Estaba sepultado en problemas.
Ese era Peter, un tipo dentro de un ataúd de dificultades.
Un mar de prendas costosas y finas se extendían sobre él; olían delicioso, olían fresco y a todo lo que él no era en esos momentos: a triunfo.
Peter sujetó la sudadera con fuerza y hundió en ella el rostro. Todo su cuerpo temblaba y nada tenía que ver la ropa mojada que seguía pegándose a su cuerpo. Ojala fuera así, pero no, era un hombre jodido en problemas y mala suerte.
«Dios Peter, ¿qué pasó allí afuera?» se preguntó internamente, se martirizó con ello.
No había una sola explicación a lo sucedido en la sala. Aquello iba a perseguirlo hasta el fin de los tiempos. Lo sabía, estaba seguro. Ocuparía el primer puesto en el ranking de lo más bochornoso que le pasó en la vida y lo haría hasta que llegara el desenlace de su existencia y se muriera.
Objetivamente, y si se esforzaba en darle forma a semejante desvarío, veía su error. Quizás había usado mal las palabras, se expresó de una forma torpe y errática. Claro que daba la impresión de ser un condenado púbero en medio de una crisis existencial y es que nadie cuerdo hubiera apostado a lo que realmente pasaba (tener algo pegado en el cuerpo con vida y mente propia).
Pero, en cualquier caso, no podía creer que el señor Stark terminara por entender aquello. ¿Cómo es que lograba meterse en ese tipo de malentendidos? ¿Por qué demonios el señor Stark pensó eso de él? Acaso, ¿tenía cara de... de que le gustaba la...?
—Dios mátame. —susurró, escuchando como su voz salía amortiguada por la prenda con la que determinaba si ahogarse o no.
Lo único que lo frenaba era el temor que le daba pensar que morir podía no ser suficiente aquella vez.
—Aburres. —se quejó Venom y Peter alzó el rostro furioso.
—¡Tu cállate! —le gruñó furioso mirando a la nada— Te advertí que dejaras que yo me encargara de... de... explicarle todo esto. —añadió, sin embargo, no muy seguro.
Instintivamente volvió a ver sobre su hombro, asegurándose de que nadie lo escuchaba gritarle a la voz en su cabeza. Si de milagro conseguía que no lo encierren por lo que ya había pasado, no iba a arriesgarse solo por reprenderlo.
Dios, por qué no había piedad en ese mundo para la gente como él. En verdad no hacía daño a nadie, o hasta esa noche al menos no lo hizo. ¿Por qué no podía la vida darle un respiro? Todo era tan injusto...
—No soy un insecto. —se justificó Venom con tono aburrido.
Peter soltó un resoplido y se giró viendo el intimidante vestidor. No iba a discutir con esa cosa.
—No soy cosa. —se volvió a quejar irritado Venom, pero Peter seguía muy ofendido como para cooperar.
No podía ni pensar en reproducir mentalmente lo que esa cosa había hecho, así que siguió viendo la ropa. Descartó los jeans y pasó a la sección de pantalones de deporte. Así de grande era aquel lugar. Incluso en su adolescencia había ido con May de comprar a tiendas que eran más pequeñas que ese vestidor.
Nada de lo que le había prestado el señor Stark le entró, así que lo mandó a que fuera a hurgar por sus propios medios. Era inadmisible que fuera por la casa goteando agua y él tenía llamadas que hacer.
Estudió con temor algunos conjuntos y con reparo otros. Para el gusto de Peter había cosas muy extravagantes. Definitivamente jeans mucho más ajustados de lo indicado o remeras con colores y estampas totalmente locas. Sintiéndose poco digno de las lujosas camisas, terminó con aquella vieja sudadera del MIT en las manos. En apariencia gastada y raída por los años, olía fuertemente al señor Stark.
—Sé lo que estás pensando —se rió la voz en su cabeza y Peter apuró el paso avergonzado.
Sí, estaba pensando en seguridad. En tranquilidad. En alivio. Maldita sea, Peter pensaba en cosas que no debía oliendo esa esencia. Pero que sin dudas eran cosas más complacientes que andar pensando en cómo mierda se las arregló para hacerle entender a su mentor que era un homosexual, con el apetito de un insecto espacial.
—No insecto Peter marica.
—Bueno, yo no soy marica y ahí ves. No paras de decírmelo. —refunfuñó consiguiendo dar un traspié en el suave y oscuro parqué cuando esa cosa le metió la traba con uno de sus tentáculos negros— ¡Venom! —gruñó sujetándose a uno de los estantes y oyó como el bastardo se le reía.
Peter apretó el paso dentro del lugar y se dijo que debía conseguir ropa antes de que se le fuera todo da las manos otra vez. Desde que pasó aquello en el callejón, parecía como si dentro suyo esa cosa hubiera hallado la puerta de acceso y ahora pudiera sacar sus tentáculos cuando se le antojara.
Ya en el camino al cuarto había tenido que luchar con él para que lo dejara llegar sin desviarse como había intentado hacer al ver tantas puertas y habitaciones. Hubiera sido la mar de cómico que el señor Stark subiera y lo hallara a él aferrado al marco de la puerta con dos tentáculos negros pegados al techo intentando hacer palanca para que avanzaran al cuarto aledaño para "investigar su nuevo entorno", como sugería Venom.
Mientras elegía unas mallas negras de algodón que vio por allí tiradas, se desvistió con rapidez desechando la ropa en una bolsa que le había entregado su mentor. Esa fue la primera vez que Peter reparó en la sangre oscura en sus pantalones y solo la notó porque el señor Stark agachó la mirada por su cuerpo y le dijo: "De esto hablamos luego".
Y vaya que tenían que hacerlo.
Como Peter no quería que lo fueran a atrapar medio desnudo, se puro sin escuchar como Venom se reía de él al casi caerse al piso. Sabía que lo último que le faltaba era que Tony fuera por él y lo viera en paños menores. Desechó la ropa manchada y metió la sudadera que Tony le había sacado. No reparó en la sangre húmeda ni en el intenso olor. Y no es que no quisiera, era que Peter no podía procesar nada en esos instantes.
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Editado: 13.07.2021