejor amigo.
-Te extrañé, pequeña idiota - susurra contra mi pelo.
- Y yo a ti, estúpido. 
- ¿Qué tal el viaje? Conociste a algún francés – me mira elevando sus cejas y sonrío negando con la cabeza.
- Eres insoportable Nick, sabes que no tenía la cabeza para eso.
- Oh venga ya, me abandonas tres años para irte a Paris y no traes ninguna historia que deba saber. 
- Era un viaje de negocios de mi madre, ni siquiera fui a un instituto, prácticamente he estado encerrada todo el tiempo en aquel piso.
- ¿Sabes algo de…? - niego sin dejarle terminar la frase.
- Sigue en la cárcel, es lo único que sé. – trago fuerte intentando disipar el nudo que se forma en mi garganta. Se que en algún momento podre hablar de mi padre sin que el terror me invada, sin embargo, no he podido aun a pesar del tiempo que ha pasado. – Pero no vamos a arruinar el reencuentro hablado de él, cuéntame todas las novedades. 
- Todo sigue igual por aquí, Mike te echa de menos, ya lo sabes. Terminamos de firmar la compra del piso hace poco y ahora vivimos los tres allí.
- ¿Los tres? 
- Ah sí, creo que aún no te he hablado de Alex - niego invitándole a seguir hablando - llego hace un par de meses de Nueva York, es un viejo amigo de Mike por eso lo conocí. A veces es un poco pesado, pero te caerá bien. 
Rio divertida mientras sigue hablándome de todo lo que ha pasado en el tiempo que he estado fuera y por fin me siento a salvo, en casa.
Pasan las horas y seguimos tumbados en mi cama, hablando de temas sin importancia, como siempre hacíamos, cuando Nick me propone ir a su apartamento. Acepto sin dudar al pensar en volver a ver a Mike y mi amigo vuelve a reír cuando me levanto de un salto para ponerme las zapatillas.
Subimos a su coche después de despedirme de mi madre y una sonrisa se forma en mi rostro al recorrer las calles de la ciudad en la que me crie. Nick tararea la canción que suena en la radio con una amplia sonrisa en su rostro, y así pasamos los siguientes diez minutos, cantando en el coche como cuando éramos unos niños y su madre nos llevaba lejos del caos de mi espantoso hogar. 
Llegamos al que supongo que es el bloque de pisos en el que vive Nick y me invita a pasar. Todo, tanto en el interior como en el exterior, es blanco y negro, como uno de esos edificios de revista. Nick coge mi mano y me obliga a seguirlo hasta el ascensor que hay al final del pasillo. 
-Estoy nerviosa - susurro cuando las puertas se cierran.
- Ni que no conocieras a Mike - dice divertido. Asiento despacio y espero a que las puertas se abran. Sigo a Nick hasta la puerta blanca señalada con un pequeño letrero <7A>, pero cuando esta se abre me encuentro una escena completamente diferente a la que esperaba.
Supongo que, cuando vas a ver a tu amigo después de tres años, lo normal es encontrar una fiesta de bienvenida, sin embargo, la escena que hay frente a mis ojos está lejos de ser una inocente fiesta de bienvenida. Un chico que no conozco está besando a una rubia, a la que por cierto tampoco conozco, sobre la blanca encimera de mármol de la cocina.
Nick cierra de un golpe la puerta llamando la atención de ambos chicos, que se separan rápidamente para mirarnos. La chica, sonrojada por completo, baja de la encimera y sale del apartamento esquivándonos.
- ¿Enserio Alex? ¿En la puta encimera? – pregunta Nick indignado. Así que este es el tal Alex. Mis ojos se permiten recorrerle, su pelo negro cae despeinado a los costados de su cabeza, sus ojos negros miran a mi mejor amigo, al parecer no se hadado cuenta de que estoy aquí, su sonrisa muestra sus dientes perfectamente alineados. Es un poco más alto que Nick, sus músculos se marcan bajo su camiseta blanca y, aunque intento apartar mi mirada de él, se me hace completamente imposible.
- ¿Y tú quién eres? – su voz me saca de mis pensamientos y nuestras miradas se encuentran.
- Ali…Alicia – intento que mi voz no tiemble, pero creo que no lo logro.
- Alicia… bonito nombre para una bonita chica – me dice guiñándome un ojo.
- Hola chicos, he vuelto - oigo su voz antes de poder contestar y me giro emocionada para mirarle - ¿Ali? 
- ¡Mike! - salto a sus brazos y me abraza con fuerza dándome vueltas en el aire - te extrañe Mike.
- ¿Todos os conocíais menos yo? – la voz del nuevo amigo de los chicos interrumpe nuestro reencuentro y le miro mal cuando Mike me suelta. – Un momento… ¿Ella es vuestra amiga de la que tanto habláis? – ambos chicos asienten en respuesta – Ya empezaba a creer que no existía.
- Pues sorpresa, si existo. - respondo sarcástica, ganándome una mala mirada por su parte.
- Íbamos a pedir pizza, ¿te quedas? – me pregunta Mike.
- Claro.
- Maravilloso – oigo murmurar a Alex. 
- ¿Perdón? – le miro fijamente esperando una respuesta.
- Maravilloso – repite ahora más alto, yendo a sentarse al sofá.
Algo me dice que no le he caído muy bien al precioso capullo que hay frente a mí. 
-Ignórale, es así con todos. – susurra Nick yendo a sentarse al lado de su amigo. 
- Genial, que divertido. – Mike suelta una risa a mi lado y me agarra la mano, dirigiéndome al sofá que ha quedado vacío.
Siento su mirada sobre mi durante toda la conversación, pero en ningún momento me giro a mirarlo. Sus ojos queman sobre mi piel cada vez que noto como recorren mi cuerpo, mi respiración se vuelve más pesada cada minuto que paso junto a él, porque si, Alex es de esos chicos que parecen de revista o sacados de algún libro. Se nota de lejos que es el típico chico malo, ese que, aunque sabes que debes alejarte de él, te atrae como un imán al metal.
Es uno de esos chicos que te llevaría al cielo con un solo beso.



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En el texto hay: romance, amor, suspense

Editado: 01.08.2021

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