Tony jugueteó unos segundos con las llaves en su mano viendo como la barra de carga finalizaba su conteo. Como era un sujeto determinado, había empezado su venganza silenciosa contra el puñetero Harry Osborn y una vez que enviara ese mail, necesitaría unos pocos segundos para borrar la primera de muchas cuentas fantasmas que iba a usar. El pequeño bastardo pensaba que iba a irse de rositas después de lo que había hecho… Como se notaba que nadie lo conocía en verdad.
Tony había pasado horas intentando determinar que mierda hacerles, de qué formas joderles la maldita vida sin poner ni uno de sus dedos encima. Le tomó un poco, le tomó más de lo que le hubiera gustado, pero la perfección requería tiempo. Había decidido empezar por Harry porque era el eslabón más débil y el más fácil de torturar.
En el mismo momento que rescataba a Peter, F.R.I.D.A.Y se había infiltrado en las bases de aquel inhóspito lugar y en ellas encontró las grotescas filmaciones del cuarto del chico. Tony se había flagelado a sí mismo forzándose a verlas de principio a fin y repitió el criminal proceso unas tres veces hasta asegurarse de memorizar cada una de las palabras que dijeron frente al chico. Esperaba encontrar información que los incrimine y lo hizo, de hecho, el hijo de puta de Galler nombró con nombre y apellido a Harry y a Norman, pero no cometió el error de llamar a Carson. No. Después de ver el video, después de ver con sus propios ojos como Peter era cortado, quemado y torturado hasta el cansancio con aquella maldita corriente eléctrica (que había tenido que hacer que Brandon removiera de su columna donde instalaron el dispositivo a control) decidió que no iba a dejar que alguien como Carson cobrara esa cuenta. No, todos los implicados iba a saldar la deuda con él y Tony no iba a ser delicado.
Esos bastardos hijos de puta iban a pagarle cada una de las lágrimas que le arrancaron a Peter, cada grito o súplica.
No iba a hacer nada estúpido y que lo pusiera en una mala posición, necesitaba que nadie estuviera oliendo sus pasos si pensaba hacer aquello. Asique, se aseguraría de cobrársela de la mejor manera: en silencio. De un modo sigiloso, sí, pero efectivo.
Apretó enviar cuando la máquina le avisó que el archivo adjunto había completado su carga y sonrió de lado teclado rápidamente.
«¿Lo hacemos otra vez?»
Cuando el mensaje cambio de carpeta y entró en la de enviados, con morbo lo abrió y se imaginó a sí mismo siendo el mocoso Osborn. Abriría con curiosidad al usuario desconocido —creado con la finalidad de dar a entender que era de una mujer— y Tony se aseguró de confirmar aquella sospecha con aquel encabezado.
Pensó en el chico mirando la pantalla de su celular lleno de dudas, intentando rememorar su último encuentro casual, abriendo el video sin entender cómo y cuándo fue grabado. Una pantalla negra, unos diálogos inconexos. Una voz profunda y grave diciendo su nombre, relatando cómo el mismo Harry vendió a su amigo y un grito. Tony sabía que el chico se desconcertaría, que el chico miraría la pantalla en negro extrañado. No era un grito cualquiera, Tony se aseguró de limpiar la pista de audio, de limpiar tan bien que el grito sonó sorprendido, bajo e incrédulo. Una pequeña pausa. Una leyenda en la pantalla.
«¿Estas listo?»
Otro grito más fuerte, menos confiado, más largo. Tony sintió como los bellos de sus brazos se erizan y sonríe a la pantalla. El color empieza a inundar el video, un solo primer plano, uno firme y muy claro. Un chico recostado en una camilla, un hombre sentado a su izquierda. Peter sacudiéndose en la camilla preso de una terrible e injusta descarga eléctrica.
Claro que Tony no dejó la imagen sin manipular. Se aseguró de acercar el plano al rostro demacrado por el dolor, se encargó de manipular la imagen y el sonido para que flotara sobre los gritos de Peter como Galler le explicaba una y otra vez que Harry lo vendió. El video no duraba más que un minuto. Solo se veía ese maldito fragmento, pero para él bastaba. La primera vez que Tony lo vio sintió un impulso violento de ir corriendo tras Galler y rebanarle el cuello. Esperaba que el maldito mocoso sintiera en su propia carne lo que había hecho. Estaba muy seguro qué el malnacido no sabía, no alcanzaba a enterarse qué había pasado con Peter después de que lo entregó.
May fue la clave. Se dio unos valiosos minutos para llamarla y etraer de ella cualquier cosa con la que manipular a Harry. El crio era un miedoso, un cobarde que no era capaz de hacerse cargo de ninguna de sus decisiones. Peter siempre estaba resolviendo todo por él, sacándolo de apuros. Tony supo sin dudas que tenía que hacer, cómo le iba a cobrar el dolor que pasó Peter. Porque lo peor con esa mierda es que una vez que empezabas, llegado determinado punto, no podías quitarle los ojos de encima. Necesitabas llegar al final, necesitabas verlo. El morbo podía con todo lo demás, como en una pelea de WWE, donde no podías quitarle los ojos de encima al idiota en el suelo que sangraba por todos lados.
Asique por eso Tony se decidió por esa técnica, por eso es por lo que al pequeño hijo de puta estaba dispuesto a hacerle llegar —de forma continua y sin descanso— el calvario que vivió Peter encadenado como un jodido animal a esa asquerosa camilla. Así Tony iba a lograr hacer que se arrepintiera de por vida por su idiotez.
Podría querer esconderlo, pero el mierdecilla de Osborn sí tenía sentimientos por Peter. Y bien sabía él que nadie que poseyera un mínimo de aprecio por el chico podía ver eso sin necesitar correr los ojos. No quería ni imaginarse como iba a lacerar al jodido Osborn verlo y saber que él era el responsable.
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Editado: 13.07.2021