Peter siente su corazón saltando agitado, su respiración perderse y la furia mezclarse con la adrenalina y el deseo mientras profundiza el beso.
¿Qué era una, qué era la otra? No tenía idea y no importaba. Por lo que sea, su pecho se comprime, sus labios se abren y los gemidos se le escapan sin entender el concepto de la mesura.
Las manos de Tony lo recorren, le acarician la espalda, el cuello y la curva sobre su trasero. Lo aferra, lo aprieta duramente, pega sus pechos y succiona su lengua haciendo que la realidad y el tiempo pierdan forma.
Siente que se vuelve a ahogarse, siente que las ansias queman sus venas y asfixian su capacidad de pensar. Se aprieta más contra él, tanto que sus cuerpos se funden. Lo sujeta y lo retiene, siente el calor contraer su vientre y quemar sus entrañas. Todo es mucho, pero nada alcanza. La agonía de su cuerpo lo vuelve un animal ansioso y desesperado.
—Peter... —susurra Tony sobre sus labios, y quién sabe si era una advertencia o una súplica, pues sus manos lo aprietan y lo empujan a la vez.
Peter perdió la cabeza, está por encima del entendimiento y sus sentidos sobre excitados le hacen imposible leer nada. Se siente febril y perdido. Mentira. No está perdido. Ve claro. Por primera vez en mucho, Peter ve claro: La boca de Tony, su cuerpo, es su lugar.
Se estira más sobre la punta de sus pies, sisea al sentir como su duro y sensible miembro se frota contra la parte baja del abdomen contrario. Peter no sabe, ni recuerda, que todo aquello debería sentirse extraño y raro. No se da cuenta que la falta de pechos debería llamarle la atención o incomodarlo siquiera. No. Si aquello está perfecto así tal y como está.
El pecho de Tony es más duro, más rasposo por los finos vellos y está bien. Así está bien. Le gusta. Le gusta sentir su cuerpo restregarse con el de Tony. Lo hacen sentir adicto y hambriento sus manos recorriéndolo, mientras su boca coloniza la suya.
—Joder Peter, no soy de hierro en verdad. —se queja soltando sus labios, suspirando sobre su frente y clavando más los dedos en sus hombros cuando Peter repite la acción y se frota más largamente contra su abdomen, lo aleja un poco— Frena ahora o te haces cargo. —advierte con un tinte juguetón y quisiera poder decir que hay una oportunidad de frenar, pero el estremecimiento que causa en sus terminaciones nerviosas el oírlo hablar con aquel tono ronco y sedoso le dice que no.
—N-No puedo controlarlo —jadea sintiendo como su cuerpo entero tiembla al sentir la presión de sus dedos deslizarse a su cintura para detener el vaivén de sus caderas— Ve-Venom...
Menea la cabeza, ve borroso y no recuerda las palabras que necesita usar. Venom quería que lo bese de verdad; sabía que ese beso que le robó Tony no fue realmente honesto de su parte. No con la vergüenza, la humillación y la atronadora culpa. Venom sabía que Peter lo beso sin ganas, sin sentimiento alguno. Y eso no era parte del plan del simbionte, obvio. Quería que Peter se dejara de vueltas y lo hiciera en serio. Si no lo hacía, ya sabía que pasaba.
Realmente... No es que le quedarán opciones. Peter no quería morir. Desde que estaba en esa planchuela con Dan y sus amiguitos a ese punto de su vida solo una puta cosa seguía consistente: No quería morir. No es que él fuera depresivo o algo así, pero uno creería que se hubiera rendido. Pero no quería, Peter no estaba listo para morir por aquello, no por cansado, no por terco. Aquella no era ni una muerte heroica, no era salvando algo o alguien.
Claro que fue otra trampa. Una vez que dejó de controlarse, una vez que soltó la rienda de su racionalidad y se empeñó en disfrutar el beso, lo golpearon mil sensaciones que rápidamente le hicieron perder la cabeza.
Su piel se volvió tan ultrasensible que cada caricia lo hacía estremecerse, su olfato enloqueció y solo podía oler a Tony, su colonia tan adictiva y ese deje más pronunciado de ese inconfundible olor propio de su piel. En su boca, la de Tony se volvió hidromiel y solo podía pensar una y otra vez en más, en tener más, en tenerlo todo.
¿Vergüenza? ¿Reparó? ¿Decoro? ¿Orgullo? Palabras que se eliminaron de un plumazo de su diccionario.
Apenas era consciente de su entorno, de la forma en la que los jeans gastados de Tony se frotaban contra sus muslos, en lo suave que se sentía el vello en su abdomen contra el suyo. Pero, sobre todo, en lo hirviente que su tersa piel se sentía contra su erección.
¿Cuándo comenzó a frotarse contra él como si estuviera en celo? No recordaba. Sólo que pasaba.
Intentó alejarse, pero Venom insistía en pegarlos y Tony no le colaboraba en absolutamente nada, dado que solo le respondía arremetiendo contra él, lo besaba igual de hambriento y desesperado.
—De-De verdad n-no pue-puedo. —gimió sintiendo que aquella forma de desearlo era una locura que no tendría final.
La mano de Tony se perdió en la parte posterior de su cuello y uno de los filamentos de Venom la siguió bajando por su columna, asegurándose de que Peter siguiera obedientemente en ese lugar. Aprieta con fuerza sus hombros y vuelve a besarlo. El infierno lo engulle cuando son tres las manos que lo retienen y Peter siente que en su mirada el fuego llamea.
—V-Vete —suplica al sentir como Venom le jala de la pierna y la empuja sobre la cadera de Tony— N-no pasará nada s-si l-lohac haces ya. —gime como puede contra su boca.
Sabe que sí, sabe que pasará de todo una vez que Tony lo deje, pero mejor eso a que... a que... un gemido se le atora en la garganta y se estremece culpa del millar de ideas que lo recorren en un instante.
Aprieta los labios y se retuerce, se frota contra él. Pero Tony no le hace caso y una de sus grandes manos se cierra en torno a su pierna y lo alza más, lo embiste. Peter pone los ojos en blanco y gruñe contra su boca. Así no hay quien pueda. Su mirada perdida y ansiosa se topa con las pupilas dilatadas de Tony, acabando completamente con él.
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Editado: 13.07.2021